Llegué apresuradamente a la mansión, ya que conducir a gran velocidad y bajo presión es algo que se me da extremadamente bien.
Para mi mala suerte en la entrada me espera Ana, la mujer odiosa e irritante de ayer, su actitud hacia mí sigue siendo de desdén y desprecio, parece no agradarle mi presencia aquí, pero se lo tendrá que aguantar, no puedo darme el lujo de perder esta oportunidad de oro.
Para irritarla aún más me acerco a ella y haciéndole una reverencia la saludo mostrándole todos mis dientes, en una gran sonrisa.
-Buenos días Ana, se ve radiante esta mañana.
Dije mientras me miraba con enfado y sorpresa.
Sin contestar mi falso saludo, se dio media vuelta con cara de ogro y murmurando por lo bajo agrego, más para ella misma que para mí.
-Sigo pensando que esto es una muy mala idea, una muy muy mala.
La seguí dentro, mientras me pedía que aguardara a la señorita de la casa en el salón, diciendo que en un momento bajaba.
Me entretuve observando detenidamente el lugar, había obras de arte colgadas de las blancas paredes decorándolas de una manera muy elegante, pero algo llamó mucho más mi atención.
Me dirigí hacia la gran estufa a leña del lugar, donde colocadas estratégicamente sobre la gran pared estaban un montón de fotos de Emma, eran de distintos lugares, algunas con lo que parecía ser su familia, había incluso una donde estaba con Sam en el primer día de universidad, me dejó algo perplejo ver que mi hermana fuera alguien tan importante para ella, como para ocupar un lugar en su sala, se veían verdaderamente feliz juntas y el cariño desbordaba desde esa imagen.
Pero la que más captó mi atención fue una donde estaba con un chico, era de hace algunos años ya que ella parecía toda una adolescente, aunque al parecer el muchacho era unos años mayor, se miraban con amor y adoración, estaba puesta en el centro de aquel gran mural.
Estaba perdido en mis pensamientos, cuando sentí como alguien se aclaraba la garganta desde atrás de mí.
Me volteé automáticamente para quedar petrificado viendo aquella belleza de mujer.
Emma se encontraba con un traje beige de dos piezas hecho a la medida, una blusa blanca que a mi opinión se traslucía de una manera muy sensual, se veía como toda una diosa sobre esos tacones de infarto.
Por mi mente pasó la idea de verla sin nada de ropa únicamente con aquellos sexis zapatos, pero de inmediato quité esos pensamientos, joder... estaba ante la jefa más caliente del universo entero y me sentía como un lobo hambriento queriendo devorarla completita.
Sonreí al ver como se avergonzaba por mi intenso escrutinio, sus mejillas se tornaron completamente rojas y bajó su mirada mientras movía sus pies y manos nerviosamente.
Era una mujer que llamaba la atención por su belleza, eso ella lo sabía muy bien, pero nunca le interesó verse bien para nadie en particular, hasta esa misma mañana, donde se tomó más de una hora para alistarse, seleccionando la ropa y el maquillaje con mucha cautela, quería la atención de aquel peligroso y misterioso chico que le había quitado el sueño y por quien había suspirado la mayor parte del día después de verlo partir.
-Buen día Daimon, hoy a pesar de ser el primer día de trabajo será algo ajetreado por así decirlo, debemos estar en la sede central de la empresa en menos de media hora, tengo una reunión sumamente importante, después debo de ir a la universidad ya que tengo un examen que rendir y luego volveremos a la empresa.
Dijo tratando de sonar segura y quitar los nervios que se filtraban en su voz, la imagen de Daimon en aquella campera de cuero negra y esos pantalones que le quedaban tan bien, la estaban haciendo pensar incoherencias, era el hermano de su mejor y única amiga, por dios y era su empleado a partir de hoy, así que optó por mirar a donde Daimon se encontraba observando mientras ella bajaba las escales.
Al ver aquellas fotos desvió la mirada rápidamente, no quería caer en pensamientos dolorosos por recordar cosas del pasado que la atormentaban de gran manera, así que prefirió tomar todas sus cosas y aguardar que él la siguiera para salir de la casa.
-Buenas para ti también Cherry.
Dijo Daimon mientras seguía mirando como aquellos pantalones se ceñían de forma exquisita a la parte trasera de su torneado cuerpo.
Al salir Emma se despidió de Ana en la entrada, quien le deseo un buen día y le pidió que tuviera cuidado.
No miró siquiera a Daimon cuando paso por su lado, era evidente que le molestaba que él acompañara a Emma, no entendía el porqué de esto, pero en cuanto tuviese la oportunidad se lo preguntaría para salir de dudas, no es que le importara la opinión de aquella mujer, pero le molestaba sentir ese desprecio hacia él.
-Oye dame eso aquí, vas muy cargada.
Dijo mientras se acercaba para tomar una pila de carpetas, folders y sobres que llevaba Emma.
-Gracias.
Le contestó con una tierna sonrisa. Lo hacía sentir extraño que lo viera de esa manera tan transparente.
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Editado: 12.03.2020