Quiero Creerte

OBRA DE CARIDAD...

Al despertar esta mañana me asombré al encontrarme con un gran ánimo, me vestí con el uniforma que me había entregado Ana, “el ogro” como la había comenzado a nombrar en mi mente, quien era el ama de llaves.

Me hacía ver extraño esa ropa tan formal, estaba casi irreconocible frente al espejo con aquel traje negro con una camisa azul rey de un corte impecable, aunque debo admitir que me quedaba muy bien, la tela era de primera calidad extremadamente suave y cómoda.

Bajé a desayunar con algo de tiempo, dejé a las dos mujeres que estaban en la cocina sin palabras.

-Cierren esas bocas, sé que me veo jodidamente sexy pero no es para tal asombro.

Dije riéndome mientras mamá se paraba a abrazarme.

-Mi dios, pero si pareces un modelo de revista hijo, ¡qué bello estas!

-Mamá por dios no le subas el ego que ya lo tiene bastante alto por sí solo.

Dijo Sam alarmada mientras llevaba una mano a su pecho, haciéndonos reír con su comentario.

Desayuné rápidamente tratando de evitar el interrogatorio de mi primer día de trabajo, no quería dar detalles de cómo me quedaba embobado mirando en cualquier oportunidad a mi jefa, sino me vería en grandes apuros con mi hermana y mi madre.

Al entrar aquel día a la mansión Emma estaba en la sala mientras revisaba carpetas y leía hojas, se le veía muy ocupada, parecía que estaba despierta desde muy temprano.

Como si sintiera mis ojos en ella, levantó su mirada de aquel lío de papeles para regalarme una gran sonrisa.

-Buen día Daimon, ¿cómo estás? Espero hallas descansado bien.

-Buen día para mí, no sé si tanto para ti, se te ve algo ocupada y preocupada con todo eso.

Señalé la cantidad de cosas que tenía esparcidas en la mesa del salón sin quitar la vista de su rostro.

-Ohh sí, he estado algo ocupada últimamente con la nueva adquisición de una compañía textil, para poder producir ropa de buena calidad con precios accesibles para todo público, pero es algo más complicado de lo que parece lograr convencer a los socios de que será algo rentable y que dejará de igual manera buenas ganancias sin cobrarle a las personas por una marca o un nombre únicamente.

Sabía que estudiaba diseño como Sam, era dueña de una gran cantidad de empresas desde la industria de los cosméticos, ropa, joyas y hasta hoteles, se expandieron en buenos rubros llevándolos a ser asquerosamente ricos, claro que Emma había nacido en cuna de oro, pero la veía como alguien distinta, esa iniciativa que veía en ella de querer hacer algo para poder llegar a más gente sin pensar tanto en el dinero, me lo demostraba.

-Creo que si eres la presidenta deben de tener en cuenta tu opinión y tus directivas, si a alguien le desagrada la idea deberías de sacarlo de tu empresa.

-Lo complicado de todo esto…es que quien lleva la mitad del mando de todo es mi Madre, aunque yo me haga cargo de absolutamente todo, ella siempre interfiere en las grandes decisiones, es difícil convencer a la gran Marta Makency de hacer algo que no quiera, al parecer siempre encontrara fallas y errores en todas y cada una de mis propuestas.

Dijo mirando al suelo terminando casi por susurrar.

Daimon no entendía porque le molestaba el verla así de abatida, aunque se veía hermosa hasta con su ceño fruncido, definitivamente prefería verla sonreír, se puso como meta personal, el lograr sacarle, aunque fuese una sonrisa todos los días a partir de ese momento.

Del bolsillo de su pantalón sacó su bolsa de dulces y extendió uno hacia una perpleja Emma que lo veía con confusión.

-Para endulzarte la mañana, necesitas quitarle un poco de seriedad a todo esto y relajarte más, nada que un dulce no pueda solucionar.

Dijo Daimon quien se sintió increíblemente bien al ver la gran y brillante sonrisa que se instaló en los labios de Emma en el momento en que tomaba el dulce.

-Muchas gracias Ángel.

Dijo sin darse cuenta.

-Ohh no Cherry no te confundas, no tengo de Ángel ni un solo cabello.

-Puede ser, pero pareces un Ángel Caído, solo es una tonta comparación que cruzó por mi mente.

Dijo algo apenada.

-Mmmm…creo que me gusta más, puedo ser tu Ángel Caído si así lo quieres.

Emma se avergonzó muchísimo por el atrevimiento que había tenido con Daimon, pero se sentía cómoda con aquella familiaridad que tenían, sin tanta formalidad y seriedad, se podía sentir con la confianza de expresar lo que pasaba por su mente, sin tapujos.

-Entonces así será.

Dijo Emma mientras le pedía que la esperara, mientras iba a buscar sus pertenencias para ir a hacia la empresa.

Ana entró a la habitación con una seriedad extrema haciendo sentir incomodo a Daimon, a quien se le borro la sonrisa instantáneamente al verla.

-No confunda las cosas joven, puede que la señorita lo haga sentir especial pero no es más que algo nuevo con lo que entretenerse y desestresarse, después de todo a los jóvenes de esta casa siempre les gusto realizar obra de caridad con la gente como tú.




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