Quiero Creerte

MONSTRUO DE MUJER...

Una mañana después de que Daimon llegara a la mansión, encontró a Emma contemplando una de las fotos de aquella pared que tiempo atrás él había estado observando.

Sin darse cuenta de que se encontraba acompañada, tomó el marco con la fotografía para abrazarlo fuerte contra su pecho mientras susurraba.

-No sabes cuanta falta me haces, te necesito tanto.

Se escuchaba su voz ahogada por los sollozos.

Esto a Daimon le destrozó el corazón, cada día que pasaba la veía más encerrada en si misma, cargando una enorme tristeza.

En ese momento algo se rompió dentro de él, su cuerpo se movió sin su consentimiento y terminó detrás de Emma, envolviéndola entre sus brazos fuertemente.

Al principio ella se sobresaltó, pero al sentir su aroma tan inconfundible y varonil, se relajó, las lágrimas no paraban de caer de sus ojos, estaba guardando muchas cosas dentro de sí, esto la estaba carcomiendo por dentro.

-Llora... no tienes que ser fuerte todo el tiempo.

Esas palabras que Daimon le susurraba al oído la rompieron aún más.

Cuanto hubiese dado ella, porque su familia le hubiese dicho algo así en todos estos años, donde lo único que ha hecho es cargar con todo sola.

Se dio vuelta y se permitió enterrar su rostro en el cuello de Daimon, quien gustoso la apretó más contra su cuerpo y la dejo hacer.

Sin saber el tiempo que pasaron en aquella posición, ninguno de los dos quería alejarse del otro.

-¿¡Pero qué es esto!?

Emma se tensó de pies a cabeza con aquel grito, no podía creer que justo en un momento así apareciera su más temida pesadilla.

Después de estar meses fuera, volvía a complicarle la existencia justamente en ese instante, se sentía miserable y rota, lo que se avecinaba para Daimon no tenía antecedentes.

Daimon sin querer, pero obligado por la inoportuna visita, se fue separando de a poco tratando de leer en la reacción de Emma algo que le pudiese aclarar quien era aquella mujer, con esa voz tan potente.

Pero al darse vuelta y ver a aquella señora, no necesito más para darse cuenta de que la individua era la madre de Emma, era su viva imagen, mucho más madura pero bien conservada, con un porte más gélido y elegante, pero con una expresión tan severa en su rostro que hacía que cualquiera se sintiera intimidado.

Lo único que las diferenciaba era el color se sus ojos, mientras que los de Emma eran de un azul intenso, los de su madre eran de un verde oscuro.

Emma no salía de su estado de estupor, a lo que su madre siguió hablando.

-Dime quien es este hombre en este instante Emma, ¿por qué llego a mi casa y me encuentro con mi hija en los brazos de alguien como él?

Eso hizo que Daimon se ofuscara en gran manera y su mandíbula se tensó visiblemente, Emma no podía permitir que su madre lo hiriera a él, después de todo solo trato de consolarla en un momento de debilidad, así que aclarando su garganta y limpiándose los restos de lagrimas de su rostro, se colocó delante de Daimon.

-Madre que sorpresa que estés aquí, no me avisaron de tu llegada… él es Daimon Smith y es mi nuevo chofer.

Dijo a pesar de que sabía que esto añadiría leña al fuego que se encendía dentro de su madre, a ella no se le podía ocultar nunca nada, tarde o temprano lo averiguaría, era mejor que desde un principio le fuera sincera.

-Smith?? No puedo creer que metieras a la casa a alguien de esa familia, sabes que todo a sido su culpa y ahí estas tú, como si no te importara nada, eres una maldita egoísta, tu hermano se estaría revolcando en su tumba con tu comportamiento… para colmos lo has contratado como tu chofer ¿ha qué estas jugando Emma?

Las lagrimas comenzaron a picar en los ojos cristalizados de Emma, pero Daimon no iba a permitir que le hablara de esa forma, por todos los dioses ella era su hija ¿cómo podía tratarla de esa manera?

¿Qué tenia que ver su familia con ellos? ¿de que culpa hablaba? ¿Emma tenía un hermano? quizás era el chico de las fotos, ahora que lo pensaba era evidente el parentesco, los dos tenían el mismo color de ojos tan profundo y llamativo.

Pero todas las dudas que rondaban por su cabeza, iban a tener que esperar para ser contestadas, ya que más importante era poner en el lugar a este mostró de mujer.

Con la sonrisa más sínica y oscura que pudo formarse en sus labios, se colocó frente a Emma, viendo fijamente a los ojos a su madre, esta retrocedió de asombro y miedo al ver tal expresión en su rostro.

-No creo que tenga que darle ninguna respuesta a su estúpido interrogatorio… Esta muy equivocada en muchas cosas, pero si de algo estoy seguro es que no me conoce en lo más mínimo, si yo fuera usted temería hablar así de mi familia, no sabe de lo que soy capaz si se meten con lo que es mío… Si nos disculpa debo llevar a mi jefa a su empresa.

Dijo tomando a Emma de la mano y saliendo del lugar sin ver nuevamente a Marta, debía de tratar de serenarse si no quería cometer una locura, el estar en el mismo espacio que aquella mujer no era algo seguro, despertaba a sus más temibles demonios.




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