Quiero Creerte

PIEZAS ROTAS...

En la habitación de Sam, se encontraba una muy abrumada Emma.

-Siéntate…quería agradecerte por contratar a Daimon, sé que puede llegar a ser muy odioso, pero prometió esmerarse.

-No tienes nada que agradecer, me hubiese gustado poder hacer más por ustedes.

-Se que tu madre no estará para nada contenta con que Daimon este por ahí, será mejor que no lo vea, para no levantar sospechas.

La cara de Emma se llenó de culpa.

Sabía que los había metido en un gran problema, nunca debió dejar que su madre encontrara a Daimon en su casa, si hubiese sabido que su madre aparecería ese día hubiesen salido temprano para no cruzársela.

No sabía porque llegó en ese momento, siempre estaba fuera por una larga temporada.

Samanta comprendió al instante el rostro afligido de Emma, se llevó las manos al rostro y se dejó caer en la cama.

-Ohh creo que las cosas no pueden estar peor, ¿cómo sobrevivió a un encuentro con Marta?

Preguntó Sam con preocupación.

- Creo que subestimas a tu hermano, se enfrentó a ella sin ningún miedo.

-Eso es porque no sabe a lo que se enfrenta, si lo supiera hubiese salido de ahí sin cruzar palabra con aquella mujer.

-Créeme cuando te digo que no quise que esto sucediera, no sé porque llegó antes de su viaje, quizás Ana tenga algo que ver, sabes que me mantiene vigilada, es sus ojos en esa casa cuando esta fuera, hablaré con ella cuando tenga oportunidad.

-Nos queda esperar que no tome acciones en contra de Di, aunque si la desafió no tardara en actuar, quizás debemos contarle algunas cosas a Daimon para que esté preparado para lo que se avecina, sabes que siempre es mejor prevenir que lamentar.

-Sabes que es lo más absurdo, ella está convencida que…si Bruno no te hubiese conocido, el seguiría vivo. No acepta su parte de la culpa en todo esto, es más fácil buscar culpables en otro lado antes de verse ella misma como el monstruo que es, creo que no podría vivir con eso.

-Yo me he culpado todos los días de estos últimos cuatro años, debí entender que lo nuestro era imposible, pero me hacía sentir tan viva y feliz, creo que nunca viví tan plenamente como en el tiempo que estuve a su lado.

-Él te amaba muchísimo, estaba dispuesto a todo por ti, no creas que te hubiese dejado ir tan fácilmente.

-Era muy terco cuando quería serlo, en eso tienes razón.

Dijo Sam sonriendo por los recuerdos con lágrimas en los ojos.

Cuando Emma levantó su vista hacia ella y sus ojos se conectaron, automáticamente bajó su cabeza apenada.

Sam se acercó para tomar su mandíbula y levantar su rostro, hasta que volvió a ver la profundidad de aquel mar azul que tenía delante.

-Nunca debí alejarme de ti…siempre me apoyaste tanto en todo, yo fui tan cobarde, te dejé sola con tu dolor aislándome en mi misma, sufrí tanto con su partida que no fui capaz de realizar el duelo correctamente, quise arrancarlo de mi memoria, arrancarlo de mi piel y de mi corazón. Me hacía tanto mal su recuerdo…en ese momento no fui capaz de comprender que esa era mi forma de mantenerlo con vida en mi corazón, el recordarlo me hacía tenerlo aún a mi lado…

Tomando aire y limpiándose algunas lágrimas siguió hablando.

-Era una adolescente inmadura, que en el comienzo de su vida perdió a su primer y único amor, creía que nadie podía comprender mi dolor, que nadie lo extrañaría como yo… me sentía estafada, él prometió estar siempre para mí, pero de un momento a otro me había abandonado dejándome sola… no se si lo puedas entender pero después del abandono de mi padre y ver a mi madre luchar sola para sacarnos adelante, me juré nunca confiar ni entregar mi corazón a un hombre, no me quería sentir vulnerable al saber que otra persona tenía en sus manos el poder de dañarme y destruirme.. pero llegó él… y todo lo que alguna vez creí o pensé ya no tenia sentido.

…Le entregué mi corazón, pero él no lo rompió, sino que se lo llevó consigo dejándome vacía…

…Sé que te lastimé, al no querer tenerte cerca, ¡quería alejarme de todo lo que me recordara a él!

Dijo casi gritando al borde de la histeria.

-…Y sabes que es lo más absurdo, que no necesitaba nada que me lo hiciera recordar, porque él no salía de mi mente en ningún momento.

Emma se lanzó para apretarla fuertemente entre sus brazos, lloraron las penas que por mucho tiempo sus corazones guardaron, sin darse cuenta, que, con ese siempre gesto, se habían comenzado a juntar las piezas rotas de cada una, para rearmarse nuevamente.

Ninguna volvió a ser la misma, las heridas sanan, pero dejan cicatrices y a pesar de estar repletas de ellas, estas dos chicas estaban comenzando a avanzar suavemente hacia delante.




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