Quiero Creerte

EL BESO...

Salieron rumbo a una enorme casa abandonada de la que Daimon le habló, le explicó que conocía a la dueña.

Cuando le habló del lugar, a Emma le pareció una buena idea, ya que tenia un gran terreno, en su mente se formaron varias ideas… crear una enorme biblioteca, hacer una amplia sala de juegos y entretenimientos en otro extremo, con un gran patio con canchas y juegos para que todos pudieran disfrutar de aquel lugar.

A medida que le contaba a Daimon, éste no cabía en su propio cuerpo por la dicha tan grande que sentía, contribuyó aportando grandes ideas para aquel magnifico lugar, que iba tomando forma en sus mentes.

Al estacionar frente al terreno, Emma pudo ver el gran potencial que tenía aquel espacio, no era una experta, pero demolería toda la estructura para edificar todo desde los cimientos.

Daimon la tomó de la mano y la llevó a una pequeña casa frente a aquel lugar.

-Aquí vive la dueña, espero que le agrades, es alguien muy especial con las personas, aunque no utilice el espacio, si no le caes bien no creo que consigamos que lo venda.

Al tocar la puerta los nervios de los dos eran palpables, necesitaban aquel lugar y Emma se propuso conseguirlo, era muy buena negociando, lo había aprendido del mejor, su querido hermano le enseñaba por horas mientras lo iba a visitar a la empresa, cuando todo era dicha y felicidad en sus vidas, así que no lo defraudaría.

Los atendió una anciana de pelo completamente blanco y semblante serio pero cálido.

-Muchacho que haces aquí después de dejarme abandonada tanto tiempo, creí que la tierra te había tragado maldito desgraciado.

La sonrisa de Daimon se ensanchó mientras se adelantaba a apretar en un fuerte abrazo a aquella pequeña mujer regordeta, levantándola del piso entre sus brazos.

Mientras giraba con ella, Emma dio un paso atrás para contemplar la escena divertidísima.

-¿Cómo has estado vieja decrepita y amargada? ¿no has encontrado aún a alguien que soporte tu mal genio?

Preguntó burlonamente Daimon, mientras la bajaba recibiendo un suave golpe en su pecho por parte de la mujer.

-Eres un bastardo, no entiendo como andas con una jovencita tan linda, seguro que no te conoce aún, sino ya hubiese salido huyendo.

Dijo la anciana mirando con detenimiento a Emma.

-Tengo mi encanto Titi, ¡aunque sea dame el beneficio de la duda!

Chilló indignado Daimon.

Emma se acercó para presentarse.

-Buenas tardes señora, soy Emma Pettierco, es un placer conocerla.

-Oh el placer es mío querida, puedes llamarme Titi.

Dijo con una sonrisa, observo a Daimon y guiñándole un ojo agregó.

-Aparte de linda educada, creo que te has sacado la lotería con la joven Daimon, les rezare a mis santos para que te logre soportar, quizás hasta les prenda una vela...     

Daimon trató de mostrarse ofendido, pero no pudo disimular la risa.

-Vieja, hemos venido para hablar de negocios, te robamos unos minutos de tu preciado tiempo.

Dijo mientras se adentraban a la casa y se ponía cómodo sobre un sofá, palmeando a su lado para que Emma se sentara junto a él.

-Si… pasa como si fuese tu casa atrevido, te lo perdono solo porque vienes acompañado, sino no te librarías de una buena tunda.

Dijo Titi mientras se sentaba frente a ellos.

-¿Puedo tutearla Titi?

-Claro jovencita.

Emma comenzó con su negociación sobre el terreno, Titi resulto ser una mujer viuda, la cual vivía sola, no tenia hijos, ni familia cercana, a pesar de ser una mujer solitaria era de lo mas agradable y educada, al parecer Emma le había caído espectacular.

Al explicarle las ideas que tenían para crear aquel bello lugar en su terreno, la anciana se llenó de alegría al ver que alguien al fin se interesaba por su tan querido vecindario.

Acordaron un buen precio para las dos partes, a pesar de que nunca cruzó por su mente vender aquel lugar, fue todo mucho más sencillo de lo que se imaginaron.

Querían empezar cuanto antes, así que Emma llamó a su gente de más confianza para que realizaran todo el papeleo, permisos y de más, debía de hacer todo con mucho cuidado, no podía levantar sospechas de su madre, ella reprobaría rotundamente aquel proyecto.

Emma no necesitaba su permiso, ella tenía muchísimo dinero incluso más que su madre y lo podía utilizar en lo que ella creyera conveniente, pero no quería generar una guerra por ello.

Así es como comenzó con todos los preparativos y puso en marcha la obra, llamó a su mejor arquitecto para organizar una cita a la mañana siguiente, quería a la mejor gente trabajando allí y esperaba que todo saliera bien.

Al estar ya en el auto Daimon rompió el silencio.

-Muchas gracias Emm, nunca creí que alguien pudiese hacer algo así, por gente a la que apenas acaba de conocer.

-No tienes nada que agradecer, a la gente de dinero le gusta llenarse la boca al donar exageradas cantidades a obras benéficas, esto seria lo mismo, nada más que sin el reconocimiento, es mejor así te lo aseguró.

Contestó Emma, tratando de quitarle hierro al asunto.




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