Quiero Creerte

QUÍMICA...

Me desperté con un dolor de cabezas insoportable y con un humor de perros, que empeoraba con cada pitido de aquel odioso despertador.

Después de dejar a Emma en su departamento, no fue buena idea ir al bar y tomar todo lo que se me pusiera en frente, necesitaba sacarla de la mente, poder olvidar todo lo que me hace sentir, pero no conseguí absolutamente nada, terminé soñando con sus suaves y delicados labios como un completo idiota.

Me salí con mucho esfuerzo de la cama, era gracioso que incluso estando al borde de la inconciencia ella siguiera en mi mente, se había adueñado de mis pensamientos y de mi ser.

La quiero, pero se que no puedo tenerla… pero cerca de ella me es difícil poder mantener la cordura, no tengo voluntad de alejarme, quizás el alcohol siga haciéndome efecto en mí, no puedo creer que esté pensando seriamente en intentar algo con mi jefa, pero lo que sí sé con certeza, es que sus labios son adictivos.

Me doy una lenta y refrescante ducha, para luego tomarme un café bien cargado y salir al apartamento de Emma.

Al llegar un señor mayor pide mí identificación e información de a quien estoy buscando, desde la casilla en la que esta, habla por teléfono, para luego regalarme una amable sonrisa, mientras me dice que la señorita Emma me espera dentro.

El portón se abre a los pocos segundos y me dirijo a aparcar el auto, para ir en busca de Emma.

La veo salir de un ascensor y despedirse de un muchacho que está detrás de un escritorio en la recepción.

El chico la mira con una sonrisa tonta, totalmente embobado, no lo culpo, ella tiene ese efecto en las personas, pero no deja de molestarme que la vea de esa manera, le tendré que traer un trapeador para que fregué el piso, no sea cosa que se resbale con sus babas.

Emma no parece darse cuenta de nada, al verme me regala una enorme sonrisa, de esas que podrían dejarte completamente cegado.

-Daimon…

Dice mientras me ve de pies a cabezas, se que no debo de tener un buen aspecto, pero esto no parece importarle en lo más mínimo, porque se acerca a mi mordiendo su labio inferior, totalmente ajena al efecto que esto causa en mí, eso amigos, es algo que compromete mi cordura.

La voz me salé incluso más ronca de lo normal.

-No juegues con fuego bonita.

Mis dedos pasaron por su labio suavemente, liberándolo de su tortura, sus ojos brillan con mil emociones en ellos.

El chico nos observa consternado, con evidente preocupación, esto me enfada muchísimo, pero debo comportarme, después de todo no somos nada más que jefa y empleado, estas cosas me pasa por tratar de alejarla continuamente, negando la química que existe desde el primer momento entre nosotros.

-Debemos irnos, tenemos una reunión con Francisco, para hablar sobre los planos e ideas de la biblioteca, luego debo presentarme a una reunión importante.

Dijo desviando la mirada nerviosa por mi repentino cambio de actitud, a estas alturas debe de creer que soy un loco bipolar, aunque muy cuerdo no estoy, ella me hace comportarme como un lunático.

-Vámonos entonces.

Dije con una de mis mejores sonrisas, mientras posaba una de mis manos en su espalda baja guiándola a la salida, no sin antes mirar al muchacho dándole una advertencia silenciosa.

Le abrí la puerta del copiloto, quería tenerla a mi lado, ella gustosa se sentó, me incliné para colocarle el cinturón de seguridad tomándome más tiempo del debido, acariciando sutilmente su cuerpo, estaba muy nerviosa, me encantaba ser yo quien pusiera en este estado a alguien tan centrada y correcta como lo era ella.

Sabía que estaba jugando sucio, Emma no necesitaba una complicación tan grande como lo era yo en su vida, pero me había dado cuenta de que me gustaba más de lo que quería reconocer, era obvio que ella no podía querer a alguien como yo, se que soy atractivo y quizás ella me vea como un reto o una conquista para darle adrenalina a su vida, o llevarle la contraria a su madre solo para fastidiarla, pero quería arriesgarme y no tener que contener mis impulsos cada vez que estamos a solas.

-Te ves increíblemente sexy en ese vestido Cherry.

Dije susurrando en su oído, mientras sentía como su corazón bombeaba errático, queriéndose salir de su pecho.

No pude reprimir una pequeña risa al ver su cara de asombro, estaba completamente descolocada, era gracioso verla en aquel estado de shock por unas simples palabras.

Me dirigí a mi asiento para salir del lugar rápidamente.

Llegamos en cuestión de minutos, el apartamento estaba incluso más cerca de la empresa que la mansión.

Me bajé antes de darle tiempo a nada, le abrí su puerta y la ayudé a salir, dejándola incluso más desconcertada que antes, se me daba bien esto de sorprenderla, aunque no sé si ponerme contento de que no espere grandes cosas de mí, la sorprende mucho verme comportar como un caballero, ¿pero quien dijo que no lo podía intentar?

-¿Quieres que te acompañe dentro?

Dije mientras le quitaba unas carpetas que llevaba en sus manos.

-Claro…gracias.

Dijo saliendo de su transe mientras nos dirigíamos a la entrada del edificio.

En la recepción se encontraba la descarada morocha de siempre, de la cual no recuerdo ni el nombre, se había cansado de insinuarse y tirarme indirectas, a decir verdad, bastante directas, aunque de mi parte no recibió nada más que un saludo cordial y algún que otro cruce de palabras, la chica parecía no querer darse por vencida.




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