No sé cuento tiempo estuvimos abrazados, Emma lloró sin cesar contra mi pecho.
Se removió entre mis brazos con la intención de separarse, pero no estaba preparado para perder el contacto con su cuerpo, quería poder sentir su calor, protegerla de cualquier cosa que pudiese hacerle daño, que se quedara ahí, a donde pertenecía, entre mis brazos.
-Espera bonita, déjame disfrutar este momento un poco más…
Le susurre al oído, mientras ella dejaba de intentar salirse de mi agarre.
Apoyó su cabeza en mi pecho y mi corazón comenzó a latir a un ritmo normal, no me había dado cuenta de lo frenético que estaba hasta entonces.
-Creo justo que, si tu me contaste algo tan importante, yo haga lo mismo para igualar la balanza.
Dije mientras me armaba de valor y organizaba mis ideas.
-No tienes por qué…
-Shhh…
La corté, mientras me retiraba hacia atrás para verla a los ojos.
-Quiero hacerlo.
La voz me salió casi estrangulada por todo lo que estaba sintiendo al ver esos ojos rojos e hinchados de tanto llorar.
Sabía que no podía seguir engañándola, era el momento para desnudar mi alma ante ella, si después de esto teníamos que separar nuestros caminos, lo aceptaría, no podía obligarla a permaneces a mi lado.
-Yoo…
Mi garganta estaba seca, tragué saliva mientras me sentaba y traía sobre mí a Emma, cuando quedamos cómodos, me dispuse a hablar nuevamente.
-No soy alguien bueno para ti Cherry, pero soy egoísta… muy egoísta, quisiera que me escucharas, sé que es una ironía, somos agua y aceite, pero quiero tenerte en mi vida, si consideras después de esto, que lo mejor es que me largué de tu lado, no habrá reproches.
Dije para luego besar con suavidad esos bellos labios, quizás no tuviera otra oportunidad de probarlos y aunque aceptaba el hecho, eso no reducía el dolor que provocaba en mí aquel posible desenlace.
Me separé con lentitud mientras tomaba su rostro entre mis manos y dejaba un casto beso en su frente, me concentré en un punto fijo para hablar nuevamente.
-Mi padre nos abandono cuando apenas éramos unos bebes, dejó a una mujer joven con dos pequeños gemelos de apneas unos meses, sola y desamparada…lo más irónico de la situación es que mi madre nunca lo culpó ni le reprochó nada, un día… cuando tuve edad suficiente para entender algunas cosas, le pregunte si ella odiaba a ese hombre por lo que nos hizo, porque yo si lo odiaba, ver a mi madre llegar a casa cansada de trabajar por cantidad de horas inhumanas para poder salir adelante, siempre con una sonrisa en su rostro, sacando tiempo de donde no existía, para poder compartir con nosotros una charla o una cena, hacía que no pudiera perdonar a ese poco hombre, que nunca pude llamar padre.
Mi mente viajó a aquel día inconscientemente, mientras le contaba aquella anécdota.
Mi madre me miro a los ojos con amor y ternura y me contestó…
-Cariño, la vida es demasiado corta para guardar esos sentimientos en el corazón, al final terminan endureciendo y corrompiendo el alma, no puedo odiar a la persona que me dio la mayor felicidad que pueda existir, me dio dos soles que alumbran mis días constantemente, no sé qué sería de mí sin ustedes… Simplemente me hizo entender que hay dos tipos de personas, las primeras, que dejan que el miedo las paralice y deciden huir antes de enfrentar sus mayores temores… y las segundas, que pese a el temor y la incertidumbre del mañana, deciden dar batalla, tratando de permanecer en pie… en aquel momento viéndolos dormir tan dulcemente, tomé una decisión, sería de las personas que darían batalla, pese al miedo que sentía no me podía permitir huir, tenía dos tesoros que dependían de mí.. tu padre tomó una decisión equivocada, el miedo termino por manejar sus acciónes, no lo culpo, tu no deberías hacerlo, solo te pido que al momento de tomar una decisión siempre elijas ser del segundo tipo de persona… recuerda siempre que toda acción tiene consecuencias hijo, tienes que tener la fortaleza para poder afrontarlas.
No pude contestarle nada, mientras ella se paraba para darme un fuerte abrazo y un gran beso agregando…
-Nunca pienses que me arrepiento de permanecer de pie, el verlos crecer es lo que alimenta mi motor Daimon, ve y duerme que mañana será un gran día.
Terminó con una sonrisa, mientras yo salía de la sala con un nudo en mi garganta y lagrimas que no me permití derramar frente a ella.
Volví al presente cuando sentí los brazos de Emma envolverme contra su cuerpo.
-Ohh mi Ángel, Bianca es una persona única en este mundo, has tenido suerte en tener a una madre como ella.
Dijo limpiándome una lagrima que cayó sin permiso por mi mejilla.
Carraspeé mientras seguí hablando.
-Aunque ella no lo diga, se que soy una decepción para esa gran mujer.
-Como puedes decir e…
Coloqué un dedo en sus labios tratando de silenciar su respuesta.
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Editado: 12.03.2020