Quiero Creerte

AMIGOS...

Nada de lo que imaginé me preparó para la reacción de Emma.

Me tomó fuertemente de la camisa y me atrajo hacia ella, me besó de una forma tan apasionada, que mi mente colapsó por un breve momento.

Me aferré a ella, como un si fuese un oasis en el medio del desierto.

Era su manera de mostrarme que me aceptaba con todo y mis demonios, algo que me hacía sentir en el mismisimo cielo, algo contradictorio pero verdadero.

Sentimos murmullos algo cerca de nosotros, lo que nos llevó a separarnos.

Dos señoras mayores nos veían con desaprobación y molestia, lo que hizo que Emma se avergonzara muchísimo.

No pude evitar reírme de aquella incomoda situación, por un momento habíamos olvidado que nos encontrábamos en el cementerio, frente a las tumbas de su padre y hermano.

-Bonita eso a sido magnifico, pero creo que no queremos que nos acusen de exhibicionismo, deberíamos continuar en un lugar más privado.

Dije en voz lo suficientemente alta para que aquellas mujeres pudiesen escucharme, las expresiones en su rostro eran dignas de una película de horror, lo que aumentó mi risa, pero me gané un golpe en el pecho por parte de Emma, quien se veía muy apenada.

Tomé su mano para salir del lugar, pero antes me giré sobre mis propios pies para quedar frente a la lápida de su hermano.

-Bruno… prometo cuidarla y esforzarme porque sus momentos de felicidad sean muchísimos, quizás no sea el mejor cuñado…si estuvieras aquí lo más probable es que quisieras darme una buena golpiza por meterme con la pequeña Emma, pero me han enseñado a luchar por lo que quiero… y la quiero hermano, como no he querido a nadie.

Dije sorprendiéndome hasta a mí mismo por aquellas palabras dirigidas a la nada, al darme vuelta Emma lloraba con una gran sonrisa, algo extraño, pero se tiró en mis brazos y enterró su rostro en mi pecho susurrando.

-Gracias mi Ángel.

-Vámonos que hay un lugar al que quiero que me acompañes, prometo que será mucho mejor que a donde tú me has traído.

Dije en broma para hacerla reír.

Nos fuimos de aquel lugar abrazados, Emma se apoyaba en mí, para no recargar su pierna, debía de ver como se encontraba su herida, ya que ayer no pude hacerlo, cuando la dejara en su casa más tarde me encargaría de revisarla.

Al subirnos al auto me permití besarla lentamente, disfrutando de la privacidad que nos daba estar dentro del coche, sin las miradas curiosas de la gente sobre nosotros.

Me separé usando todo mi autocontrol, antes de que las cosas subieran de temperatura aquí dentro.

Le pregunté si tenía algo de tiempo, ya que lo que pensaba hacer nos llevaría algunas horas. No habíamos almorzado nada, así que primero hice una rápida parada en un pequeño lugar de comidas al paso, compré dos hamburguesas completas y dos bebidas para llevar. Comimos en el auto mientras reíamos de cosas absurdas.

Al terminar puse en marcha el auto para ir hacia el local de Robert, hacía mucho no ponía un pie por aquel sitio, pero llevaba hace algún tiempo con una idea rondando por mi cabeza, sabía que no había nadie mejor que él para llevar a la realidad aquello.

Nos tomó una media hora poder llegar al lugar, la cara de Emma al entrar a aquel amplio local fue de sorpresa y alegría, miraba absolutamente todo con un brillo en sus ojos que me provocaba diversión, parecía una niña pequeña en una tienda de dulces.

Desde un pequeño cuarto dividido del resto por una cortina azul, salió Vanesa, quien al verme corrió a tirarse en mis brazos con una gran y amplia sonrisa gritando de alegría.

-¡No puedo creerlo! ¿eres tú de verdad? ¡Cuánto tiempo, creíamos que no te veríamos más por aquí!

-Si… es que estado un poco ocupado preciosa, no se desharán de mí tan fácilmente, no te ilusiones.

Dije revolviendo su pelo negro.

Sentimos un carraspeo desde atrás, al girarnos Emma se veía verdaderamente molesta, se encontraba seria con sus brazos cruzados frente a su pecho. Los ojos de Vanesa le dieron un repaso sin perder la sonrisa, mientras Emma hacia lo mismo, pero con cara de pocos amigos.

-Oh por dios Di!!!! ¿Quién es esta hermosura?

-Ella es mi Cherry, mi jefa… y mi novia, quería que la conocieran, aunque también he venido por un trabajo.

Dije mientras veía a Emma divertido, se podían oler sus celos desde la otra manzana, pero me miró con ternura cuando nos etiquete con aquel título, aunque pensándolo detenidamente no se lo había pedido aún, me regañé mentalmente, sería algo que debía de arreglar después.

-¡No creí vivir para presenciar este momento! ¡Cariñoo ven aquí en este instante!

Gritó llamando a Robert, quien salió con su maquina desde detrás de otra cortina.

Al verme su felicidad era palpable, me alegré tanto al ver a un viejo amigo, los había dejado algo descuidados durante este último tiempo, ellos junto con LucaS, conformaban al grupo de mis mejores amigos, eran el claro ejemplo de que no todo era una porquería en aquel lugar.




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