Quiero Creerte

HILOS DEL DESTINO...

Los seguí por un trayecto que me pareció muy familiar, sin darme cuenta de ello, habíamos terminado por mí vecindario, no entendía que asuntos tenía Emma por esta zona, pero se detuvieron frente al local de Robert, esto llamó mi atención, sorprendiéndome mucho.

Traté de serenarme, si la reunión que tenía esta tarde era con él o con Vanessa, podía entender que en la empresa no supieran de esto, claramente me estaba comportando como un maniático novio celoso.

Comencé a reírme de mi mismo, de mi tonta actitud y de mis ideas absurdas.

No entendía que era lo que me llevaba a comportarme de esta forma, pero molesto conmigo mismo por la situación, salí de allí.

Recibí una llamada de Sam, la cual atendí enseguida.

-Emmmm hola Di…

-Hola Sam, ¿qué sucede?

Pregunté al sentir el nerviosismo en su voz.

-No te alteres ni preocupes, he tenido un pequeño accidente saliendo de casa, no es nada grave, estoy bien…esto…estoy en el hospital… necesito que alguien venga por mí… ¿puedes venir a buscarme?

-Enseguida.

No esperé que me respondiera, corté y salí rumbo al hospital, a pesar de que me dijo que no me preocupara era imposible no hacerlo, hasta no ver con mis propios ojos cómo se encontraba no iba a estar tranquilo.

Agradecí encontrarme a unas cuadras del lugar, fui lo más rápido que pude.

Al llegar aparqué el auto y me dirigí hacia dentro buscando a Sam.

La encontré discutiendo con un hombre, se la veía molesta.

Me acerqué a ellos, su expresión cambió en el momento en que nuestros ojos se encontraron, el tipo con el que discutía siguió la mirada de mi hermana hasta dar conmigo, mi cara era de molestia pura, Sam estaba en una sola pieza y solo llevaba una pequeña venda en su rodilla, pero sabía que aquel rubiecito tenía algo que ver con que ella haya tenido que terminar aquí.

Me detuve frente a ellos, escaneé con la mirada a Sam, antes de que esta se lanzara a abrazarme.

-Diii!!...que rápido has sido.

Dijo apartándose un poco, pero sin separarse mucho de mí.

-¿Que sucedió?

Pregunté mirando al hombre con mucha seriedad, me sorprendió, ya que al verme en aquel estado ni se inmuto, tan solo tensó su mandíbula y contesto con tranquilidad.

-Fue culpa mía, me perdí, estaba conduciendo distraídamente y no vi que la señorita cruzaba la acera…no iba muy rápido, pero impacté contra ella, tuve que insistir mucho para que viniera a revisar su golpe, pero logré traerla…

La miró a ella mientras seguía hablando.

-Solo fue un susto, tiene un raspón en su pierna y el golpe en su cabeza no tendrá más consecuencias que algo de dolor, la factura del hospital ya está saldada, me ofrecí a llevarla para asegurarme que no necesitara nada, pero es una chica algo obstinada y cabeza dura.

Dijo lo último mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios.

-Debes de manejar con más cuidado… tuviste suerte que solo su pierna se llevara un raspón, sino tú tendrías en estos momentos unos cuantos huesos rotos.

Dije acercándome a él.

-Tranquilo... no me perdono haber lastimado a esta bella dama, pero déjame decirte que fue una de las mejores coincidencias…o colisiones que pude haber tenido.

Esto debía de ser una broma, este tipo tenía el descaro de estar coqueteando con Sam delante de mí, sin ninguna vergüenza, era un gran idiota, después de que pudo haberla lastimado gravemente.

Las manos de Sam se aferraron fuertemente a mi brazo y jaló de mí, hasta que comencé a seguirla a la salida, no sin antes lanzarle una mirada asesina a aquel imbécil que solo la veía a ella.

-Vámonos, no merece la pena Di.

Dijo Sam con su cabeza gacha, pero no me paso desapercibido el rubor que teñía sus mejillas en aquel momento.

-¿Segura que te encuentras bien?

-Si tranquilo, solo quiero descansar.

Contestó mientras nos dirigíamos al auto.

Abrí la puerta del copiloto y la ayudé a ingresar, antes de que pudiese rodear el auto una voz familiar llamó mi atención.

-Tioo Di!

Me di la vuelta y la atrapé en el momento justo, cuando se lanzaba hacia mí, una pequeña de larga y lacia cabellera negra se aferraba con cariño a mi cuerpo.

-Karly princesa… cómo…que sorpresa.

El mundo dejó de girar en el momento en que sentí unos pasos acercarse a nosotros, mientras bajaba a la niña al suelo, sin ser capaz de levantar mi mirada.

La sonrisa tan cálida y sincera que Karly me dedicó, me lleno el pecho de una extraña emoción.

-¿Cómo has estado pequeña?

Pregunté mientras revolvía su cabello en un gesto de confianza y cariño.

-¡Muy bien!

Gritó elevando sus manos al aire, mientras agregaba.

-Hoy tuve mi chequeo anual y salió todo excelente.

Su felicidad era contagiosa, un carraspeo nos obligó a observar a la pareja que se acercaba a nosotros.




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