Quiero Creerte

VISITA INESPERADA...

Al despertar, para mi sorpresa, estaba solo en aquella inmensa cama, las sabanas se encontraban frías a mi lado, por la falta de calor del cuerpo de Emma, lo que me decía que se había levantado hacía ya un buen rato.

 

Pero lo que más me desconcertó fue sentirme como me sentía, experimenté una sensación de vacío aterradora.

 

Soy un hombre al que siempre le gusto despertar solo, era una sensación única poder estirar mi cuerpo entre mis sabanas sin que nadie estorbara en mi espacio personal.

 

Pero bien dicen que el hombre es un animal de costumbre…

 

En tan poco tiempo habíamos amoldados nuestras vidas de tal forma, que era común dormir juntos y despertar de la misma manera, me había convertido en un completo nenaza con respecto a Emma y mis sentimientos y aunque muchas veces esto me frustrara, me gustaba sentirme completo a su lado.

Me levanté para dirigirme al baño a darme una ducha, necesitaba despertarme completamente, para ser mas de las diez y media de la mañana me sentía exhausto por la falta de sueño de la noche, producto de la fiesta y nuestro festejo personal.

Después de asearme, me coloqué solo un bóxer y salí rumbo a la sala, Emma era muy reservada con respecto a su vida privada, por lo general no tenía visitas, por eso no me preocupaba andar casi desnudo vagando por el lugar.

Sentí su voz proveniente de la cocina, se escuchaba algo molesta, sin querer interrumpir lo que suponía era una charla telefónica me dirigí silenciosamente hasta ella.

La vi parada muy cerca de la puerta, se encontraba de espaldas a mí, pero su postura mostraba irritación, era muy temprano para que estuviera tan estresada por cosas de trabajo, pero verla nada más que con mi camisa puesta, despertó en mí instintos primitivos, así que sigilosamente me acerqué tomándola de la cintura para pegarla a mi cuerpo sin escuchar de lo que estaba hablando.

Su cuerpo se tensó completamente, dió un brinco producto del susto que le provoqué.

-No es lindo despertar y no tenerte a mi lado.

Susurré contra su cuello, mientras me permitía perderme en su esquicito aroma.

-¡Por todos los dioses!

Levanté mi rostro asombrado por aquella voz retumbando en el lugar, no provenía de Emma quien había quedado muda y estática entre mis brazos.

Marta se encontraba con cara de espanto, mirándome como si de pronto me hubiesen crecido tres cabezas.

-Ohh… disculpé… no esperaba que Emma tuviese visitas…

Traté de ocultar mi cuerpo desnudo detrás del de Emma, pero claramente fallé en el intento, ya que era mucho más grande que ella.

Su madre posó sus ojos penetrantes en su hija, sin siquiera dirigirme una palabra.

-No puedo creer lo bajo que has caído.

Le habló de forma dura y reprobatoria.

La mujer frente a nosotros tomó su pequeño bolso que reposaba en la isla del medio de la cocina y con paso firme se dirigió a la puerta, pasándonos por nuestro lado para salir del lugar.

-Espero que seas inteligente y asistas a la fiesta de esta noche…no hagas las cosas más complicadas, por tus tontos caprichos, ya no eres una niña…

Habló bajo, pero en un tono audible para ambos y se retiró agregando.

-Conozco la salida.

Se sintió la puerta de la entrada ser abierta y cerrada, pero ninguno de los dos dijo o hizo algo.

Nos mantuvimos en silencio por un largo rato, hasta que Emma fue capaz de hablar.

-Yo...yo lo siento.

Dijo muy bajo, pero logré escucharla claramente.

-No deberías.

Dije mientras soltaba mi agarre de su cintura, estaba molesto, demasiado molesto, pero no quería culparla a ella por esto, su madre era un claro problema en nuestra relación, entendía que nunca tendría su aprobación y no sabía hasta que punto le importaba eso a Emma.

Mi cabeza comenzó a trabajar a una manera veloz, juraría que se podía ver a distancia como los engranajes de mi cerebro se ponían en funcionamiento.

Nunca sería suficiente para Emma, ella estaba a otro nivel, aunque me costara admitirlo sin sentirme menos y tremendamente miserable, era obvio que no le sumaba nada a su vida, más que problemas, en mi interior sabía que no podía darle ninguna estabilidad o seguridad, no era nadie a su lado.

Cuando mis pies se movieron con vida propia, para salir rumbo al cuarto para vestirme, Emma se giró rápidamente para abrazarse a mi cuerpo de manera necesitada.

-Por favor… no te vayas…yo…

-Eh tranquila bonita… solo quiero ir a vestirme, sabes que no soy pudoroso pero el exhibicionismo no es algo que practique por hobby.

Dije de forma burlona tratando de tranquilizar a Emma y a mí mismo.

Se apartó con su mirada perdida, cuando levanté su barbilla para estudiarla detenidamente, pude ver como sus ojos se encontraban cristalizados por lágrimas retenidas en ellos.

-Oye muñeca no dejes que esta visita inesperada arruine nuestro día, reconozco que me enfurece la actitud de mi querida suegra, pero no dejaré que estés mal por ello.




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