Al llegar a la biblioteca me asombré de lo bello que se veía aquel edificio de día, las caras de los niños que reían y se divertían jugando fuera me contagiaron de alegría.
Entré con paso dudoso, el lugar estaba lleno de personas, todos me miraron con algo de curiosidad, desde detrás de unos estantes un chico con gafas al verme sonrió de forma arrolladora, sin más comenzó a correr y se lanzó hacia mi gritando fuertemente.
-Diiii!!!!! ¡¡No puedo creer que seas tú!!
La confusión se adueñó de mí, al ver a este chico con algunos granos de la pubertad en su rostro, unas gafas de lectura y su cabello alborotado.
-Emmm si soy yo…
No quería sonar descortés, lo veía muy familiar, sabía que conocía a aquel muchacho…
-¿No te acuerdas de mi? Quizás el ser famoso te a atrofiado las neuronas de forma permanente y te terminaste por convertir en un idiota.
Dijo molesto apartándose de mí, cruzando los brazos en su pecho.
Una voz melodiosa sonó desde detrás del mostrador de la entrada.
-¡Black! ¿has conseguido los libros que te pedí?
El chico frente a mí se giró hacia atrás para ver a la mujer dueña de aquella voz, mientras mi mirada seguía la suya.
-¡¡Noo perdona Emm me distrajeee!!, ¡es que no me lo vas a poder creer, tenemos visitas!
Dijo alegre mientras caminaba al mostrador.
-Si claro tu te inventas que nos visitan Aliens con tal de no trabajar, ¡deja de holgazanear!
Lo reprendió de forma cariñosa sin sacar la vista de la computadora.
-Si los Aliens debieron de secuestrar a Daimon y borrarle la memoria, ya que no se acuerda de mí, luego de ver que no les servía para mucho por su poco coeficiente intelectual lo trajeron y escupieron en la entrada del lugar.
Dijo Black con burla sin percatarse que el rostro de Emma se elevó de forma brusca con cara de espanto, sus ojos chocaron con los míos y puedo jurar que mi corazón saldría de mi pecho de un brinco, mis pulmones comenzaron a fallar y el poco oxigeno que llegaba a mi cerebro me hizo actuar como un idiota, ya que no podía moverme o hablar, solo observarla allí de pie.
-Daimon…
Susurró Emma casi de forma inaudible.
Black veía a Emma y luego a mí con incomodidad.
-Ok…. Iré a buscar los libros que necesitabas, así pueden hablar tranquilos.
Dijo mientras se movía hacia las estanterías desde donde anteriormente había salido, antes de que desapareciera mi cerebro reaccionó para salir del estado de shock.
-Eh Black has cambiado mucho en este tiempo… estas hecho casi un hombre, no te he reconocido con aquellas gafas de niño friqui.
El tono de burla era evidente en mi voz, pero agregué más serio.
-Me alegro mucho de verte, en verdad.
-¿Cómo que casi un hombre? ¿¡No has visto acaso que tengo barba!?
Dijo señalándose indignado los casi inexistentes vellos de su rostro.
No pude evitar reír de forma sincera por su expresión.
-Claro perdona, es que por la sorpresa no eh podido verte detalladamente.
Contesté mientras él negaba y se iba a seguir con su labor, dejándome con mis nervios y el malestar a mil por mil.
Emma salió desde el mostrador y se posiciono frente a mí, con su rostro serio, se podía ver claramente su incomodidad con aquella situación en su postura rígida.
-Cherry…
-¿Qué haces aquí Daimon?
-Vine por la boda de Sam…
Traté de justificar mi presencia, pero Emma no me dejó terminar de hablar.
-Ya sé que has venido por la boda Daimon… ¿qué haces aquí en la biblioteca?
-Yo… solo pasaba por aquí, quise venir a ver qué tal estaba todo…
- ¿Después de tres años te interesa acaso como están las cosas en verdad?
Con indignación me dio la espalda mientras enfadada se iba detrás del mostrador nuevamente, pero agregando antes.
-Creo que ya has visto suficiente…si has saciado tu curiosidad debes irte, tu tiempo se cotiza demasiado para que lo pierdas de esta forma.
-Emma yo…
-Adiós Daimon.
Dijo sin verme a los ojos, no dejándome otra alternativa más que irme de allí.
No pretendía encontrármela tan pronto, pero en mi desespero al darme cuenta de la cantidad de cosas que deje detrás en mi partida, me fue imposible reaccionar coherentemente.
Por las puertas de cristal pude ver como Emma limpiaba una solitaria lagrima que caía por su mejilla, me sentí el hombre más miserable del mundo por ser el causante de su tristeza y sufrimiento, sin ser capaz de decir más me fui hacia mi motocicleta.
Al subirme en el asiento la risa de una pequeña me llamó la atención y al levantar mi rostro pude ver a Titi venir hacia la entrada de la biblioteca con ella en brazos.
Al verme su rostro se llenó de confusión, cuando se fue acercando a mí la niña que llevaba en brazos se removió para que la bajara y antes de salir corriendo a la entrada me observó con una brillante sonrisa en sus labios.
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Editado: 12.03.2020