Los días pasaron lento y de manera tortuosa, debía de encontrar un traje para la boda de forma urgente ya que me había dejado estar con aquel tema y no podía darme el lujo de presentarme a la boda de forma informal siendo el padrino de la misma.
Sin muchos ánimos salí rumbo al centro comercial, en una de las mejores zonas de la ciudad, necesitaba encontrar algo decente y allí era el mejor lugar para lograrlo.
Iba caminando distraídamente mientras veía las vidrieras de las diferentes tiendas, cuando de pronto algo pequeño choco contra mí, con urgencia me hinqué en el suelo y levanté a la niña que se había enojado por caer de cola al piso por el impacto.
Quedé inmóvil cuando reconocí de quien se trataba y una dulce voz se escuchaba algo agitada.
-Ángel por favor no corras así…
Al irse acercando a nosotros siguió hablando.
-Disculpe señor es que esta algo inquita, ha comido muchas golosinas y la han dejado…oh Daimon.
Cuando levanté la vista sin soltar a la pequeña niña que se disponía a seguir corriendo, un estremecimiento me recorrió de pies a cabezas.
Emma quedó inmóvil en su lugar, hasta que la voz de la niña nos sacó de la burbuja que se había creado a nuestro alrededor.
-Mami mami!
Gritaba sin deja de alzar los brazos hacia Emma.
Un interruptor en mi mente se encendió en el momento en que observe a aquella pequeña en mis brazos y noté lo evidente entre ellas, era su hija, aquella niña tenia los mismos ojos que Emma, aunque su pelo era negro como la noche era evidente el parecido que tenían entre ambas, pero después se parecía mucho a……a mí, quizás mi cerebro me estaba jugando una mala pasada, pero no pude evitar hacer cálculos mentales, mi voz sonó casi estrangulada en el momento en que me paré con la niña en brazos.
-¿Cuantos años tiene?
El rostro de Emma se descompuso entre el asombro y el miedo, me arrebató a la pequeña mientras se alejaba sin querer contestar mi pregunta.
-No puedes irte y evitar contéstame por favor.
La tomé de su muñeca sin llegar a hacerle daño.
-Déjame Daimon, nunca debiste de haber vuelto.
-Pero estoy aquí Emma eso no puedes cambiarlo, dime la verdad.
Dije casi rogando.
-¿¡Porque no dejas de ser el mismo cobarde de siempre y preguntas lo que en verdad quieres saber!?
-¿Ella es mía?
La voz me temblaba y mil emisiones se apoderaron de mí en aquel instante.
-No Daimon…ella es mía…
El corazón dejó de funcionarme por una milésima de segundo, para luego comenzar a funcionar de forma frenética a medida que ella seguía hablando.
-Pero si a lo que te refieres, es que si es tu hija…si Daimon si lo es.
Dijo molesta zafándose de mi agarre de forma brusca.
-¿P-pe-pero por qué?
-Nunca intenté ocultártelo Daimon, si te hubieses dignado a aparecer te lo hubiese dicho antes, quise comunicarme contigo más de una vez, pero el estrés en mi vida estaba afectando a mi bebe y tomé una decisión, me fui de aquí a una estancia ubicada en Brasil, para poder tener a mi pequeña con tranquilidad, lejos de todo, principalmente de mi madre quien de haberlo sabido hubiese hecho lo posible para que no continuara con mi embarazo…
-…Hemos vuelto hace un año, pero tu nunca diste señales de vida, solo Titi estuvo a mi lado, es la única que sabe de su existencia.
-Yo no sabía...yo si hubiera…
-No puedes cambiar nada de lo que ha pasado Daimon, solo no quiero que compliques mi vida, sobreviví sin ti y lo seguiré haciendo, no seremos un impedimento en tu carrera ni en tu vida, solo has de cuenta de que nunca me conociste, cosa que te a salido perfectamente bien hasta ahora y sigue con tu vida sin pensar en nosotras.
Dijo para comenzar a caminar a paso apresurado lejos de mí, en el momento en que salió por las puertas del lugar, corrí como un demente para poder alcanzarla.
-¡Espera por favor!
No sé en qué momento había comenzado a llorar, pero me encontraba roto por toda la jodida situación, no sé si Emma sintió la desesperación y desasosiego con que sonó mi voz, pero algo hizo que se detuviera de pronto.
Agradecí que estuviésemos un poco apartados del resto de la gente, me acerqué a su cuerpo, que temblaba producto del llanto del que era presa.
-Yo lo siento Emma, por todo, de verdad.
-No tienes que disculparte conmigo por nada, después de todo en tu carta de despedida me explicaste lo que no pudiste en persona, ¿no es así?...
-…Si no recuerdo mal decía “Mi dulce Cherry, espero algún día puedas perdonar mi cobardía pero debo irme, no puedo quedarme a tu lado, sin ser alguien digno de ti, necesito sentirme bien conmigo mismo y aceptarme, crecer y ser alguien mejor, no dudes nunca del amor que juré tenerte, pero el amor muchas veces no suele ser suficiente, tengo miedo de no poder hacerte feliz, de que descubras que no te merezco, que encuentres a alguien mejor que logre darte lo que yo no puedo, es ese mismo miedo el que me lleva a hoy decirte adiós… te amare eternamente”
-Ya que no tuve la oportunidad de responder tu carta, por falta de un receptor… te lo diré ahora en persona.
Tomó aire y acomodando a la pequeña en sus brazos, quien se acurrucó a ella con sueño casi quedando dormida, se dio vuelta y quedamos muy cerca el uno del otro, podía sentir el calor que emanaba su cuerpo, esta vez mirándome a los ojos siguió hablando
-Nunca te pedí nada que no pudieras darme, nunca exigí nada de ti, me hacías feliz con solo estar a mi lado, tu compañía alegraba mis días, me hacías olvidar de los problemas o el estrés de mi día a día, pero decidiste quitarme toda esa paz y felicidad que me brindabas solo por tus absurdos miedos…crees que porque te definas como cobarde justificas tus acciones, pero no es así, nada justifica lo que hiciste, lo que me dañaste, me enfrente a muchas cosas sola por tu estupidez, me prometí no volver a confiar en ti, creí que por todo tu pasado y todas las cosas que viviste eras un hombre maduro que valoraba las cosas que la vida tenia para ofrecer, pero nunca dejaste de ser un niño con actos de rebeldía que dañan a los demás y a ti mismo… dime Daimon, ahora que tienes dinero y fama ¿por qué tus ojos se ven vacíos y sin vida? ¿No era lo que creías que necesitabas tener para crecer y ser mejor persona? Tu orgullo te cegó y no viste nada más que por ti.
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Editado: 12.03.2020