Dylan pensó en lo sucedido durante todo el trayecto de regreso. Sus manos temblaban y su corazón latía fuertemente. En su cabeza miles de ideas y sensaciones fluctuaban aceleradas. ¿Cuánto tiempo había pasado desde aquel trágico día? ¿Cómo era posible que cambiaran tanto las cosas? Un nudo en la garganta comenzaba a formarse, ahogándole. Su respiración entrecortada y agitada fue el aviso que le indicó a Marie que algo estaba sucediendo.
Marie lo miró angustiada, le preocupaba que estuviera guardándose las cosas y tomándolo del brazo le ayudó a bajar de la micro. Una vez en tierra firme, se acercó y cálidamente puso su mano sobre las de Dylan en señal de consuelo. Él cabeza agacha solo pensaba en las miles de cosas que habían cambiado, sin notar el gesto que ella le compartía. Marie notó que aquello no era suficiente y acercándose con cautela lo abrazó, acariciando su espalda con ternura. Dylan se estremeció, su corazón comenzó a latir fuertemente y todas aquellas dudas se disiparon de inmediato. Quiso comparar aquel abrazo con el Ellie, pero ambos eran incomparables. El primero estaba lleno de ansias de su parte, idealizándolo completamente, mientras que el segundo, era tierno, sincero y cercano. Se dejó llevar por esa sensación de cariño, cayendo en la calidez de los brazos de Marie, y sin siquiera darse cuenta se encontraba llorando sin contenerse. Marie, solo tuvo que acariciar su espalda y esperar a que Dylan soltara toda esa pena que llevaba consigo.
Ellie suspiró algo confundida. Aun recostada en la puerta miraba hacia arriba como esperando encontrar alguna respuesta. Su mente estaba llena de imágenes, y fue particularmente una la que se alojó haciéndola llorar: David sentado con un libro en sus manos, observándola directamente a los ojos. Caminó rápidamente a su habitación y se lanzó sobre la cama, intentando ahogar sus penas en la almohada. “¿Por qué sigues aquí?” se preguntó, cuestionándose a sí misma al pensar en aquel joven. “¿Por qué sigo viéndote en mis pensamientos?” Estaba absorta en los ojos de aquel joven cuando una voz la distrajo.
-¿Te agrado?-dijo escuchándose distante. Ellie levantó la cabeza de la almohada y se incorporó rápidamente sentándose en la cama.
-¿Qué?- preguntó mirando a su alrededor, completamente aterrada.
-¿Te desagrado?- volvió a preguntar la voz, estaba vez mucho más cercana.
Ellie se levantó de la cama, tomando una almohada a modo de protección y caminó temerosa hacia la puerta. Frente a ella, en un rincón de su habitación una imagen se formaba algo traslúcida y tenue. Al cabo de unos segundos, pudo divisar que se trataba de David que cada vez tomaba más forma y color. Ellie miraba asombrada, sin emitir ningún sonido, tragando asustada su salida, temblando como si se tratara de una gelatina.
…
David se encontraba tendido en su cama. Miraba el cielo raso de su habitación y repetía seguidamente extrañas palabras, algo que había aprendido cuando pequeño y que le ayudaba a ordenar sus pensamientos. Se encontraba en eso cuando pensó en aquella chica. Se vio frente a ella preguntándole si le agradaba y deseando volver a aquel momento, pregunto a viva voz:
-¿Te agrado?- sintiendo como si su voz se fue de la habitación en un sonido de ultratumba.
Se levantó caminando hacia su escritorio intentando escucharse a sí mismo pero no le resultaba y nuevamente volvió a preguntar, esperando recibir respuesta:
-¿Te desagrado?- dijo escuchándose mucho más lejano que antes.
Pensó en que quizás su voz se estaba acabando y descartando todo pensamiento solo deseo terminar con todo aquello extraño que estaba sucediéndole. Sin darse cuenta siquiera sintió un deseo enorme de volver a ver a aquella chica y al cabo de unos segundos estaba en otro lugar completamente distinto.
…
David, en su deseo de verla, se había transportado hacia la habitación de Ellie, sin comprender cómo ni porqué. Un deseo oscuro invadió su mente y la desesperación de lo inexplicable comenzó a apoderarse de su cordura.
-¿Dónde estoy?- dijo aturdido y asustado, mirando a su alrededor sin percatarse de quien tenía al frente.
-¿David?- preguntó Ellie igual de asombrada, abrazando su almohada con fuerza.
-¿Eres la chica? ¿Por qué estas aquí?- preguntó David entrando en pánico, observándola fijamente.
-Esta es mi habitación. –añadió Ellie con un tono suave, temiendo que confrontarlo pudiera causar algún problema.
-¿Cómo llegue aquí? Estaba en mi casa.
-¿Tú no sabes lo que eres?
-Soy un mamífero, una persona. -respondió David no comprendiendo lo que sucedía. Entregando una respuesta dentro de sus registros.
Poco a poco, su desesperación comenzó a impacientarlo. Se acurrucó en una esquina de la habitación y colocó sus manos en los oídos intentando calmar su espíritu pero todo le resultaba en vano. Su mirada comenzaba a tornarse extraña, intentaba mantener el control pero era difícil, sentía una presión oprimiendo su pecho, quiso levantarse sosteniéndose con dificultad del escritorio que se encontraba a su lado, pero algo le detenía. Intentaba tranquilizarse, mientras Ellie completamente aterrada seguía preguntando cosas que él no podía responder.
-¿Estas vivo o muerto?- preguntó Ellie estremeciéndolo.
David, se levantó mirando a Ellie a los ojos. En su mente la pregunta que ella acaba de hacerle revotaba como pelota de tenis, estremeciéndolo. “Vivo o muerto” se repetía incesantemente una y otra vez como buscando la respuesta en las mismas palabras. Luego de unos segundos de indecisión, abrió la boca y dijo:
-¡Claro que estoy vivo! – algo molesto. -Respiro, me alimento... -intentó explicar mientras pensaba en las palabras que emitía. “¿Respiro?” Se preguntó colocando su mano en el pecho. “¿Mi corazón late?” “¡No!” “¿Qué me sucede?” “¿Por qué me desvanezco?” -¡Espera!- gritó dirigiéndose a Ellie que lo observaba distante. -¡No respiro! ¡Ya no recuerdo la última vez que comí algo! ¡¿Qué está sucediendo?!