Quiero Morir (si puedes, sálvame)

10. Ofrenda Especular

     Volvía a llover después de un par de días. Por supuesto, para Sofía era cualquier cosa menos un buen presagio, sobre todo estando como entonces, a punto de anochecer.

     A pesar de haber hablado y preparado tanto, la situación seguía siendo peligrosa e indeseable. La verdad sentía que era mayoritariamente su culpa, por no poder desobedecer a su padre; debería haber entregado toda su investigación sin más, pensó.

     Lo cierto es que las cosas terminaron llevándoles a una escena demasiado similar a la noche más trágica de su vida. Quien también debía tomar responsabilidad era Franklin, quien con sus locas ideas les convocó allí, a esperar nuevamente al enemigo. Sofía pensó al principio que era algo repetitivo y que sus enemigos podrían prever; para eso Franklin propuso aún más preparación.

     Lo que no le terminaba de convencer a Sofía era que un buen porcentaje de la sorpresa que preparaban era el usar a sus hermanos. En todo caso, podía entender que Samantha se encargara de causar distracciones y molestar al enemigo. Lo que sí era enfermizo era el encargarle a Anthony el disparar una ballesta. A pesar de que discutieron mucho al respecto, al final la decisión quedó en manos del necio de su hermano, por lo que ello no pudo hacer más que guardarse ese resentimiento, que más tarde se convirtió en un deseo sincero de que no matara a nadie.

     Dos golpes al tronco de un árbol le anunciaron a Sofía que Franklin había terminado las preparaciones, luego de largas horas en las que mostró intensidad máxima. Siendo ese el caso, le tocaba a ella posicionarse. Para ello empezó a caminar por el sendero en medio del bosque hasta que encontró una roca al lado del camino, y se sentó en ella. Con una mano sacó del bolsillo interno de su vestido un manojo de papeles. Según Franklin, solo los documentos originales podían hacer la carnada perfecta. Pensando en eso, Sofía se percató que había cedido mucho en ese plan. De alguna forma su inconsciente confiaba desmedidamente en ese extraño sujeto.

    Luego de hacer visible la carnada, el siguiente paso era preparar su defensa. Para eso, hizo como si apoyara el peso de su cuerpo en su mano derecha. En realidad, con esa mano buscaba unos hilos transparentes tal como le habían indicado. Puesta su mano en la posición adecuada, solo era cuestión de esperar.

     Tuvo que esperar más de lo que anticipaba, pero al fin pudo escuchar una imitación de un búho. La lluvia seguía cayendo pero la zona en la que se encontraban estaba cubierta por un techo de hojas. De esa forma pudo empezar a aparentar estar leyendo de forma preocupada la investigación de su padre. El solo aparentar y no hacerlo era debido a que tenía que estar atenta a otras cosas, y que, en el fondo, tenía miedo de enterarse en qué estaba metido su padre.

     Desde la dirección a Ularydh podía ver de reojo dos figuras aproximándose. Desde su perspectiva esas dos personas eran más altas que Franklin.

     La siguiente señal fue el sonido metálico de dos armas al ser preparadas. Sin siquiera mirar a quienes querían matarla, Sofía estiró uno de los hilos con su dedo meñique. Alrededor de la zona los arbustos empezaron a moverse de manera salvaje, como si hubiese gente escondida moviéndose. Preparados para una emboscada, los asaltantes reaccionaron inmediatamente disparando sus armas. Sofía accionó su dedo anular.

     Una basta cantidad de proyectiles invadieron la zona y todos, inclusive Sofía, se pusieron a cubierto. Ella simplemente se puso al nivel del suelo manteniendo lo mejor posible la posición de su mano entre los hilos. Los dos atacantes se escondieron rápidamente detrás de árboles lo suficientemente gruesos. Lo que no esperaban era que apuntando a donde decidieron refugiarse estaba Anthony, guardando su distancia. La primera flecha la esquivó uno de los enemigos, pero no sin salir con una herida en su brazo. Mientras disparaban hacia donde estaba Anthony, los dos tipos buscaron volver al sendero pero alejándose de la zona en la que llovían proyectiles.

     La sangre hizo su primera aparición en el sendero cuando uno puso un pie en él. En ese mismo lugar surgió Franklin, quien había permanecido escondido, disfrazado de la mejor manera como si fuera parte del suelo. Antes de que el sujeto en cuestión cayera al suelo, Franklin lo remató con un cuchillazo en el cráneo. Se metió entre los arbustos enseguida; Sofía accionó su dedo medio. De nuevo, los arbustos empezaron a danzar.

     El siguiente movimiento del enemigo restante fue disparar dos veces al aire. Tras lo cual corrió en dirección opuesta a Ularydh. Pocos pasos dio antes de frenar de golpe para evitar ser impactado por un ballestazo. En ese momento, desde fuera del camino salió Franklin con un gran cuchillo. Su oponente rápidamente apuntó y disparó al cuerpo; Franklin no se detuvo, sino que insistió atacando al cuello. Con su pistola el enemigo se protegió y, tras volver a intentarlo Franklin, los dos quedaron desarmados.

     El extraño se movía mientras luchaba de forma que a Anthony no le fuera posible disparar. En esas condiciones todo pintaba mal. Sofía pensaba en intentar ir a por el arma, pero eso implicaría abandonar su puesto. Eso sería perjudicial, pues todavía le quedaba una carta por jugar; debía esperar el momento correcto para hacerlo.

     Al mismo tiempo parecía que Samantha hacía lo posible por ayudar. De nuevo se movió la vegetación al lado del camino de forma aleatoria. También empezaron a llegar ruidos, como búhos y taladros. Sin embargo, Franklin seguía sufriendo por mantenerse de pie contra alguien que no se distraía en lo absoluto.

     Cuando sí que se distrajo, al igual que todos, fue cuando el lugar se llenó de luz. Esta procedía del fuego que empezó a consumir el bosque a menos de cien metros. Sofía había hecho su movimiento, tras lo cual se alejó en dirección a Ularydh mientras elevaba los documentos de su padre, permitiendo que se mojaran.




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