Una molesta cantidad de indeseado sudor impedía a Reydhelt poder seguir durmiendo. Sin ganas de recordar lo sucedido el día anterior, se levantó y empezó a recoger su equipo de dormir a la vez que estiraba un poco sus músculos.
—Veo que te despiertas con ganas.
Una delicada y amable voz se acercó a él desde su espalda. Recibió también en esa espalda un par de palmadas casi tan delicadas como aquella voz.
—Supongo que no me puedo quejar —le respondió Reydhelt a Casey.
—Me alegra escuchar eso, supongo.
A pesar de lo que podía decir, sentimientos como angustia, miedo y pena conviven la ligera alegría que Reydhelt sentía. Casey sabía bien aquello, pero no era un buen momento para tratar eso.
—Toma, desayuna algo.
Derrochando amabilidad, Casey le hizo recibir unas galletas con mermelada que solían repartirse frecuentemente por el equipo de alimentación. Además, le entregó un recipiente translúcido conteniendo un líquido anaranjado. Como solía hacerlo, Reydhelt empezó por la bebida.
—¿Qué te parece? —Casey le preguntó a Reydhelt mientras este daba un segundo sorbo.
De inmediato notó en la bebida un sabor al que no estaba acostumbrado. Percibió también que Casey miraba atenta, como queriendo saber si era capaz de identificar la novedad.
—Esto... no está saborizado artificialmente, ¿verdad?
—¡Correcto! Me sorprendió bastante, pero según me contaron hay bastantes naranjos en la zona —Reydhelt aprovechaba para zamparse una galleta mientras Casey hablaba—. Por iniciativa de algunos terminaron preparando zumo apenas endulzado para todos.
—A mí me sorprende que se tomaran la molestia. Si te topas con los responsables agradéceles por mí.
Luego de aquel intercambio de palabras, Reydhelt continuó desayunando mientras Casey no le quitaba su mirada de encima. No le molestaba tanto ya que no era la primera vez que lo hacía. En los peores momentos en los que la comida era escasa, se turnaban para comer. En esas situaciones solía pasar que alguno se quedaba viendo mientras el resto comía.
Además, podría ser que en la situación en la que estaban Casey lo hiciera como parte del entrenamiento.
Cuando terminó sus galletas, Reydhlet bebió lo poco que le quedaba de zumo y se dispuso a ir a entregar los recipientes de su comida y bebida a los encargados de la alimentación.
—Espera, espera.
Anticipándose de forma rara, Casey se interpuso entre Reydhelt y la salida del edificio.
—Ya los voy a entregar yo, que igual tengo cosas que verificar. Tú mejor empieza el día con algo de ejercicio.
—Ah... bueno. ¿Y qué planeas hacer hoy además de ayudarme a entrenar?
—Pues nada en realidad. Solo me encargo de una cosa y regreso. Échale ganas mientras tanto, que va a ser un día largo.
Las palabras de Casey no resonaron nada bien con Reydhelt, pero este se esforzó en que aquello no se notara.
—Bueno, sigo con lo mío entonces.
—Listo, nos vemos luego.
—Espera.
—¿Si?
—Gracias... por el desayuno.
Señalando los utensilios que Casey tenía en sus manos, Reydhelt aprovechó para agradecer el trato que le había dado su amiga.
—Para eso estamos.
Después de sonreír una vez más, Casey dio media vuelta y se marchó de lugar. Reydhelt, avergonzado por lo que acababa de decir, empezó a calentar sus atrofiados músculos.
Afortunadamente Reydhelt se despertaba lento. Aun así Casey escuchó y vio suficiente para tener claro que él ya se estaba hartando del entrenamiento.
Por ello era prioritario encontrar formas de estabilizarle y motivarle. Con ello en mente era fundamental para Casey cerciorarse de que la evolución emocional de Jaque fuera positiva.
Con la cara más seria que podía poner y un ritmo de caminata considerablemente elevado, lograba esquivar conversaciones innecesarias en su camino a la zona de alimentos. Su idea era conversar primero con Elena antes de acercarse a Jaque, pues si no fuese así podría crear más discrepancias con ambas y. por lo tanto, perjudicar a su misión.
Aunque el camino se le hizo largo, finalmente llegó a la cocina. Allí buscó quien pudiera informarle de la ubicación exacta de Elena.
Como todas las personas allí parecían muy ocupadas para ser molestadas, pensó que lo mejor sería obtener la ayuda de alguien que coordinase allí. Luego de poca búsqueda localizó a una mujer con una cinta negra y verde en su brazo que le identificaba como coordinadora de departamento.
—Buenos días, ¿se encuentra por aquí la señorita Elena Parcel?
—¿Elena? Mmmm... Hoy no se si ha participado en este departamento. Me comentaron que iba a ayudar en el departamento médico.
Ante la pregunta directa de Casey, la coordinadora titubeó ligeramente para enseguida darle a entender a Casey que había perdido tiempo.
Con prisa pero tratando de no alarmar a nadie, Casey dio media vuelta con vistas a llegar cuanto antes al área médica. Afortunadamente, los dos lugares no estaban tan alejados, por lo que no tardó un minuto en llegar.
Lo que tenía enfrente eran varias pequeñas edificaciones cerradas al completo. Tenía que esperar a que alguien saliese del lugar y dicha persona estuviese libre de responderle. Para su desgracia, estuvo más de tres minutos esperando de pie hasta que una de las puertas se abrió. Ante ello se movió enseguida.
—Buen día, ¿puede ayudarme con algo?
—Eh.. claro, pero que sea rápido.
—¿Sabe dónde se encuentra Elena Parcel?
—Elena... Ah, ¿se refiere a la hija menor del señor Edwin?