Tras diversas y variadas adversidades, Casey había decidido un camino a seguir.
Después del fiasco de Adolfo, ella intentó que Jaque colaborase con Reydhelt y ella, mas eso también fracasó. Tuvo que volver a recurrir a su tío, y la autoridad que él poseía sobre el resto, para conseguir una solución que le satisficiese.
Lo que obtuvo de aquello fue un soldado de confianza a su plena disposición. Según su criterio era una opción inferior a lo que había intentado antes, pero a decir de su tío era muy capaz y se desenvolvía bien en situaciones límite. Por lo tanto, iba a ser mejor que nada.
El destino de ambos era el lugar donde Reydhelt debía estar. El sujeto en cuestión era agradable a los ojos, pero no había dicho media palabra en todo el camino. Teniendo en cuenta que iban a trabajar juntos en sesiones prolongadas, alguien tenía que empezar a formar lazos.
—¿Cómo dices que te llamas?
—Bernardo, señora. Bernardo Stevens.
—No sé que te dijo el capitán, pero eso de señora te lo puedes ahorrar.
—Entiendo, no pasará más.
—Y bien Bernardo, me contó el capitán que antes trabajabas en Ularydh. ¿Puedo saber cómo terminaste en Puerto Oculto?
—Fue un acuerdo mutuo entre mis jefes de entonces y yo. Buscaron soldados leales para estabilizar los campamentos del norte al mismo tiempo que sirvieran de informantes secundarios. Yo por mi parte me estaba aburriendo de la calma de esa increíble ciudad.
—¿Informantes? ¿Eso lo sabe el capitán?
—Seguro, tú lo conoces. Una de las condiciones impuestas a los diferentes campamentos para que recibieran la ayuda adicional era someterse a supervisión extra.
—Nada escondido entonces...
—Una de las cosas que sobra en la capital es la transparencia.
Sofía se sorprendió al oír tal hecho, pero teniendo en cuenta lo útil que había sido el apoyo las últimas semanas antes del ataque, no era de extrañarse que su tío aceptase rebajarse de esa manera.
—Hablando de transparencia, ¿sabes la razón de que te convocara?
—Necesitas respaldo por si las cosas se salen de control, con Reydhelt... ¿verdad?
—Precisamente. ¿Estuviste investigando al respecto?
—No, para nada. Pero los soldados que fueron testigos de lo que el muchacho hizo en esta misma ciudad han hablado bastante al respecto. No tardó en llegar a mis oídos todo sobre él.
—¿Lo has hablado con tus jefes de Ularyd?
—No he tenido ocasión, la verdad. Con tanto trabajo solo he descansado de noche, tiempo en el que la infraestructura de comunicación de esta ciudad no está disponible.
—¿Qué crees que pasará con el tema cuando lo comuniques? ¿Te creerán siquiera?
—Antes de salir yo de allí ya había reportes y rumores que apuntaban a un fenómeno parecido. Se había abierto ya una investigación así que el caso de... Reydhelt, probablemente sea vinculado al resto.
Solo con escuchar a Bernardo hablar de una investigación formal al respecto, una alarma saltó en la mente de Sofía.
—¿Cómo son capaces de investigar eso? ¿Tiene alguna clase de información de primera mano?
—¿Te refieres a si tienen una cobaya? La última vez que supe no. Eso sí, yo no era nadie importante allí.
—Voy a parecer muy atrevida, pero necesito que me hagas un favor.
—Si piensas que es muy necesario te escucho. Eso sí, según lo que pidas puede que no haga más que eso, escuchar.
—La próxima vez que contactes con Ularydh, ¿podrías callarte lo de Reydhelt y averiguar el estado de la investigación del tema?
—Es decir, ¿quieres que los traicione y me convierta en tu informante?
—No necesariamente; Solo es por esta vez. Quiero obtener la información antes que ellos. Luego les podrías contar como corresponde.
Necesitaba conocer entre la bruma negra y Ularydh con suficiente antelación para que no les explotara el tema al llegar a dicha ciudad. Cuanto antes supieran, mejor podrían prepararse para las diferentes situaciones posibles.
—En ese caso, no te voy a poder responder ahora mismo. Antes quiero ver lo peligroso que puede ser el muchacho.
Bernardo le acababa de proponer una dura prueba. Las emociones de Reydhelt no estaban lo estables que ella quisiera. Había grandes posibilidades de que fallara en convencer al soldado. De todos modos estaban ya cerca del edificio donde debía estar Reydhelt, por lo que no iba a tardar mucho en obtener la respuesta de Bernardo
—¡Reydhelt, tenemos visita!
Entrando al edificio, Casey anunció su llegada. Para su sorpresa, nadie respondió.
«¿Justo ahora? ¿Adónde habrá ido?»
Luego del encontronazo con Casey, la persona que logró alejarla se presentó a sí misma como Adolfo.
Se desplazaron hasta los comedores y continuaron su conversación mientras Jaque disfrutaba de su primera comida del día. Irremediablemente terminaron hablando de sus problemas con Casey y Reydhelt.
—Entonces, ¿no sabes nada?
—No, solo que Casey quiere mi ayuda. Dice que es por el bien de todos, pero ya no sé si creerle.
—Te entiendo. Es muy difícil tratar con arrogantes como ese par.
—Reydhelt... no es ningún arrogante —casi sin pensarlo, Jaque expresó su opinión de Reydhelt—.
—¿Lo dices en serio? Pero si me dices que no tienes idea de lo que se trae entre manos con la rubia esa... Me parecería una observación muy sesgada de tu parte. ¿Cuál es tu relación con el tipo ese?
La pregunta de Adolfo fue un grosero ataque para Jaque. Sentía que se estaban aprovechando de los acontecimientos recientes para lastimar sus sentimientos.
—Lo conocí hace mucho tiempo. Siempre lo he visto como un gran amigo. Pero si me preguntas ahora... no sé.