Casey contemplaba la luna que se elevaba en el oscuro cielo mientras en el campamento se terminaba de preparar todo para el viaje que estaba por llegar.
El plan era moverse de noche en favor de que todos descansaran. De esa forma, el día siguiente podía ser aprovechado para conseguir recursos. Con la gente recargada de energía, podrían incluso atreverse a visitar varias locaciones para tener las mayores probabilidades de éxito.
No solo eso, sino que la apuesta había sido subida cuando el capitán decidió dividir al grupo en dos y encargarle el liderato de uno de ellos a Casey.
Nadie se atrevió a discutir esa decisión con el capitán, aunque seguro que más de uno estaba inconforme con ella. El descontento era causado, sobre todo, por darle tanta responsabilidad a ella. Era demasiado, no estaba lista. Además, tenía otras cosas en las que preocuparse...
—¿Casey? ¿Qué haces aquí?
Elena Parcel la despertó del trance en el que se encontraba.
—¿Qué quieres decir? Estoy esperando a que todos estén listos, pues lo mío ya está terminado.
Casey reportó su situación tal cual. Mientras ayudaba al capitán se puso al día con los temas más recientes en el campamento.
Luego de eso se encargó de los cuerpos de Bernardo e Isaac. En la situación en la que se encontraban no pudo enterrarlos, pero sí aprovechar los recursos que llevaban encima. Era uno de los trabajos más desagradables que había, pero alguien lo tenía que hacer. Pero más allá de cualquier asco, Casey sufrió porque se vio forzada a reflexionar sobre cómo sus decisiones condujeron a ese resultado. Aun así no se dejó hundir por la culpa y cumplió con el encargo.
Tras eso volvió a prepararse para el viaje pero se enteró que la mayoría de su equipaje ya estaba listo. Seguramente fue cosa del capitán, pensó.
No había nada de su comportamiento esa tarde que se pudiera calificar negativamente. Entonces, ¿por qué Elena la estaba cuestionando?
—¿Todo? ¿Segura que puedes estar aquí tan tranquila y contemplativa?
—No sé qué decirte. Tal vez me equivoqué en pensar que podía relajarme. Si quieres que te ayude en algo, lo consideraré prioritario.
Por un momento, Elena se quedó viendo a Casey, como si no creyera algo de lo que había dicho esta última.
—Casey, ya todos conocemos los equipos en los que dividiremos.
Las palabras de Elena llamaron la atención de Casey. No era normal que todos supieran la ubicación del resto durante los viajes.
«Tendría sentido si...»
—Oye, ¿entiendes lo que te digo?
—Aclárame algo antes. ¿Están permitiendo cambios en la distribución?
—Pues sí, mencionaron que se aceptan solicitudes.
—Entiendo. Gracias por el dato. En cuanto a lo que decías...
—Te dejé claro que dejaras a Jaque tranquila. ¿Me puedes explicar por qué se encuentra en el mismo grupo que Reydhelt y tú? ¿En qué estás pensando?
Después de que ambas dieran muchas vueltas, Elena tocó el tema que era realmente importante para ella.
—Ah, era eso. Fue decisión del capitán. Se le notaba muy convencido, al mismo tiempo que sufría severas heridas, así que no discutí su elección.
—¿En serio me vas a decir que no tuviste nada que ver con eso?
—No sé. La verdad es que fui a buscar a tu hermana esta mañana, pero me rechazó y por un momento renuncié a seguir insistiendo con ella.
—¿Y entonces...?
—Ella decidió aparecer. La verdad Reydhelt y yo estábamos teniendo problemas con un asunto y tu hermana fue de bastante ayuda. Se podría decir que ya nos salvó. Para que veas lo importante que es para nosotros.
Casey no sabía si el capitán ya había soltado la sopa para todos, así que intentaba ser cauta con sus palabras pero sin llegar a mentir.
—Que sea importante no significa que la puedas pisotear.
—Y no es mi intención. Ni mucho menos la de Reydhelt, pero a todos nos toca sufrir en esto. ¿Por qué no pides ir con nosotros para asegurarte de que ella esté siempre lo mejor que pueda?
—No fue posible. Parece que una de las condiciones es no cruzar de grupo.
—Entonces no te queda más remedio que confiar en mí y en tu hermana.
—Después de cómo te has comportado me va a costar mucho confiar en ti, y en Reydhelt aún más.
—Te recomendaría que no pienses mucho en lo que haga o deje de hacer él, pero entiendo que te resulte difícil.
—Pues sí, sobre todo si...
Elena se detuvo a sí misma. Había un error que no quería cometer. Por su lado, Casey ya se lo veía venir.
—¿Qué has escuchado sobre él?
Elena la miró con incredulidad en sus ojos.
—¿Quieres que use las mismas palabras que oí? No son agradables ni de decir.
—Entiendo que ninguna será de elogio, aún cuando es gracias a Reydhelt que estamos vivos...
—No hemos visto tal hazaña y los testigos no han podido explicar claramente qué es lo que vieron. La gente tiene miedo.
—¿Tú también tienes miedo?
—Temo sobre todo por mi hermana. No tengo razón alguna para confiar en él.
—Razones hay muchas, confía en mí. ¿Alguna vez le he fallado a Puerto Oculto?
—Puerto Oculto ya no existe. ¿Qué estás dispuesta a hacer para proteger lo que queda?
—Todo lo que haga falta.
—Eso me preocupa. ¿Cuidarás de mi hermana?
—Mi vida depende de ello.
La luna se escondía tras un espeso cielo.
Lo que no se escondía era el frío con el que la noche castigaba a Sofía, sus hermanos y Franklin. La baja densidad del bosque en el que decidieron reposar solo empeoraba la situación. Por encima de todo, habían descartado encender cualquier tipo de fuego, pues pudiera llamar la atención de bandidos o sus perseguidores.