Quiero Que Me Ames

2. Preparándome para la cena

Llegué a casa casi al medio día, antes de venir tome una deliciosa ducha en compañía de Emeth, los ejercicios de cardio con él eran de lo mejor.

 

_¿Se te olvida que pronto de casas? - fue el saludo que mi padre me dió tan solo cruzar la maldita puerta. - deja de revolcarte con ese bueno para nada, eres una mujer comprometida.

 

Miré mis manos sin decirle nada, pasee la mirada en ambas manos mientras mi padre me observaba intrigado tal vez pensando que finalmente me volví loca.

 

_No. - negué sonriendo - no tengo ningún anillo aún en este dedito así que sigo siendo soltera.

 

_No juegues con mi paciencia Eliana - me fulminó con la mirada pero no me asustaba, ya no. Siempre lo había obedecido en todo, baje la cabeza muchas veces renunciando a mis sueños y a todo lo que yo quería por que sabía que el podía estrellarme todas las puertas en la cara, pero casarme sería lo último que haría por él. - tenemos una cena con tu prometido hoy y te quiero presentable.

 

_Aja. Algo más o ya puedo irme - cruce mis brazos sobre mis pechos y lo ví directo a los ojos, esos ojos azules que me había heredado, es más, Vincent Montés y yo eran tan parecidos físicamente que a veces me odiaba viéndome al espejo. No quería parecerme a él. 

 

_¿Desde cuándo te haz vuelto tan contestona? - se acercó peligrosamente a mi levantando su mano para golpearme y me quedé ahí esperando el impacto, no sería la primera vez de todos modos.

 

_Este matrimonio será en lo último que puedas manejarme Vincent Montés, porque en cuanto salga de tu casa me olvidaré de tí. - lo enfrenté, su mano seguía levantada pero no sé atrevió a golpearme. Milagrosamente - nunca más haré algo en contra de mis deseos solo para complacerte y no movere un solo dedo para que mis amados suegros trabajen contigo o mejoren sus propuestas.

 

_¡Maldita mocosa malcriada! - y si. El impacto llegó con fuerza y me hizo girar el rostro pero lejos de encogerme de miedo como antes solo le mostré mis dientes en una sonrisa burlona que lo enfureció más.

 

_Golpeame todo lo que quieras y así tendré una razón para evitar asistir a tu estúpida cena - yo seguía mostrando los dientes retando al mounstro que tenía por padre. No era mala idea, así no conocía a nadie.

 

Se detuvo y se fue dejándome en medio de la sala, sonriendo triunfante por haber dañado su hígado un poco. Era increíble que a mis 23 años mi padre aún usará la fuerza para controlarme o ahora tratar de controlarme porque hace un año yo dejé de ser la tímida y obediente hija para rebatir y desobedecer casi todas sus órdenes.

 

Todo esto es por la agencia de publicidad, está empresa era lo más importante para mi padre, nada tenía más valor en su vida que esa agencia y al casarme con el heredero de hoteles y restaurants Pimentel que tenían sedes en toda Latinoamérica les garantizaba trabajo en publicidad indeterminado. Siendo la esposa de Erick Pimentel es lógico imaginar que la agencia de mi padre se encargaría de la publicidad y marketing de la cadena hotelera. No sé que demonios acordaron esos ancianos en privado pero si de algo estaba segura es que yo no quería traer hijos al mundo.

 

 

 

Eran las 7 de la noche y se supone que la cena es dentro de una hora, ya estaba bañada y maquillada, aún faltaba ver el atuendo pero cogería cualquiera lo que menos quiero es arreglarme para él. 

 

Erick y yo jamás cruzamos palabras, ni un saludo. Nuestro círculo de amistad es muy distinto sobre todo porque el es mayor que yo por 7 años. He visto sus fotos en internet, es hombre guapo debo reconocer, pero mi tipo es más moreno que la piel clara y pálida como la mia.

 

_Aqui traigo la ropa que usarás hoy - Sonia hizo acto de presencia dentro de mi habitación. En sus manos llevaba un discreto vestido negro cerrado hasta el cuello y con mangas lagas - estos serán las joyas que lo acompañaran. Te ayudaré a arreglarte para que estés hermosa.

 

_Quieres que me vea como una monja o deseas que ellos piensen que soy una tímida niña recatada y virginal - mire con desagrado el vestido de monja casi sexi. No era mi estilo y la joyas peor aún - los puedes usar tu si quieres, van con tu edad.

 

_Tu padre me dijo....

 

_Vete de aquí y sal de mi habitación, me arreglaré yo sola - abrí la puerta para que saliera, no la quería conmigo. Nunca actuó como madre, más parecía la criada privada de mi padre y me dejó de lado por arrastrase lamiendo los pies de Vincent.

 

Salió en silencio, con los ojos aguados pero no podía importarme mucho, siempre estuve sola. Desde los 5 años mi papá me disciplina si no hacia las cosas como el quería, yo no podía tener bajas notas, quejas o reclamos, no podía hablar o quejarme de nada, solo debía permanecer como una muñeca inteligente pero callada de lo contrario el castigo físico sería doloroso y mi madre nunca se opuso "tu padre sabe lo que hace" me repetía cada vez que corría hacia ella por ayuda pero me dejaba sola y luego volvía a consolarme mientras lloraba por el dolor de los latigazos y ella me aplicaba la crema para mitigar el dolor.



#34041 en Novela romántica

En el texto hay: amor romance celos

Editado: 14.10.2023

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