Quiero Que Me Pertenezcas

TRECE: Sustos

La casa de Milana estaba algo sola. Cruzo la valla con cuidado de que no se callera como la ultima vez que fue al lugar.

Al entrar frente a la puerta toco el timbre un par de veces hasta que Gema me abre la puerta y me mira algo sorprendida.

—Buenos días señora Gema, ¿Esta Lana? —dice algo rápido.

—Mi hija no esta hoy, se a tomado las vacaciones antes.

Frunce su ceño con interrogación. Que extraño que Lana no le allá avisado. Mira de vuelta a la señora Gema.

—¿Sabe dónde puedo localizarla?

—No me dijo nada en realidad, en realidad lo siento querida.

Pamela da un suspiro de agobio para asentir con disgusto. Ancel debía de saber el paradero de su amiga, llevaba casi una semana que no le miraba. Y su graduación era dentro de poco tiempo. 

Era extraño que Ancel no se allá puesto algo paranoico. O tal vez lo ocultaba ya que siempre hacia eso, siempre oculta sus emociones.

La señora Gema le dio pase a su casa, y ella por no ser descortés paso platicando con lo que Lana le había dicho, le ofreció té y ella aceptó. Se sentó en la sala que sus sillones eran verdosos y las paredes blancas decoradas con fotos de la familia. Los muebles eran iguales a los colores del sillón.

—Aquí tienes querida... —despego la mirada del retrato donde estaba Lana y Ancel con la familia Camarena.

—Gracias —Dijo. Tomo la taza de té, ya que el café no era de su agrado.

—Así que, Lana no aviso a nadie —Afirmo la señora Gema sentándose a un lado de ella. Dio un suspiro y asintió, le soplo a su té —, ¿Acaso volvió a terminar con Ancel?

Le dio un sorbo a su té tibio y negó.

—No, solo que tiene algún problema, que no les hace estar en paz.

—Oh —dice con una sonrisa algo falsa.

La taza de té se movió por el hecho de dar un brinco, al escuchar algo caer en el segundo piso. Por inercia voltearon a ver al techo.

—Creo que fue en la habitación de Lana —comunico Gema. Se puso de pie, ella puso la taza en la mesita e imito la acción —. Voy a ver, ahora vuelvo.

Ella asintió y solo limpio sus manos en su chaleco de mezclilla, trago saliva a sentir un sabor amargo en su boca.

A los pocos minutos Gema bajo con su mano en su pecho y su rostro en tranquilidad.

—Por la ventana se metió una golondrina y tiro la lámpara pequeña, nada de que preocuparse —Comento. Ella soltó el aire que estaba reteniendo y termino por asentir.

—Valla susto —dijo soltando una pequeña risita, por los nervios que estaba obteniendo.

Su celular emitió un sonido que rápido lo tomo para ver que Omar iría a su casa. A lo que se despidió de Gema con una sonrisa de disculpa.

~•~

Volteo a la puerta al sentir el portazo que le hizo brincar junto con su novio.

Miro a la persona y al recorrerla con la vista hablo.

—Por Dios... —Exclamo con sorpresa. —Deja de apretar eso tan fuerte.

Ancel le dio una de desolado y dejó de apretar la rosa sin pétalos, la cual las espinas dejaron de clavarse en la palma de su mano.

Trago saliva, jamás le había gustado ver la sangre.

Le dio una mirada a Omar, que no despegaba la mirada de la mano de Ancel que escurría poca sangre de las heridas.

—Me permites un momento... —le dijo a Omar, este asintió para dirigirse a la cocina.

Ante mano ella sabia que a Omar no le gustaba la sangre, sabía que su rostro palidecía y le daba asco solo con verla. Eso le decía él.

Se acerco a su hermano con intenciones de limpiarle las pequeñas heridas y no desmayarse en el intento. Ancel solo le miraba con un gesto serio, sin moverse de su lugar.

—Deja —habla por fin su hermano con voz dura. —Yo puedo limpiarlo.

Ella niega con la cabeza y toma su mano que apretaba la rosa, con cuidad le quito la rosa y la puso en la mesita que estaba en la entrada. Ancel no decía nada.

—Siéntate —ordeno. Ancel sin chistar se sentó y ella fue al baño del segundo piso por el botiquín.

Al bajar miro de reojo a la puerta de la cocina y Omar solo estaba tomando un vaso de agua.

—Atiende a tu novio, y a mis heridas deja en paz — pidió Ancel. Su voz era fría, le sorprendía que le hablara de esa forma.

—Solo la limpiare —dice ignorando el tono de Ancel. Hizo que dejara de apretar su mano y le limpio con cuidado las pequeñas heridas.

Saco una gasa para envolvérsela en su mano con cuidado. Al momento de ponerle todo sonrió.

—Estas totalmente pálida — comento con un tono de burla, sabía que algo le pasaba a su hermano. Pero no sabia que.

Su sonrisa estaba algo seca y sus ojos avellana no expresaban emoción de algo.

—¿Crees que Lana sienta lo mismo que yo? —la pregunta le llego a desconcertar con rapidez.

—¿Qué te dicen sus ojos miel?

Se quedo pensando para luego darle una mirada de tristeza. Cuando le iba a preguntar que pasaba por su mente Omar salió de la cocina.

Sus ojos azules buscaron los de ella para sonreírle con amabilidad, Ancel se movió algo incómodo por lo que se puso de pie.

—Ya no los molesto —dice fingiendo una sonrisa —. No te pases.

Omar hizo un gesto de confusión para luego sonreír.

—No lo hare —cuando Ancel se fue para el segundo piso, su novio se sentó a un lado de ella. —¿Trae problemas con su novia Lana Camarena?

Ella asintió. Posando su cabeza en el hombro del chico.

—Algo pasa con Ancel. Espero que no sea un problema — dice con algo de tristeza.

—Tengo suerte de tenerte a mi lado, cielo —sonríe con algo de amargura.

Sintió en su cabello un beso. Algo ocultaba su gemelo. Pero... ¿qué?




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