Quiero Que Me Pertenezcas

VEINTITRÉS: Sin salida

(Lana Camarena)

Las palabras “tranquilízate, todo va a estar bien ” no pegaban para nada en ese lugar, ni mucho menos en la situación que estaba viviendo. Abrió sus ojos y observo a Camila que no dejaba de llorar y lamentarse, volteo a ver a Ancel donde seguía forcejeando.

—Ya deja —susurra, a lo que Ancel dejo de jalonear para darle una mirada de incredulidad —, Te hace daño —argumenta. Su novio le da una sonrisa sarcástica.

—¿Daño, dices? —Interroga, a lo que ella asiente dudosa —. Mas de lo que hace es estúpido, no lo creo, hice una promesa y no la voy a dejar vacía como palabras que se lleva el viento. ¿Entiendes?

Traga saliva y termina por asentir. Su atención se desplaza a Pamela que no dejaba de derramar lagrimas, a lo que ve que quiere acercarse a la mochila que traía consigo. Sin embargo la mochila estaba mas cerca de Ancel.

—¿Qué traes en esa mochila Pam? —Pregunta, Pamela recarga su espalda a la húmeda pared, llamando la atención de su novio.

—Cosas para defenderme, por el hecho de “demostraran” violencia —indica Pamela, con la voz apagada y cargada de tristeza, sus ojos se vuelven a llenar de lagrimas.

Ancel sin pensarlo se estiro hasta donde las cadenas le dejaban llegar y con los pies logro acercar la mochila, enseguida al tenerla al alcance la acerco a sus manos donde con ímpetu la abrió sacando de ella; unos desarmadores, una cables. Ancel dejo de sacar todo para dirigir su mirada a su hermana.

—Me iba a defender sin importar nada —comunica encogiéndose de hombros.

Ancel asiente no muy convencido, solo toma el desarmador de punta plana y empezó a forcejear con la cadena. Mientras ella observa a Pam, que se encontraba abrazando sus rodillas y hundiendo su cabeza en ellas.

—Todo esto es mi culpa —escucha que Pamela murmura, ella niega y estira su mano para acariciar su cabeza

—. Pam... —llama con voz rota, Pamela alza la cabeza y clava sus ojos avellana en ella, no pudo contener que a ella se le humedecieran sus ojos —. Tu no Pam, es mi culpa.

Pamela niega, lagrimas bajaban por sus mejillas.

—Es mi culpa —exclama Pam, trago saliva y continuo hablando —; él mismo lo dijo, Lana, yo le di información de Ancel y...

—¿Pero la mía? —Interrumpe con voz fallida —, Axel me conoce desde que yo tenia catorce años, el era mi acosador mucho antes. Mas yo de idiota jamás dije nada, creí confrontarlo yo sola. El estuvo en una clínica —cuenta derramando lagrimas, da un fuerte sollozo que trae la atención de su novio.

—Vamos, no se lamenten —habla Ancel, su voz denotaba cansancio —. Me e soltado —anuncia, mostrando sus muñecas liberadas pero llenas de sangre seca y muy mallugadas —¿Quién sigue?

Pamela le apunta, a lo que Ancel persigue a quitárselos con un poco mas de rapidez, al momento de estar libre se puso de pie tambaleándose, puesto se encontraba algo tullida por estar en ese lugar, y su falta de alimentación se iba a peores.

Se sobresalto al ver que Pamela dio un salto al ponerse de pie. Ancel con la mirada les indica que se dirijan a la puerta.

Lo que mas se llego a detestar en todo la vida es sentir un dulce sabor de festín, se convirtió en un intercambio de sabor amargo, agridulce. Como ahora le estaba provocando la libertad de irse del lugar, el nítido de esperanza se hizo mas pequeña al momento que la puerta no cedió.

Miro que Ancel se acerco a la puerta y observo la misma, pero hacerla girar la perilla.

—Sabía que esto podía suceder.

Le hizo sobresaltar al escuchar el suspiro de Pamela, con fuerza y sorpresa.

—Yo...yo le-le —empezó Pam, sus palabras titubeaban, se miraban nerviosa al jugar con su pulsera que rodeaba su muñeca derecha —. El sabia que venia a buscarte, él me dijo que empacara. Por ese hecho, tal vez, no se llevo la mochila.

—Tu celular ¡tu celular Pamela! —Indica Ancel, con forma desesperada —, aquí ahí señal, llama al tío Nabal.

El rostro de Pamela brillo en esperanza al igual que el de ella, la chica empezó a buscar en su suéter café y su rostro se fue apagando al lapso que iba buscando con desesperación.

—¡No! No —empezó a decir ella, Pamela hacia una mueca de fastidio —¿Te lo quito? —Cuestiono con miedo.

—Tal parece que lo hizo cuando me encadeno —informa, su voz se escuchaba apagada.

—Estamos sin salida —hablo Ancel. El cual se agacho y tomo el desarmador —, a menos que.. —iba a proseguir a dar un golpe a la puerta, cuando abajo se escucho la puerta cerrándose. Miro con preocupación a Ancel. —Vuelvan a sus lugares.

Ambas asintieron. Ahora que le ponía atención al susurro, el de su novio era demasiado distinto. Tal parece que su mente siempre le jugo una broma, creando en ocasiones la de él.

Su mente le creaba lo que ella creía que era.

«Omar»

«El no era Omar, el era Axel»

Los pasos se escuchaban mas cerca, ella se acomodo y cierro sus ojos que escucho que algo introducían al cerrojo, para luego ceder.



 

 

 




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