25. HASTA LA MUERTE.
— ¡Ancel! —Grito al verlo unos metros donde se detuvo y se doblego —. Vamos apúrate.
Observo con desesperación que su novio no acataba ninguna orden, donde se quedaba igual de quieto, con la mirada viejo en el viejo pasto.
Como se encontraba ya a punto de obscurecer, se devolvió en sus pasos, sintiendo su corazón en la garganta por el pánico que tenía desde haber salido por aquella puerta. Miraba a todos lados en alerta de que Axel no apareciera.
—Ponte de pie Ancel —pidió tomándolo del brazo, ya que parecía que no podía caminar. Así que paso el brazo por sus hombros.
Como tenía todos sus sentidos activos por el terror que sentía, percibió algo húmedo por su costado derecho al pegar el cuerpo de Ancel y poderle ayudar a caminar. Rápido viajo su vista a esa zona, vio algo obscuro en su camiseta gris.
—Ancel —llamo con miedo, su corazón bombeaba con más rapidez y sus lágrimas no tardaron en formarse de nuevo en sus ojos grises.
—No soportaría perderte a ti también —escucho el susurro abandonar los labios de su novio —, al final juntos hasta la muerte.
Negó frenéticamente mientras buscaba los ojos avellana y le digieran que solo estaba jugando con el momento, pero percibió una sonrisa genuina y alegre empernada en sus labios, subió su vista a sus ojos los cuales brillaban con la luz de la luna.
—Pero jamás dije quien moriría primero ¿verdad? —Con esas simples palabras percibió todo, además de la mueca que se presento… Ancel estaba realmente herido.
Le mintió allá para poder escapar con más rapidez.
Escucho una rama ser partida en dos, y eso le hizo saltar del susto. El peso de Ancel ya no lo podía mas, por lo que lo deposito en el suelo.
—Yo me voy primero y tú después —indica Ancel. Ella niega y siente las lagrimas saladas chocar con la mejilla de su novio y su corazón estrujarse —, ¡Corre Lana!
Ella niega.
El, mira atrás donde el ruido escaso se escuchaba de unos pasos acercarse.
—El viene Lana. Sé que soy egoísta porque quiero sobrevivas tu, mi vida por la tuya.
Ella lo suelta y mira hacia atrás donde se puede percibir la silueta del chico de sus pesadillas, el cual se acercaba con pasos ligeros, le da una mirada a Ancel que asiente.
No quería dejarlo ahí, pero si lo llevaban ambos morirían.
—Tú eres mi fantasía y alegría —dice el chico, entregándole el collar lleno de sangre, para cerrar sus ojos con fuerza y hacer una mueca de dolor —. Corre —escucho el murmuro —, y en ningún momento mires hacia atrás.
¡Maldición!
Hace caso, sin antes darle un beso en su sien, y empieza a correr en dirección al pueblo.
Cuando Ancel le había dicho que no mirara hacia atrás mientras corría, sin embargo ella omitió la orden y eso la llevo al bode de las lágrimas y al pozo de la desolación.
Alcanzo a observar como Axel había terminado la vida de su novio, en medio del cementerio.
Apresuro sus pasos a pesar de sentir que le faltaba el aire, y sus pulmones ardían, su pecho se oprimirá; era más por el hecho de sentir la culpa por haber sido testigo de dos asesinatos, las personas importantes en su vida, que por salvarse.
Ancel no fue el egoísta, fue ella.
Al divisar la primera casa corrió hacia ella, toco la puerta con desesperación y al abrirla un señor de traje la recibió.
— ¡Ayuda por favor! —Exclamo con lágrimas corriendo sus mejillas, miraba siempre hacia atrás para verificar que no viniera.
Los recuerdos de las muertes le seguían reproduciendo en su mente, por lo que no pudo evitar quebrarse más.
El señor con el ceño frunció observaba hacia donde ella miraba, para luego escudriñarla con la mirada, su rostro estaba demasiado pálido, su cabello no tenía mucho brillo y sus ojos reflejaban pánico y embarcados de tristeza en ellos: un vestido blanco que contenía gotas de rojo esparcidos, realmente se miraba sucia y demasiado demacrada.
Observo que en sus manos se aferraba a un collar bañado en sangre, el cual tenía forma de fa, la mente del señor hizo clic al darse cuenta quien era la que rogaba por ayuda.
La chica desaparecida.
—Lana Camarena
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Editado: 30.07.2020