Quiero Que Me Pertenezcas

TRES: Palabras fingidas

Lana. 

Esa chica si sabía como sacarle de las casilla, estaba totalmente fuera de si al a verle formulado tal pregunta; pero el quería saber el porque el despojo tan repentino que le hizo a un lado. 

Ella se quedo callado, y eso le llego a irritar mucho mas. Su enojo estaba hasta el límite. 

Se llevo sus manos al cabello con desesperación. 

—¿Por qué haces esto? —pregunta angustiado. Sentándose en frente de ella y viéndola en busca de una respuesta. Él quería saber el jodido nombre, esa persona que había roto todo. 

—¿Y tú porque haces esto? —Ataca, enseñándole las cadenas que amarraban sus manos. Lana no lloraba, sabía que ella pensaba que con lágrimas no iba a arreglar nada, el no la iba a soltar. —Me tiene encadenada como si fuera un perro. 

Él no dijo nada. ¿Para que? Solo con sus preguntas descomponía todo.  

—Dime el nombre Lana —exige acercándose a ella mas de lo debido. Su vista se clava en esos ojos miel, que tanto le llegaba a gustar. 

—No ahí nombre, Ancel —dice bajo. Su vista no se quitaba de sus ojos. 

—Claro que existe nombre. 

Estaba totalmente seguro. 

Al día le había planeado todo una sorpresa, ella, para al otro romperle la promesa. 

—Yo lo investigare —informa. 

Se hace para atrás y se sienta en suelo, para de su suéter sacar el teléfono, el teléfono de Lana. 

Lo enciende y espera a que haga su acto. Mientras mira de reojo a la chica que no despegaba la vista del celular gris. 

Al ver que esta prendido, se va a los contactos y busca el de Gema. 

—Llama a tu madre y dile que estas bien... —Extiende el celular a Lana que algo vacilante toma el teléfono y marca opción de llamar. —Pone en altavoz. 

Lana asiente dándole la opción, el teléfono da dos timbres y a la otra línea rápido se escucha la voz de la mamá de Lana. 

—¿Milana? 

Dice preocupada. Atrayendo unas lágrimas al rostro de Lana, pero el se las limpia. 

—Mamá, ¿Cómo estás? —Dice Lana con voz casual, y sonriéndole al teléfono. 

—¿Estás bien? 

Ella hace una mueca de disgusto. Él sabía perfectamente que a Lana no le gustaba angustiarse a su madre. 

—¿Por qué no debería estarlo? 

Al otro lado se escucha un suspiro de alivio y tranquilidad. 

—Hace tres días que no contestas llamadas. Creí que te había secuestrado. 

Él le lanza una mirada de advertencia. No le llamaría secuestro, más bien era para que Lana le dijera el porque no quería seguir con él. 

—Sabes como soy cuando me enojo, mamá. —Le indica con la mirada que le cuelgue y ella asiente. —No sé cuando volveré, sabes, e roto con mi novio. Y ahora no quiero verlo. Tal vez valla con papá unos días o con Mariana a su casa, aun no lo sé, yo te llamo ¿si? 

—Oh, cielo. Por eso te mire tan devastada, comprendo que no quieras verle. Solo... Vuelve pronto. 

—Adiós. —Y sin esperar que Gema se despide cuelga, y luego le mira con rencor. —¿Cuándo me soltarás? Esta estupidez no se detendrá más. 

—Ya te lo dije, quiero que me pertenezcas permanentemente —Dice seco. Le arrebata el teléfono y se pone de pie. —Come algo, mañana vuelvo. 

—Te odio. 

—Me amas, Lana. Tu hiciste la promesa. 

~•~ 

Cierra la puerta de su casa y mira a la sala donde estaba Pamela, su madre y su tío Nabal. 

—Hola, Leyva —saluda su tío. Él pone los ojos en blanco. 

—Te recuerdo que no soy de tu cuartel de policías —dice caminado a la sala, para luego saludarle con una apretón de manos. 

—¿Dónde te has metido? —pregunta Nabal, después de sentarse a un lado de su hermana. 

—Eh estado en el cementerio. —Responde simple y resoplando algo fastidiado. 

—¿Qué le allá de divertido a un maldito cementerio? —Interroga Pamela dándole una mirada expectativa. 

La fulmina con la mirada y solo termina por responder. 

—Es mas silencio que esta casa, además, no tengo que ver tu cara. 

Pamela le mira indignado con fuego en sus ojos. 

—¿Qué has dicho sarnoso? 

—Lo que has escuchado fenómeno. 

—Mira espectro del demonio, yo te tengo que soportar por ser un hijo... 

—¡Silencio! —exclamo Ángela con voz potente. —Dios, jamás podrán estar juntos sin insultarse. 

Ambos se encogen de hombros, su madre niega con la cabeza y Nabal ríe entre dientes para darle una palmada a su hermana. 

—Mejor vamos a cenar —Sugiere Nabal poniéndose de pie. 

Su madre se pone de pie y el imita la acción al igual que Pam. 

La cena solo se dio la polémica de que el desaparecimiento de Lana Camarena se había cancelado, hallaron con su paradero y su madre cancelo el procedimiento. Pero tal parece que su tío Nabal iba a hacer una piedra en su zapato. 

Puesto, que su hermana querida había comentado que él era el novio, al cual había terminando. 

Y ahí estaba su interrogatorio. 

—¿Cuánto llevaban de novios? —puso los ojos en blanco. 

—Hace cuatro días tendríamos ya diez meses—contesta. Controlado su voz, no quería sonar brusco ni tosco, además de desesperado por el mismo hecho de las preguntas. 

—¿Y qué motivo los llevo a romper? 

«Eso es lo que quiero saber » 

—Ella sin explicaciones me término. —Dijo poniéndose de pie, ya estaba extasiado. 

¿Cómo la consiste? ¿Qué sentirse al saber que estaba desaparecida? ¿Qué hiciste? Entre otras, que ya eran muy privadas. 

Se estiró para fingir cansancio e irse de ese estúpido interrogatorio que no tenía sentido si su tío no Estaba con orden de interrogarle. 

—Me voy a la cama, mañana tengo clases —excusa, a lo que su tío asiente. —Tienes que tener una orden para que me interrogues, ¿Sabes eso no? 

—Cuando soy tu tío ni necesito esas cosas. Buenas noches —El solo asiente. 

Chasqueo la lengua y de fue a las escaleras con pasos apresurados, pero rápido se devolvió por su mochila, nadie tenia por que ver sus cosas y estando aquí su tío; su mochila corría peligro. 




 




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