"Quiero Que Me Quieras"

Cap 1: ¿Me dijo que no?

8 de abril de 2024.

9:00 a.m.

El sonido de mi alarma me despierta. Es sábado y, por primera vez después de mucho tiempo, puedo levantarme a esta hora. No es que eso sea bueno, aunque no me quejo. El motivo de esto es que estoy desempleado.

A nadie le alegra estar desempleado, o bueno, al menos a mí no. Tengo deudas, vivo en una azotea en un cuarto de 4 x 4 porque es el único que me alcanza. Vivo al día y estar desempleado no me ayuda. A mis 25 años, no he conseguido un empleo fijo y eso me hace sentir patético.

¿Qué hice yo para que me vaya así? Me levanto de la cama y camino hacia la cocina, o bueno, lo que es mi cocina, una esquina de la habitación que tengo como hogar.

—No tengo nada—. El refrigerador está vacío. La semana pasada me despidieron por recorte de personal y uno de los afectados fui yo. He buscado trabajo, pero nadie me da. El dinero se me está acabando y ya no sé qué hacer.

Me coloco los tenis y tomo mis llaves. Debo comer para seguir buscando trabajo.

—Voy—. Digo después de que tocaron la puerta. Abro la puerta y me encuentro con la señora a la que le pago el alquiler.

—Hola, buenos días, señora Mari—. Saludo.

—No me has pagado. ¿Sabes cuántos meses me debes?—. Me pregunta, ignorando mi saludo.

—Lo sé, perdóneme. Me he quedado sin trabajo y... —. Intento explicarle.

—Eso no me importa. Debes ya 4 meses. He sido paciente, pero ya no más. Bueno, eso ya no importa. Solo te vine a decir que he decidido vender el edificio. Tendrás que pagarle a la nueva dueña de este—. Me informa.

—Entonces... ¿Ya no es usted la dueña?—. Pregunto, confundido.

—¿Qué no escuchaste? Dije que lo he vendido—. Me responde.

—Entiendo—. Digo, sintiéndome preocupado.

—Ponte al tanto con ella. Vendrá mañana—. Me dice antes de darse la media vuelta y marcharse.

Me quedo solo, pensando en mi situación. ¿Ahora qué voy a hacer? ¿Y si la nueva dueña me sube la renta?

—¡¿Por qué me pasan estas cosas a mí?!—. Grito frustrado.

Mi celular suena, deteniendo mis lamentos.

—¿Diga?—. Contesto.

—Logan, hijo, ven al Orfanato. Es una urgencia—. Escucho la voz de la señora Miri, sollozando.

Sin pensarlo, salgo corriendo hacia el Orfanato. 20 minutos después, llego exhausto. Varios carros de demolición están estacionados afuera.

—¿Qué ocurre aquí?!—. Le pregunto a la señora Miri.

—Hijo, qué bueno que llegas. Mira, quieren tirar el Orfanato, pero no es de ellos. No pueden hacerlo—. Me explica, preocupada.

—Yo me encargo. Tranquila—. Le digo, decidido.

Camino hacia quien creo que está a cargo de la demolición.

—¿Se puede saber por qué quieren tirar el Orfanato? No es de ustedes—. Le pregunto, molesto.

—Lo sé, pero pronto lo será y entonces lo demoleremos—. Me responde.

—No lo harán. Nunca será suyo—. Le hago saber.

El celular del señor suena y contesta.

—Señorita... Tenemos un problema—. Habla tartamudeante.

—Sí, entiendo—. Escucho que dice.

—Joven, deje de interferir. Solo queremos el edificio—. Me dice.

—Y yo les digo que no dejaré que lo demuelan. Es mío y mientras esté vivo no lo harán—. Le respondo, firme.

De repente, una chica pelirroja se baja de un auto negro que estaba estacionado a nuestro lado. Camina hacia nosotros a pasos firmes, vestida con un traje negro que resalta su figura, Se quita los lentes oscuros que cubren sus ojos y me mira con curiosidad.

—¿Qué ocurre?, ¿ya contactaste al dueño?—. Pregunta la chica pelirroja al señor que estaba parado junto a nosotros.

—S-señorita, el joven interfiere y estamos en eso—. Responde el señor, tartamudeando.

—¿Qué ocurre aquí?—. Pregunta la chica pelirroja, mirándome con curiosidad.

—No pueden demoler el Orfanato —. Le explico.

—¿Qué dijiste?, ¿Y tú qué o que?, ¿se puede saber por qué no dejas trabajar a mis hombres?—. Me pregunta la chica pelirroja, notablemente molesta.

—Porque este lugar no es suyo—. Le respondo, firme.

—¿Escuché bien?, ¿me dijo que "No"?—. Pregunta con su voz seria.

—S-Sí, señorita —. Responde el señor y luego me mira como si hubiera cometido el peor delito de mi vida.

—Mira, tal vez por que no sabes quién soy es que estás haciendo esto así que te daré una oportunidad —. Me dice, viéndome seria—. Ten en cuenta que esto no lo hago con nadie, Voy a demoler este Orfanato.

Asegura.

—Dije que no es suyo—. Le respondo.

—Pero lo será, solo necesito hablar con el dueño—. Dice la chica pelirroja, con confianza.

—Pues lo está haciendo—. Le digo, la miro seriamente.

La chica pelirroja me mira con sorpresa y luego sonríe.

—¿Tú eres el dueño?—. Pregunta.

—Soy Logan Kaiser, dueño de esta propiedad—. Le respondo.

La chica pelirroja me mira con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

—Debiste habérmelo dicho antes—. Dice.

—No sabía que era necesario—. Le respondo.

La chica pelirroja sonríe de nuevo.

—Soy Violeta Fox—. Se presenta—. Quiero este edificio.

—Pues seguirá queriéndolo porque es mío—. Le respondo.

—¿Cuánto quieres por el edificio?—. Pregunta, ignorando lo que le había dicho.

—No está en venta—. Le respondo, serio.

—¿Escuché bien?—. Le pregunta al señor que estaba parado junto a nosotros.

El señor asiente con la cabeza.

—Logan, odio que me digan que no y creo que porque no sabes quién soy es que estás haciendo esto—. Dice Violeta Fox, con una sonrisa en su rostro, aunque no era una genuina.

—No me importa quién seas, dije que no y es no—. Le respondo.

—Te preguntaré de nuevo y créeme, te estoy teniendo paciencia, de hecho, mucha paciencia, así que no juegues conmigo... ¿Cuánto quieres por el edificio?—. Pregunta Violeta Fox de nuevo.

—No- Esta- En- Venta—. Le respondo, lento y firme—¿Entiendes?, no te lo voy a vender. No harás nada aquí. Así que vete con todos tus hombres. Mientras esté vivo, no permitiré que demuelas este lugar.




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