◇ LOGAN KAISER ◇
—No, eres egocéntrica, grosera, narcisista, cruel, manipuladora, superficial, y frívola—. Mi voz suena firme, tratando de hacerle entender que no me atrae su personalidad. —Eres una persona que solo se preocupa por sí misma, que no tiene empaticia ni compasión por los demás. Eres una persona que utiliza a los demás para obtener lo que quiere, sin importarte el daño que puedas causar, Asi eres tú y por lo tanto, tienes todo lo que no me gusta en una persona ya te lo habia dicho—. Finalizó.
—Pero te terminará gustando—. Su sonrisa se mantiene, llena de confianza. Su belleza es impactante, pero su comportamiento la arruina.
—No estés tan segura—. La suelto para que se baje pero no lo logro, sigue abrazada a mi sin la necesidad de que la sostenga.
Violeta sonrío.
—Eres muy cruel, Logan—. Dijo, su voz era suave, pero con un tono de desafío. —Pero te diré algo, no me importa lo que pienses de mí. No me importa que me odies, porque sé que puedo cambiar eso—. Su mirada era de seguridad, como su tuviera la certeza de que así sería.
—¿Q-qué quieres decir?—. Pregunté, sintiendo una sensación de incomodidad, ¿Qué hice yo para merece esto?.
Probablemente para otros sería genial, tener a la Magnate y modelo del momento detrás de ti diciendo que quiere que estés a su lado sería como haberse sacado la lotería pero para mi...
Para mi es una pesadilla.
—Quiero decir que puedo hacer que te enamores de mí—. Dijo, su sonrisa era confiada. —Y no me importa cómo ni cuándo, pero sé que puedo hacerlo.
Me sentí atrapado bajo la mirada intensa de Violeta. Sus ojos verdes brillaban con una determinación que me hacía sentir incómodo.
—Serás mío, a las buenas o a las malas—. Dijo con convicción, su voz baja y firme. Me di cuenta de que ella estaba decidida a conseguir lo que quería, y eso me asustaba.
—No entiendo por qué yo—. Dije, tratando de entender qué era lo que la atraía de mí. —¿Es acaso un capricho de tu parte el querer estar con un chico de clase baja?.
Violeta sonrió, su sonrisa era seductora y me hizo sentir incómodo.
—Exactamente, es un capricho, y fue tu culpa que eso pasara—. Dijo, su voz baja y misteriosa.
Me sentí un poco ofendido por su respuesta.
No tengo dinero, no tengo un auto último modelo para llevarla a pasear, ni siquiera un buen sueldo para llevarla a comer a un lugar decente.
—¿Qué quieres de mí?—. Pregunté, tratando de entender qué era lo que la motivaba.
—Quiero que me quieras, y no me importa cómo ni cuándo—. Dijo, su aliento cálido roza mi oreja. —Si será a las buenas o a las malas, o si tardaré mil años para que seas mío, solo ten por seguro que así será, o me dejo de llamar Violeta Fox.
—M-me a-aseguraré de que no ganes—. Dije balbuceando.
—Cariño, dilo con seguridad para que te crea—. Sonrió ladinamente—Te vas a enamorar de mi, he dicho.
—No te sientas tan confiada, yo no me enamoro con facilidad además eres pésima cortejando—. Le dije, tratando de hacerle entender que no era tan fácil.
—Es que nunca he tenido que hacerlo, siempre son los hombres los primeros que se acercan a mí y me cortejan—. Dijo, su voz era suave, pero con un tono de orgullo.
—¿Crees que diciendo que soy tuyo y tratándome de esta manera hará que me enamore de ti?, tu manera de acercarte no es normal—. Le dije, tratando de hacerle entender que su comportamiento era inaceptable.
—Ni la tuya Kaiser, tú y yo, no somos normales—. Sonrió, su sonrisa era escalofriante lo cual me puso nervioso.
—Es imposible hablar contigo de manera coherente, tienes un nivel de locura superior al mío, bajate—. Le pido.
—No quiero —. Era demasiado pensar que lo haría, nunca me hace caso ni entiendo lo que le pido—Vamos a comer, no he desayunado.
—Creí haberte dicho que no iré.
—Y yo creí haberte dicho que no me importa lo que digas, así que cámbiate o te cambio yo—. Sus manos recorren mi cuello y deja un beso en el haciendo que una corriente eléctrica recorra mi cuerpo.
—L-lo haré —. Digo rindiendome, se que es capaz de hacerlo.
—Así me gustan, sumisos—. Se ríe burlonamente, se baja y camina hacia mí cama, se recuesta en esta.
Camino a mi closet y saco lo primero que veo, playera negra, pantalón de mezclilla negro y una sudadera.
Entro al baño para cambiarme, una vez listo salgo de este.
—¿Reservaste lo que te dije?—. Escucho que pregunta pues esta hablando por celular—Bien, vamos para haya.
Cuelga llamada, se levanta feliz y camina hacia mí.
—Eres un terrorista de la moda—. Me mira analizando mi ropa, se que no tengo sentido de la moda ni se nada de ella pero es que nunca me he preocupado por como me veo.
—Eso no me importa, apresúrate—. Tomo mis llaves y mi celular.
—¿Ahora si quieres ir a comer?—. Pregunta divertida.
—No, pero entre más rápido terminemos esto; mejor—. Habro la puerta y le señaló que salga.
—Qué caballeroso.
—Que sea pobre no quiere decir que no tenga modales, y aunque me saques de quicio eres una dama—. Lamentablemente.
Bajamos por las escaleras hasta el primer piso, vivo en el cuarto, y son muchas escaleras las que debo bajar.
—Mandare a poner un elevador, esas escaleras las detesto—. Dice al llegar a abajo.
—No es necesario.
—Si lo es, vendré seguido y me cansaré de tanto subir y bajar—. Sabia que no se daría por vencida.
—Eso se arregla si dejas de venir.
—No, por supuesto que no, si yo no vengo tú no ne buscaras —. En eso tiene razón—Sube.
Hago lo que me pide y habro la puerta de atrás.
—Adelante, no soy tu chofer.
Me bajo nuevamente y subo al asiento delantero.
El viaje se hace largo por el silencio incómodo que está invadiendo el auto, y es que definitivamente no tenemos tema de conversación además de que hablar con ella es difícil.
Media hora después nos detenemos en un restaurante que a simple vista se ve lujoso.