"Quiero Que Me Quieras"

Cap 9: Defiéndete

Logan Hared Kaiser ◇

Salimos del restaurante y nos dirigimos directamente al auto. Violeta maneja en silencio, nuevamente, durante unos minutos. El silencio es tan pesado que parece que va a asfixiarme.

— Iremos a mi casa — dice, rompiendo el silencio.

— ¿Qué?, ¿Por qué? — pregunto, sorprendido.

— Olvidé unos documentos que necesito llevar a la empresa — responde, sin mirarme.

— Bien, entonces déjame bajar aquí, yo me voy a mi casa — digo, intentando escapar de su compañía.

— Solo te aviso, no te dije que te podías ir — dice, su voz es baja y peligrosa.

— Violeta, ya fui a comer contigo como querías, ¿por qué no me dejas ir? — pregunto, empezando a sentirme frustrado.

— Pasarás todo el día conmigo — responde, su sonrisa es cruel.

— Yo también tengo cosas que hacer, no solo tú — digo, intentando defenderme.

— No trabajas, así que no tienes otras cosas que hacer — responde, su voz es despectiva.

— Violeta... — empiezo a decir, pero no puedo terminar la frase. El semáforo se pone en rojo, haciendo que nos detengamos. Violeta me gira a ver y rápidamente se acerca a mí, besándome rápidamente. Su boca es cálida y suave, pero su beso me hace sentir molesto al mismo tiempo.

— Por cada vez que me lleves la contraria, te voy a besar — dice, su sonrisa es serena y peligrosa.

¿Por qué siempre hace esto? ¿Por qué siempre me besa sin preguntar, sin esperar a que yo esté listo?, no, ¿por qué estaría listo?, no debe besarme, no somos nada. Me siento como si estuviera en una especie de juego, donde Violeta es la que hace las reglas y yo soy el que tiene que seguirle el juego. Me siento molesto porque no puedo evitar sentirme invadido por su beso. No quiero que me bese, no quiero que me toque. Me siento confundido porque no sé cómo reaccionar, cómo esquivarla. Me siento atrapado en una especie de círculo vicioso, donde no puedo escapar de la situación sin sentirme incómodo.

Violeta se sienta de nuevo en su asiento, sonriendo como si nada hubiera pasado. Me siento como si estuviera caminando sobre terreno movedizo.

Finalmente, llegamos a la casa de Violeta. O más bien, mansión. Es impresionante, con columnas altas y ventanas grandes que reflejan la luz del sol. Me siento un poco fuera de lugar al ver la opulencia que la rodea.

Violeta me dice que baje del auto y así lo hago. Caminamos hacia la entrada de la casa, donde nos recibe un mayordomo que nos abre la puerta.

— Bienvenidos — dice.

— Gracias, Carson — responde Violeta.

— De nada, señorita Fox — dice el mayordomo, inclinando la cabeza.

— Gracias — digo.

— De nada, joven — responde el mayordomo.

Una vez dentro de la casa, Violeta me lleva a una sala grande con una chimenea que parece no haber sido utilizada en mucho tiempo.

— En realidad, esta es la mansión de mis padres — dice Violeta, sonriendo —. Pero dejé los documentos que necesito aquí porque mi padre los firmó.

Me siento un poco confundido.

— ¿Por qué no los recogiste antes? — pregunto.

Violeta se encoge de hombros.

— No tuve tiempo — dice —. Y además, quería que vinieras aquí conmigo.

Me siento un poco incómodo al escuchar eso. No sé qué quiere decir con eso, pero no me gusta la forma en que me mira.

Los pasos resonan en la escalera, y pronto aparecen los padres de Violeta en la sala. Su rostro se ilumina al ver a su hija, y se apresuran a abrazarla.

¿Cómo sé que son sus padres? Pues cuando la investigué, vi fotos donde ella está con ellos.

— ¡Violeta, querida! — exclama su madre, besándola en la mejilla.

— ¿Qué haces aquí?

Violeta sonríe.

—Vine por los documentos que le dejé a mi papá — responde.

— Aquí los tienes, princesa — le entrega su padre un folder.

— Gracias, papá. Por cierto, les quiero presentar a alguien — dice Violeta, tomándome de la mano para que quede a su lado.

— Él es Logan Hared Kaiser, mi novio — anuncia, sonriendo.

Me vuelvo a verla, ¿Está loca?

— Querida... — susurra su madre, sorprendida.

— ¿Es otra de tus bromas, princesa? — pregunta su padre.

— No, es mi novio. Lo quiero — dice Violeta, sonriendo.

— Violeta, ¿no estabas saliendo con Harrison? — pregunta su madre, confundida.

— Mamá, terminé con él hace meses — responde Violeta, riendo.

— Bien, cariño — dice su padre, aunque su expresión sigue siendo de escepticismo.

Me analiza con la mirada, intentando formular una frase para decirles que es mentira, que no estamos saliendo, pero no puedo, no me sale. Es como si mi cuerpo no me obedeciera.

— ¿Estás con ella por su dinero? — me pregunta, viéndome serio.

Entiendo que no le guste la idea de que alguien como yo esté con Violeta, estamos hablando de que es hija única y heredera del imperio Fox.

— Papá... — comienza a decir Violeta.

— Necesito saberlo, princesa — insiste su padre —. Sabes que eres nuestra heredera, debes tener a alguien a tu altura.

Violeta me mira y sonríe.

— Él no es así, papá, mamá. Yo solo quería presentárselos, no les vine a pedir su aprobación. Recuerda que yo...

—Haces lo que quieres, cuando quieres y como quieres—. Dice su padre.

— Exacto, papá — dice Violeta, sonriendo.

— Bien, princesa, si eres feliz, nosotros también — dice su padre, aunque su expresión sigue siendo de escepticismo.

— Cuídala bien — me dice, viéndome serio.

Yo solo soy capaz de asentir con la cabeza y no sé por qué.

— Bien, nos vamos — dice Violeta, tomando mi mano y jalándome para caminar hacia fuera de la mansión.

Subimos al auto y el silencio invade el interior. Por fin puedo liberar el aire que no sabía qué estaba reteniendo. Mi cuerpo sigue rígido, pero ya no tanto como estaba dentro de la mansión.

El auto es encendido por Violeta y así empieza a manejar.

— ¿Por qué te quedaste callado? — pregunta Violeta con una voz fría y cortante, sus ojos penetrantes me miran fijamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.