No sabía muy bien cómo llevar toda aquella situación...estaba realmente nerviosa pues estaba en la casa de mi profesora Aizawa y me daba miedo fastidiarla con algo o que se malinterpretar algo o que cualquier cosa sucediera.
- Ve a dormir, ya es tarde y necesitas descansar - dijo este a la vez que bostezaba.
Casi que el que más necesitaba descansar era él...
- Mañana hablaremos seriamente sobre tu futuro y sobre qué haremos…porque es obvio que no puedes seguir de esa manera – habló a la vez que hacía una pausa.
No respondí, solo asentí con la cabeza. Aunque sabía que tenía razón…no me hizo mucha gracia lo que dijo, pues parecía como si quisiera mandar sobre mis decisiones, pero no quería discutir en aquel momento…ya había tenido suficiente por el día de hoy.
- Buenas noches profesor – este hizo un gesto con la cabeza – Buenas noches Carbón – le hablé feliz al pequeño minino que seguía durmiendo en el sofá.
Sin más, entré en el dormitorio de Aizawa…aquel lugar era donde nuestro profesor de la UA descansaba cada día…estar allí era algo increíblemente raro.
Su habitación, al igual que el comedor, era muy minimalista pero, sorprendentemente, estaba bien decorada con lo poco que tenía ya que los colores conjuntaban a la perfección. Esta constaba de una cama grande, un escritorio con sus cosas tales como libretas, un lapicero, entre otros, una estantería con libros, una mesita de noche y un par de cactus que le daban un toque de lo más natural.
Cerré la puerta tras de mi y me dirigí hacia la cama. Me metí y me sorprendió que era de lo más cómoda y cálida…realmente en clase teníamos apuestas de que él realmente dormía únicamente en aquel saco de dormir de color amarillo y que en su casa solamente había una habitación con varios de estos. Una vez me cubrí con la manta hasta la nariz, me quedé completamente dormida sin darme cuenta.
Podría ser ruido, golpes, gritos…pero no…lo que me despertó aquella mañana fue el olor de un rico desayuno y, sobre todo, un ronroneo acariciando mi cara. Al abrir los ojos me encontré a Carbón restregando su cara con la mía, en busca de mimos.
Aquel fue el mejor despertar en, prácticamente, toda mi vida.
- Buenos días pequeño – dije con una sonrisa a la vez que le acariciaba.
Minutos después de estar con Carbón, me levanté y, con las manos, coloqué bien mis mechones de pelo antes de salir.
- Buenos días profesor Aizawa – saludé en cuanto me lo encontré en la cocina.
- Buenos días, llegas justo a tiempo – dijo a la vez que colocó un último platillo sobre la mesa – el desayuno está listo.
- ¡Wow! – exclamé - ¿Come todo esto cada mañana?
Me sorprendió ver aquellos sándwiches, arroz y leche.
- Realmente solo desayuno un café, pero esta vez tengo una invitada – habló con su expresión seria de siempre – Por cierto, esta mañana abrí la puerta del dormitorio para que el pequeño entrara…por alguna razón estaba desesperado por estar contigo y no paraba de arañar la puerta para entrar.
- Oh, entiendo – ahí estaba la respuesta al cómo pudo entrar Carbón.
- Por cierto, tenemos que hablar – dijo a la vez que cruzó los brazos sobre la mesa.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
¡Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
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