Quiero saber lo que es el amor

CAPITULO XIII:SI NO FUERA POR

Esta parte de mi vida la he titulado así porque, si bien es cierto, conocer a Elena llenó mis días de mucha felicidad, hay que reconocer que cada rosa tiene su espina, como lo diría en su canción Every rose has its thorn, la banda norteamericana Poison.

Y es que, realmente, encontrarla en mi camino, o que ella me haya encontrado a mí, significó un antes y un después. Ya les he contado como era yo antes de conocerla, egoísta como el que más. Ahora, acababa de conocer a alguien que era todo lo contrario a mí. Una mujer que vivía para ayudar a los demás, utilizando un don tan maravilloso como es el de cumplir deseos, llevando sus acciones al extremo de sacrificar hasta sus propios sentimientos, a fin de procurar el bien de otros. Poco faltó para involucrarme en ese sacrificio sentimental. Para mí, eso habría sido el fin. Aun hoy, no soy lo que podría decirse un filántropo, ni siquiera un buen samaritano. Nada de eso. Pero la veo cada día en sus cosas, y la amo más cada vez. Y cómo no amarla, si además de demostrar que puede amar al mundo entero, ha reservado un lugar especial, el mejor, para mí. Y yo comparto su anhelo, el de hacer de este mundo un lugar mejor, con gente más feliz, con menos dolor, menos sufrimiento, sobre todo innecesariamente. Yo, poco o nada podría hacer por los demás. No es lo mío. Pero eso no quita que admire a alguien como ella en esa misión tan altruista. Con el tiempo ella fue entendiendo que podía contar conmigo, aunque solo fuera para encontrar un hombro en el cual recostar su cabeza, alguien que la escuche, alguien ante quien poder llorar tal vez, y poder desahogar su tristeza ante la dura realidad de un mundo cada vez más insensible, algo con lo cual siempre debía enfrentarse.

Por otro lado, yo, que toda mi vida me había desempeñado como agente de seguridad, opté por volver a mi antiguo oficio, luego de unas cortas y forzadas vacaciones, y tras haberme restablecido del todo, tanto física como anímicamente.

Para ello tenía dos alternativas. Reingresar a mi antigua empresa, o buscar trabajo en cualquier otra.

La única manera de salir de dudas fue poniéndome en contacto con mis antiguos jefes, telefónicamente, los cuales, al saber de mí, se alegraron mucho, cosa rara, preguntándome, entre otras cosas, cómo me encontraba y si ya estaba listo para reincorporarme a sus filas. Esto último me sorprendió mucho, muchísimo. Realmente había perdido toda esperanza de volver con ellos, después del último incidente, el cual, al parecer, o había sido borrado de sus mentes, o simplemente era tomado como cosa sin importancia. Sea como fuera, tenía ya un lugar asegurado, a la espera solamente de mi aceptación. Buen comienzo.

-Y dígame, ¿el pago será el mismo?

-Todo depende de cuánto desees ganar.

No sé por qué, mire hacia todos lados, incluyendo el techo, en búsqueda de alguna cámara oculta.

-Pues, usted comprenderá que, últimamente, he estado sin trabajo y he adquirido compromisos económicos que…

-No se diga más, ganarás el doble. ¿De acuerdo?

-El doble?!!

-Está bien, el triple, pero es mi última oferta. Y para disipar cualquier duda que tengas, trabajarás horario normal, solo ocho horas, en el área administrativa, aire acondicionado en verano y calefacción en invierno, acceso sin costo al cafetín y semanas laborales de cinco días, de lunes a viernes. Es todo lo que estamos dispuestos a ofrecerte. Tómalo o déjalo. Pero en lo personal, te pido que aceptes. Por favor.

Se notaba claramente que el arte del disimulo no era su fuerte. Fingía que no le importaba, pero era claro que quería que vuelva a trabajar con ellos.

-De acuerdo. -Al decir esto, escuché un “si” al otro lado de la línea, como a lo lejos, o como dicho tapando con las manos el auricular.

-Muy bien, muy bien. Es necesario que llenes algunos formularios. Simples formalidades. Iniciarás labores tan pronto presentes todos los requisitos y no te preocupes que tu primer sueldo llegará este fin de mes, íntegramente.

-Íntegramente? No entiendo.

-Hijo, ¿todo te lo tengo que explicar? Íntegramente significa pago completo. Alguna otra duda. Tengo que volver a mis labores.

-No señor. Me quedó claro. Gracias por su tiempo. Mañana me presentaré a primera hora.

-Mañana? Hmm, déjame ver. No, imposible. Toda esta semana tenemos supervisión general. Dejémoslo para el lunes. Eso sí, a primera hora.

-Entendido, señor. Muchas gracias. Estaré ahí el lunes.

-De acuerdo, buen día Zavala.

-Buen día para usted señor.

Fin de la llamada.

Era una locura. Me preguntaba si entre esos documentos figuraba aquel que indicaba “sin costo”. Como sea, se iniciaba un cambio verdaderamente bueno en mi vida. Al menos así lo veía yo. Todo lo cual se lo atribuía a ella, mi Elena.

Y hablando de ella, había vuelto a su encomiable tarea de ayudar al mundo. No obstante, nos veíamos a menudo. Bastaba con que yo pronuncie su nombre y ella aparecía casi de inmediato. Era fantástico. Aun así, siempre la envolvía un halo de misterio, pues no sabía mucho acerca de ella. Ignoraba donde vivía. Tampoco conocía a su familia. Ni siquiera me había dicho su edad, aunque esto último lo podía deducir pues cuando ella nació en aquel hospital, yo ya tenía siete años. Sin embargo, era difícil calcular su edad tan solo con mirarla. Se conservaba bastante joven, pero la madurez que demostraba la hacía ver un poco mayor. A veces hasta mayor que yo. De hecho, era más madura que yo.




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