Quiero ser Hannah Scarfoh

UNA CONCLUSIÓN SINIESTRA

Esa misma noche, mientras James reflexionaba sobre los eventos recientes, su mente analizaba cada problema que había acumulado en los últimos días. Sabía que debía encontrar una solución pronto.

La pérdida de su trabajo había sido un golpe inesperado. No porque le importara el empleo en sí, sino porque significaba una alteración en su rutina y una limitación en su propósito. Además, Miguel y Melany le habían impuesto una tarea que no comprendía del todo: debía completar su asimilación antes de poder volver a trabajar con normalidad. Para él, la asimilación era un concepto abstracto, un obstáculo que lo mantenía bajo observación. Y lo único que entendía con claridad era que su incapacidad para interpretar los sentimientos era la razón de todo.

Mientras pensaba en ello, el ambiente a su alrededor se tornaba cada vez más siniestro. Sus pensamientos fluían con una frialdad absoluta, sin una pizca de duda o culpa. Su mente, eficiente y analítica, solo buscaba la solución más lógica: asimilarse completamente.

A diferencia de otros de su especie, James era curioso. No aceptaba órdenes sin comprenderlas primero, y muchas veces desafiaba lo que sus superiores imponían si encontraba una alternativa mejor. Ahora tenía una referencia clara de lo que quería ser, una meta que había identificado por instinto. Su mente le sugirió una idea macabra, pero, para él, era la opción más eficiente: debía tomar la forma de Hannah y asimilar su cuerpo.

El pensamiento surgió con naturalidad, sin que él lo percibiera como algo indebido. Para James, no había dilema moral ni conflicto interno, solo una conclusión inevitable. Ya no necesitaba perder más tiempo intentando entender lo que no podía comprender. Si la clave para volver a la normalidad era la asimilación, entonces debía hacerlo de la manera más directa posible.

Y Hannah... Hannah ya no era una persona para él. No en el sentido en que los humanos percibían a los demás. Ella era un modelo, un concepto, una meta que debía alcanzar. Su vida no tenía valor alguno en comparación con la de James. Él era un ser superior, no debía limitarse por los valores de los humanos.

La conclusión final llegó con una claridad perturbadora: asimilar a Hannah resolvería todos sus problemas. No solo debía tomar su forma, sino también asegurarse de que no quedaran testigos. La idea de matarla no le provocaba ninguna emoción en particular, ni placer ni remordimiento. Era, simplemente, la mejor opción.

James se puso de pie con calma. Su decisión estaba tomada. Se dirigió a su armario y escogió la ropa más adecuada para moverse con discreción. Se aseguró de llevar consigo lo necesario para ejecutar su plan sin errores. Su mente operaba con la precisión de una máquina, calculando cada posible escenario, cada movimiento.

Antes de salir, hizo un último repaso en su mente. Visualizó cada paso que debía dar. Localizar a Hannah, asegurarse de que estuviera sola, ejecutar la asimilación sin interrupciones. Todo debía salir a la perfección.

Sin más dudas, abrió la puerta y salió a la noche. Su mirada, vacía de emoción, reflejaba la determinación absoluta de alguien que ya había tomado una decisión irrevocable.

El plan estaba en marcha.




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