Aston no perdió el tiempo.
—James, no esperaba esta situación... y mucho menos que una persona estuviera involucrada.
James simplemente lo escuchaba, sin hacer preguntas ni interrumpir.
—Hay algo curioso en todo esto —continuó Aston—. Cuando vi el nombre de la joven... no pude evitar sorprenderme. Hannah Scarfoh.
Su tono se volvió más serio.
—No conozco a la señorita Hannah... pero sí conozco ese apellido.
James mantuvo la vista fija en Aston.
—El apellido Scarfoh pertenece a una de las familias que controlo. Y esa familia... bueno, no me ven con buenos ojos.
Hizo una pausa.
—Scarfoh es un apellido con peso. No es cualquier familia. Son influyentes, poderosos y, sobre todo, peligrosos.
Aston entrelazó los dedos, apoyando los codos sobre la mesa.
—Para que lo entiendas mejor, James... esta ciudad es el núcleo de los Scarfoh. La mayoría de ellos residen aquí, tienen negocios aquí, controlan partes de la economía y mantienen relaciones con figuras importantes.
Le dirigió una mirada firme.
—Eso significa que la probabilidad de que Hannah no esté relacionada con ellos es casi inexistente.
El silencio se apoderó de la sala por unos segundos.
—Si descubren su desaparición y encuentran rastros de quién pudo haber sido, estarás en problemas, James. Y si logran vincularme a ti, podrían involucrar a mi familia... los Ryder.
Aston dejó caer el peso de esa afirmación sobre James.
—Espero, sinceramente, que Hannah solo tenga el apellido sin una conexión real con la familia Scarfoh.
James asintió. No mostró preocupación, pero entendió la gravedad del asunto.
ELPLAN DE SUSTITUCION:
Aston continuó.
—Si Hannah está relacionada con esa familia... no tendremos otra opción más que un plan de sustitución.
La idea era simple en teoría, pero arriesgada en ejecución.
Si Hannah era una figura importante en la familia Scarfoh, James tendría que asumir su identidad. Tendría que aprender a comportarse como ella, hablar como ella, conocer su vida, sus relaciones... ser ella.
—Si Hannah solo comparte el apellido sin una conexión directa, las cosas serán más fáciles —añadió Aston—, pero si resulta ser una Scarfoh legítima...
Se reclinó en su silla.
—No hay manera de que no haya alguien siguiéndole la pista. No importa cuán distante sea su relación con la familia. Alguien notará su ausencia.
James no reaccionó, como si la idea de suplantarla no lo perturbara en absoluto.
Aston mantuvo la mirada fija en él antes de continuar.
LAS VIEJAS RAICES DE LOS SCARFOH:
—Si llega a ser el caso de que debas sustituirla, no será fácil. Tendrás que replicar su comportamiento a la perfección. La familia Scarfoh es meticulosa... y normalmente controla a los suyos de manera estricta.
Se acomodó en su asiento y entrelazó los dedos.
—Su forma de vivir es arcaica. Tradicionalista hasta la médula. Durante generaciones, han seguido las mismas reglas y estructuras sin permitir cambios significativos. En especial cuando se trata de quién tiene el poder.
La mirada de Aston se endureció.
—Las mujeres dentro de los Scarfoh son reprimidas. No se les permite aspirar a liderar. Son vistas como figuras decorativas, usadas para fortalecer alianzas a través de matrimonios arreglados o como herramientas para consolidar la influencia de la familia.
Hizo una pausa.
—En esta familia, solo los varones pueden asumir el poder. Es una regla no escrita que ha existido durante siglos.
James permaneció impasible, pero Aston sabía que estaba absorbiendo cada palabra.
—Eso cambió un poco gracias a mi intervención.
Aston exhaló pesadamente, como si recordar el proceso fuera un fastidio.
—Cuando los Scarfoh quisieron expandir su territorio e involucrarse más en los negocios ilegales que yo controlaba, impuse ciertas condiciones. Una de ellas fue que las mujeres dentro de la familia pudieran recibir educación y participar en las decisiones internas. Pero, aunque logré introducir ese cambio, las raíces de su crianza siguen siendo las mismas.
Golpeó la mesa suavemente con los nudillos.
—Los hijos e hijas nacidos en esa familia crecen bajo reglas férreas. Se les inculca desde pequeños que deben respetar la jerarquía, seguir órdenes sin cuestionarlas y, sobre todo, proteger el apellido Scarfoh a cualquier costo.
Aston hizo una pausa antes de agregar:
—A las mujeres, en particular, se les enseña que su valor está en su utilidad para la familia, no en su individualidad. Se espera que sean obedientes, reservadas, que no se rebelen contra las decisiones que los hombres toman por ellas.
Se inclinó un poco hacia adelante, observando atentamente a James.
—Si Hannah creció en ese ambiente... hay dos posibilidades.
Levantó un dedo.
—Uno: Que haya aceptado esas reglas sin rechistar, convirtiéndose en la hija perfecta de los Scarfoh, alguien que jamás desafiaría a su familia.
Levantó otro dedo.
—Dos: Que haya sido una rebelde silenciosa.
Entrecerró los ojos.
—Si es lo segundo, entonces las cosas serán aún más complicadas. Porque eso significaría que la familia ya tenía un ojo puesto en ella.
El ambiente en la oficina se volvió más pesado.
—Así que antes de decidir cualquier cosa... necesitamos saber exactamente quién era Hannah Scarfoh dentro de esa estructura.
James asintió, procesando la información en silencio.
—Si ella fue criada bajo esas reglas, entender su mentalidad será tan importante como replicar su comportamiento. De lo contrario, en cuanto te acerques a un Scarfoh... sabrán que algo no encaja.
El plan de sustitución ya no era solo una posibilidad.
Era una necesidad.
El aire en la oficina se sintió más denso.
—Además —siguió Aston—, dependerá de cuán estable emocionalmente era la señorita Scarfoh. Eso influirá en lo que experimentarás al asimilarla.