Desde que el ser humano nace hasta que muere está en un continuo cambio, en una continua evolución. Desde pequeño va creciendo y pasando por diferentes etapas de su vida. Sin embargo ese cambio no está basado solamente en una evolución interna, el ser humano también crece internamente, y ese crecimiento dura toda la vida. Podemos observamos a diario como la gente de nuestro alrededor cambia constantemente, algunos cambios buenos, otros malos. Los cambios, las evoluciones suelen producirse poco a poco, en un largo proceso. Así que cuando una persona cambia de la noche a la mañana una señal de alerta se produce en el interior de las personas y el miedo, la incertidumbre, la duda, se apoderan de lo más profundo de sus seres.
Nico e Izan se habían vuelto a adentrar en el cuarto de baño sin que nadie les viera, aunque sabían que aquella conversación debería durar poco ya que el instituto estaba a punto de finalizar y de cerrar sus puertas.
―Todos los baños están vacíos ―un suspiro de alivio proveniente de Izan reflejaba lo que acababa de comprobar recientemente, todas las puertas que conducían a los retretes del servicio de los chicos estaban vacíos.
Nico apoyó sus manos en un lavabo y se miró en el espejo para observar como Izan le devolvía la mirada a través de él.
―Tengo que mirar en mi ordenador la página de las pastillas ―le informó Izan apoyándose en la puerta de uno de los retretes.
―Ven esta tarde a tu casa ―ambos hicieron una mueca ante aquella proposición extraña.
―Lo sé, pero solo puedo ir sobre las siete. Es la hora en la que mis padres no están―dijo Izan pensativo―. A mi hermana será fácil sacarla de allí, solo hay que hacer algo para que Casandra no se entere ―apoyó la mano en la barbilla de forma pensativa.
―De Casandra no hay que preocuparse ―Nico se encogió de hombros al no saber cómo contarle que Casandra sabía la verdad.
―¿Por qué? Si me ve, bueno si te ve allí y lo cuenta... ―un resoplido frustrado se escapó de la boca del falso Nico.
―Izan, hazme caso, no hay de qué preocuparse. Ya lo sabe ―se atrevió a decir al fin Nico.
Izan puso los ojos en blanco, no podía ocultar su sorpresa y extrañeza ante aquellas palabras las cuales se daba cuenta que tendría que digerir.
―¿Qué? ¿Qué le has dicho? ¡Joder! ―Izan se dio media vuelta y dio una fuerte patada a la puerta que tenía tras él.
―¡Oye cuidado! Te recuerdo que ese es mi pie...
―Y yo te recuerdo que Casandra es asistenta en mi casa, no tenías que contarle nada, ¡joder!
―¡Oye! ¡Que yo no lo dije nada! ―Exclamó Nico alzando sus manos al aire.
―Ya claro, ¿y cómo se enteró, eh?
―Ella lo descubrió, según me dijo, por cómo le hablé ―Nico volvió a encogerse de hombros.
―Pues no lo entiendo, qué quieres que te diga.
―No, si yo tampoco lo entiendo mucho, pero cuando me trajo las tortitas... ―antes de terminar de hablar, Izan le cortó repentinamente.
―¡No digas tonterías! ―Exclamó más frustrado aún―. ¿Cómo que tortitas? Eso no tiene sentido alguno, hace mucho que no las hace...
―Pues las hizo y me las llevó al dormitorio ―continúo él sin entender qué estaba sucediendo.
―¿A mi habitación? Mira, si quieres vengarte por estos años hazlo, pero con eso no juegues.
―No juego. No entiendo porqué te extrañas, siempre lo hacía... ―Nico cada vez se sentía más confuso.
―Tú mismo lo has dicho, lo hacía. Hacía: pasado. Para ser tan empollón no sabes la conjugación de los verbos, ¿no? ―Les espetó con desprecio.
―Vete a la porra, Izan. Yo solo quiero mi cuerpo y perderte de vista de nuevo ―farfulló Nico malhumorado―. Veo que hasta en mi cuerpo aprovechas para insultarme.
―Casandra lleva años sin hacerme tortitas, y mucho menos me llevaría el desayuno a mi cuarto ―farfulló Izan.
―¿Por qué? ―Quiso saber Nico.
―Porque paso de esa mujer, fin. No tengo que darte más explicaciones, no te importa.
―Pero no tiene sentido, si no tienes relación con ella, ¿por qué haría eso? ¿Y por qué te llevaría al instituto? ―La confusión se hacía cada vez mayor para Nico y se mostraba en el tono de sus preguntas.
―Nico, hace años que no me lleva al instituto, a este nunca me ha traído ―sentenció con mirada fría―. Deja de decir tonterías y deja muerto el pasado, ¿me entiendes? Centrémonos en lo que ahora importa, por favor.
―Es que Casandra me ha traído hoy, es lo que intento decirte. Y si no lo ves importante teniendo en cuenta que nunca lo hace, yo sí.
Un silencio sepulcral invadió el cuarto de baño de chicos de la planta baja del instituto. Los últimos pasos de los alumnos más rezagados indicaban que poco tardarían en cerrar aquel lugar y que pronto deberían dar por finalizada aquella discusión posponiéndola para otro momento.
―No puede ser...―murmuró al fin Izan―. Casandra lo sabe todo.
―Es lo que intento decirte, me pareció bastante raro que se diera cuenta tan rápidamente de quién era. Al principio parecía sorprendida y todo... ―Nico empezó a sentirse dolido al darse cuenta de que se había creído algo que realmente era falso.