Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yo

Capítulo 12: La verdad de Estela

A veces aquello que parece más irreal y más inverosímil es verdad, mientras otras verdades se esconden en mentiras.

Había pasado un largo rato desde que le habían contado lo sucedido a Estela, sin embargo a ella le seguía costando trabajo aceptar y creerse aquello a pesar de que Izan, desde el cuerpo de Nico, le había desvelado cosas que solo ella y él podían saber.

―No tiene sentido, esto es la vida real, ni la ciencia ficción ni la magia existen―dijo llevándose las manos a la cabeza―. Si es una broma no tiene gracia.

―¿Entonces por qué no entendía éste nada cuando le has hablado de Tifany? ―Dijo Izan señalando al dueño que había bajo su cuerpo―. O lo que hace unos minutos te he dicho al oído, era un secreto que tú me contaste. ¿O crees que se lo contaría a Nico?

―Es difícil cuando dices eso siendo Nico ―protestó ella y luego resopló―. Bueno, pongámonos en el hipotético caso de que esto es real, ¿cómo se supone que ha sucedido algo así?

―Esa es la cuestión, no tenemos ni idea y estábamos averiguándolo.

―Es verdad ―testificó Nico―. Y una cosa, ¿alguien me puede decir quién leches es Tifany, Estefanía o quien quiera que sea? ¿Y qué putada me quiere hacer quién? Porque si esto forma parte de una putada, ¡enhorabuena! Ha sido magistral ―ironizó falseando unos aplausos.

―Eso ahora no importa ―se apresuró a decir Izan―. No es de tu incumbencia saber o no saber quién es Tifany.

―En eso llevas razón ―le espetó él―. A mí me da igual lo liberal que sea vuestra relación o si la cita de Estela sea con una dentista para una revisión dental ―masculló―. Pero lo que compete a mi vida si me incumbe, ¿no crees?

―No. Si no damos solución a esto lo antes posible yo recibiré esa putada, así que no tendrás de qué preocuparte.

Sentada en la cama y con la mirada atónita, Estela observaba a uno y a otro como si se encontrase en un partido de tenis y ella fuera la arbitró, por un momento llegó a pensar que podría sacarse el título con presenciar aquella conversación. Negó con la cabeza rápidamente por aquella absurdez, aunque realmente no era algo que se diferenciase tanto a lo que sucedía ante sus ojos.

―¿Podéis parar un momento? ―Se incorporó Estela haciendo una cruz con sus manos en el aire―. ¡Tiempo muerto! ―Exclamó haciendo que ambos se girasen para mirarla.

―¿Qué? ―Preguntó Nico cruzándose de brazos.

―¡Joder! Es esto mismo...Es difícil veros hablar así cuando estáis acostumbrados, me va a empezar a doler la cabeza y lo importante ahora es encontrar una solución a esta cosa tan inverosímil. Pensemos entre los tres ―les propuso sintiendo una mirada fija sobre ella.

―¿Tú pensar? ―Ironizó Nico―. Desde luego cualquiera diría que a ti también te han cambiado de cuerpo ―bufó―. No pareces tú.

―Eso es un tema a parte ―le espetó Izan.

―Soy muy buena actriz, ¿vale? Y lo de actriz lo digo literalmente, pero es que no viene al caso, ¿vale? ―Resopló.

―¿No me vais a decir nada de lo mío? ―Nico sabía la respuesta pero no quería quedarse sin volver a preguntarlo por si alguno soltaba aunque fuera algo desesperado por la insistencia, sin embargo esto no ocurrió.

―¿Sabes qué, Izan? Esto te pasa por comprar las pastillitas esas ―regañó Estela mirando severamente a Izan a pesar de que aquel cuerpo fuera el de Nico ―ahora si no encuentras solución te quedarás así para siempre...

―¿Te quejas de nosotros y empiezas a reprimirme? Joder, Estela... ―Izan resopló mientras empezaba a dar pasos por la habitación sin un rumbo fijo.

―Sin que sirva de precedente, Estela lleva parte de razón ―dijo Nico sin poder evitar intervenir.

Izan se acercó a su cama y se sentó frustrado hundiendo la cabeza agachada entre las manos. Tras un largo rato de silencio suspiró mirando a ambos.

―Creo que ahora mismo eso es lo de menos. Cualquier pregunta o reproche que no tenga nada que ver con esto puede esperar, ¿estáis de acuerdo? ―Preguntó de forma retórica ya que decidió que aquello debería ser así, a pesar de todo, ambos afirmaron sentándose junto a él.

―Encontraremos una solución entre los tres ―sonrió Estela pasando la mano por la espalda de Nico ahora perteneciente a Izan―. Además Izan, somos amigos, no te voy a dejar tirado, ni a Nico.

―En serio, cuando esto acabe me tenéis que responder mucha preguntas ―sentenció Nico―. Pero es verdad que tenemos que hacer algo ya, no estoy dispuesto a quedarme aquí una noche más ―resopló.

―Tampoco sería la primera vez que durmieses aquí ―le respondió Izan.

―Sí, antes de que alguien cambiase radicalmente conmigo y pasara a no dirigirme la palabra y meterse conmigo.

―¡Joder! Parad de una vez o no os ayudo ―un ultimátum salió de los labios de Estela con el ceño fruncido―. Además no se nos puede olvidar que la hermana de Izan está en la otra habitación, y aunque tenga la música a tope pensando cosas que no son, nos puede pillar.




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