Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yo

Capítulo 22: Tifany

―¡Te estaba esperando, amor! ―Exclamó Estela aquel mismo día a la salida de clase.

Estela llevaba una falda de pliegues de cuadros roja y negra. Se había puesto una camisa blanca y una corbata verde oscuro. Nico se quedó observando las dos coletas que cubrían su cabello las cuales se movieron cuando ella se abalanzó sobre él al verle. Antes de darle un beso en la mejilla dio un chupetón a la piruleta roja de corazón que llevaba en la mano. Mientras Nico sentía que la mejilla era impregnada de un tacto pegajoso fruto de la piruleta, observó como Esteban y Andrés también se encontraban allí.

―Perdona, me entretuve recogiendo mis apuntes ―intentó justificarse sin entender de qué iba todo aquello.

Estela lo tomó por el cuello plantándole un tierno beso en los labios al joven quien sintió que su mandíbula, pese a no ser suya, se tensaba por momentos.

―Chicos, chicos, ¿no sabéis eso del pan delante del hambriento? ―Dijo Esteban tras carraspear para llamar la atención, algo que sinceramente alivió a Nico.

―Que aguafiestas, Esteban ―le espetó ella―. A ver si te echas una novia ya y podemos salir los cuatro ―luego se quedó mirando a Andrés fijamente mostrándole una sonrisa―. Bueno tú también, y seríamos tres parejitas.

―¿Parejitas? Yo paso de esas cosas ―le espetó Andrés―. Ya sabes que soy más de un ligue de una noche ―dijo haciéndole un guiño casi imperceptible, salvo para la atenta mirada anonadada de Nico en el cuerpo de Izan. A pesar de ello, Nico supo disimular con bastante facilidad y comportarse como si aquel guiño de Andrés a Estela no hubiera sucedido.

―Adiós, Estela ―escuchó Nico una voz que saludaba a la joven. Se giró para mirar quien era y se encontró con Estefanía, una alumna de segundo a quien mucha gente llamaba Tifany.

Nico se dio cuenta de que aquella famosa Tifany debía de ser la misma cuando se paró ante ellos con una sonrisa en su rostro. Tifany era una joven de mediana estatura de largo cabello negro. Llevaba unos vaqueros oscuros y un jersey color carmesí. Las cosas cuadraban, aquella famosa amiga de Estela era la misma que la chica que se encontraba ante ellos. Aquella chica que formaba parte de un misterio que no cuadraba en la vida de Izan y Estela, algo que se escapaba de la mente de Nico y le costaba deducir, ¿pero qué se le escapaba? Se quedó observando a Estela y Tifany mirando de reojo por el rabillo del ojo como Izan salía de clase ataviado con su cuerpo.

Una leve sonrisa por parte del falso Nico, propiciada por Izan al ver a Estela y Tifany hablando, se dibujó en su rostro, sin embargo, supo que debería quitarla rápidamente porque sería extraño que Nico sonriera al ver a Estela. Nico se percató de Izan y empezó a hilar los hilos aunque seguía sintiendo que algo descuadraba en su conjetura pese a creer que no estaba desencaminado en su teoría. El día que Estela apareció en la casa de Izan y le habló creyendo que era él, habló de una cita con Tifany, pero la lógica le estaba dando la razón, no era una cita de amigas, no había sido una forma de hablar para decir que iba a quedar con una amiga con la que se llevaba muy bien, además de que su reacción no parecía indicar eso. Aquella cita a la que se refería Estela, y que por culpa de ellos había tenido que cancelar, era una cita de verdad. ¿Pero por qué le decía algo así a su novio? ¿Acaso tenían una relación liberal y se contaban esas cosas? Pero entonces, ¿por qué entonces siempre se metía con él llamándole despectivamente mariquita? Si Estela era bisexual no tenía lógica que utilizara aquellas palabras contra él, a menos que aún le costase trabajo reconocerlo públicamente y se escudase en el insulto fácil, negando al mundo la verdad.

No pudo evitar resoplar intentando buscar coherencia a aquellas incoherencias, provocando que Esteban y Andrés se dieran cuenta y le mirasen extrañados.

―¿Qué ocurre, Izan? ―Le preguntó Andrés tras el resoplido.

―¿A mí? ―Preguntó señalándose con el dedo índice―. ¡Oh, nada! ―Exclamó Nico rápidamente.

―Bueno, como tú digas ―luego señaló con la mirada al falso Nico quien aún seguía cerca de ellos junto al marco de la puerta con intenciones de salir de allí―. Riámonos de este palurdo, verás cómo te animas.

El falso Izan simplemente asintió viéndose obligado a meterse con aquel que era como él. Pese a llevar varias semanas viéndose obligado a hacerlo, no lo soportaba, por mucho que él mismo hubiera sufrido durante dos años por el propio Izan sentía que era incapaz de vengarse y aprovecharse de la situación para devolvérsela. Pero no había más remedio, debía fingir ser Izan. Se mordió el labio inferior antes de carraspear para interceptar el camino del falso Nico quien sabía lo que iba a suceder.

―¿Dónde vas, escorioso? ―Le preguntó imitando el desprecio en su voz.

―Mariquita, ¿vas ya a tu casa? ―Preguntó Andrés despectivamente.

Izan agachó la cabeza, empezaba a acostumbrase a aquello y bajar la cabeza más que tratarse de una imitación se había convertido a una acción refleja provocada por las palabras que le dedicaban todos los días. Aquello le hacía odiarse cada día más, planteándose una vez más, como había hecho durante aquellos últimos años, si aquella había sido la decisión correcta. Quería que Nico le odiase y se alejara de él, pero no que sufriera, y desde luego sentía cada vez más que este había sufrido demasiado durante todo aquel tiempo. Sentía como se hundía por dentro al ver como Nico le imitaba, se lo merecía, se merecía que él se aprovechase de la situación y se la devolviera una por una todas las putadas que en los últimos años le había hecho.




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