Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yo

Capítulo 26: Croquis

Nico se encontraba mirando fijamente la pared de su cuarto, invadido por los recuerdos del pasado. Cuando escuchó pasos acercarse a la habitación soltó rápidamente el tenedor en el plato y se sentó nuevamente en la cama, justo a tiempo para que Izan entrase en el cuarto. Al entrar, media sonrisa se dibujó en su cara mientras se acercaba a Nico. Un impulso le hizo posar un dedo en la comisura de sus labios, haciendo que Nico se pusiera nervioso.

―Tienes un pizco aquí ―dijo apartándoselo con el dedo―. No lo tomes a mal, no me gusta tener churretes ―dijo refiriéndose a su cara, sin embargo, lo único que pretendía era caldear el ambiente al notar la tensión en Nico al quitarle el pizco que se había quedado en la comisura de sus labios―. Veo que al final has decidido probarlo ―sonrió inevitablemente.

―¿Has lavado ya los platos? ―Preguntó ignorando a Izan, este se limitó a asentir con la cabeza―. Entonces dime tu planes con la cartulina ―más que una sugerencia había sonado como una orden, sin embargo, Nico no rectificó en el tono con el que lo había dicho y se cruzó de brazos esperando la respuesta de Izan.

―Vale, tranquilo ―dijo cogiendo un poco de porte y llevándoselo a la boca. Tras masticar prosiguió sentándose en la cama de Braulio―. Es para hacer un croquis ―informó con una sonrisa de medio lado.

―¿Un croquis? ―Preguntó Nico elevando una ceja interesado por la información que Izan seguramente le revelaría a continuación.

―Sí, es hora de que organicemos nuestras mentes y lo plasmemos ―cogió la cartulina y la extendió en la cama de Nico, ya que este la había vuelto a enrollar a la espera de recibir una respuesta.

―Bueno, por fin dices algo coherente en lo que llevamos de tarde ―dijo mientras buscaba en el cajón de su escritorio algo que sirviese como soporte en las esquinas de la cartulina y así evitar que se volviese a enrollar nuevamente.

Izan decidió hacer caso omiso a aquel comentario propiciado por Nico y decidió comer otro trozo de tortitas con una nueva rodaja de plátano, disfrutando de lo que un rato antes había preparado en la cocina de los abuelos de Nico. Unos instantes después, Nico había tomado dos libretas del cajón y las había puesto en dos laterales de cartulina, había optado por aquello para así no invadir demasiado la cartulina cubriendo cuatro esquinas. La sujeción hizo un efecto medianamente eficaz, no impidiéndoles realizar el trabajo al que se disponían a comenzar en breves momentos.

―¿Y has pensado que vamos a poner? ―Le preguntó Nico al ejecutor del plan.

―Algo así ―afirmó Izan tras comer de nuevo del plato de porte―. ¿No vas a tomar más? A este paso me lo como yo solo... ―dijo haciendo fingidos pucheros en un intento de convencerle, pero el éxito fue nulo.

―¿Y bien? ―Fue la única respuesta que obtuvo por parte de Nico.

―Bueno, había pensado que podíamos hacer una recopilación de la información que tenemos, que es vedad que es poca, pero si la reorganizamos quizá averigüemos algo más ―sentenció deseando internamente que realmente pudieran llegar a alguna conclusión aclarando sus ideas en aquella cartulina―. Además, Casandra dijo que usásemos nuestra inteligencia, así que quizá así vayamos por buen camino, ¿qué me dices? ―Cuando volvió a mirar hacia donde se suponía que estaba Nico, se encontró con que este ya había sacado varios bolígrafos, lápices para escribir y alguna que otra regla.

―¿Rotuladores, lápices o ceras? ―Preguntó abriendo un cajón.

―Coge todo y ya vamos viendo―afirmó Izan mientras abría la desgastada mochila escolar de Nico, la cual por las circunstancias en las que se encontraban, le pertenecía de forma indirecta. De ella sacó un sobre amarillento y lo colocó encima de la cama.

―¿Qué es eso? ―Preguntó Nico con las manos ocupadas con dos estuches, en uno contenía ceras y lápices y en el otro rotuladores.

Por la apariencia que tenía uno de ellos, de color grisáceo con muchos colorines uniformes, seguramente habitaban allí los rotuladores, quienes habrían tenido con los pasos de los años alguna que otra batalla campal, provocando como consecuencia la uniformidad de los colores dispersos en su exterior. Izan deseó internamente que alguno de aquellos colores estuviese aún en sus plenas facultades y diera rienda suelta a su funcionamiento.

―Algunas imágenes y fotos que podemos pegar en la cartulina ―le informó Izan.

―Aja ―fue la única respuesta que obtuvo por parte de Nico quien examinaba el interior del estuche de rotuladores―. ¿Por dónde empezamos, entonces?

Nico cogió uno de los folios que había traído y se dispuso a probar los rotuladores, desechando aquellos que ya no funcionaban. Izan sacó las imágenes que contenía el sobre amarillo y las miraba detenidamente, esbozando alguna que otra sonrisa. Poco rato después Nico había terminado de analizar los rotuladores, a pesar de las sospechas de Izan, pocos rotuladores habían sido descartados, posiblemente los responsables de las manchas del estuche habrían sido desahuciados tiempo atrás.

―¿Ponemos un título al croquis o cómo lo hacemos? ―Preguntó Nico encogiéndose de hombros.




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