Braulio llegó al lugar donde normalmente quedaba con sus amigos, aunque esta vez iba acompañado del que creía que era Nico, su hermano. Un lugar apartado de un parque que nunca había visto Izan, les dio la bienvenida. Izan miró a su alrededor de reojo observando mientras avanzaban hacia el lugar donde se encontraban los amigos de Braulio, como aquel parque se encontraba deteriorado. Columpios oxidados, toboganes con algunas piezas de las escalerillas rotas. Negó internamente viendo el panorama. Algunas farolas centelleaban a punto de apagarse. Se preguntó si aquel lugar estaba realmente abandonado o si era utilizado en las tardes por los más pequeños. Continuó avanzando en silencio junto a Braulio hasta que se adentraron por una arboleda que les llevó a unos bancos apartados. Observó cómo algunos jóvenes estaban sentados en los bancos. Imaginó que aquellos serían los amigos de Braulio, ya que nada más aparecer algunos levantaron la mano informando que estaban allí. Izan también se percató de que por el césped y otros bancos alejados se encontraban otros grupos de jóvenes quienes posiblemente no pertenecían al grupo de amigos de Braulio.
Cuando se acercaron a uno de los bancos en los que se encontraban los amigos de Braulio, una chica de cabello moreno y mechas pelirrojas se levantó para darle un fuerte abrazo al hermano de Nico. Tras la luz de una farola cercana, de las pocas que habitaban aquel lugar, pudo observar como la chica llevaba un pearcing en la nariz.
―¡Nico! ―Exclamó la chica sonriéndole y acercándose a él para darle un sonoro y efusivo beso en la mejilla. Izan no sabía cómo reaccionar, ¿cómo se llamaría? En ese momento se dio cuenta de que debería de haber avisado a Nico para informarle de su salida, y probablemente este le hubiese explicado algo sobre los amigos de Braulio.
―Hola ―respondió Izan tímidamente sin saber qué más decir. Braulio carraspeó intencionadamente.
―Perdonad, no os he presentado ―dijo el hermano de Nico un poco nervioso―. Elisa, este es mi hermano Nico, y Nico, esta es Elisa, una buena amiga ―sonrió presentándoles.
―Encantado ―murmuró Izan sin comprender aún la efusividad de la chica de la que al menos ya había obtenido su nombre.
―Igualmente. Perdona mi efusividad, tu hermano me ha hablado tan bien de ti que es como si ya te conociera ―bromeó riendo―. Vamos, no seas tímido, ¡únete a nosotros! ¡No comemos!
Elisa tomó del brazo al falso Nico y se encaminó al grupo de chicos y chicas que se encontraban dividos en dos bancos muy cercanos.
―Si quieres te los presento, ¿vale? ―Sonrió la chica con amabilidad sin ocultar en ningún momento su notable afabilidad. Mientras, Braulio saludaba a sus amigos con un choque de puños o un estrechamiento de brazos.
A Izan le costó quedarse con los nombres y con quienes eran cada uno, no sabía si Nico habría oído hablar de ellos al menos, pero desde luego él desconocía a todos, bueno a todos menos a Félix, quien se encontraba allí también.
―Y este es Fé.... ―Elisa comenzó a decir pero el aludido la interrumpió repentinamente.
―Ya nos conocemos, hemos sido compañeros de fútbol ―dijo Félix con una breve sonrisa.
―Sí, es verdad, ya me contaste una vez ―rió ella.
―Elisa, ¿estás nerviosa por conocer a tu futuro cuñado? ―Dijo entre risas Carlos, el chico que se encontraba sentado junto a Félix.
Elisa rápidamente le dio un sonoro palmotazo en el hombro a Carlos, para después sacar de una bolsa una lata de cerveza y abrirla. Tras dar un trago miró al aparentemente hermano de Braulio.
―¿Quieres un trago, Nico? ―Le ofreció de su cerveza―. Aunque hemos traído más, puedes servirte tú mismo, aquí tenemos fondo común para la bebida ―rió dando otro trago.
―No, gracias ―murmuró él con voz tímida.
―También hay tinto, ¿te apetece? ―Dijo Carlos sacando un cartón de vino tinto de una marca desconocida para Izan, pero de la que estaba seguro que su familia nunca compraría.
―No, no me gusta beber ―volvió a dibujar una tímida sonrisa en su rostro mientras jugueteaba con los dedos de la mano con la bolsa que llevaba que contenía los bocadillos de Braulio y él.
―No te sientas tímido, aquí todos somos como una gran familia ―dijo Elisa abrazándole por detrás, sobresaltándole.
―Y ella quiere formar parte de la tuya ―rió Carlos.
―Cállate, primito ―Elisa le enseño el dedo corazón a Carlos, quien al parecer, según dedujo Izan, era el primo de la chica.
―Anda y esconde ese dedo, primita ―le espetó él entre risas. ¿Sería un mote cariñoso o serían familia?
La chica que había sentada al lado de Carlos, Azucena, escuchaba la conversación en silencio, y al parecer dedujo los pensamientos del nuevo, así que afirmó levemente con una tímida sonrisa antes de responder.
―Carlos y Elisa son primos ―sonrió dando un sorbo a la bebida que contenía en su vaso―. Por cierto, hay zumo también, ¿quieres?
―¡No! ―Exclamó Carlos llevándose las manos a la cabeza y gesticulando exageradamente su rostro, poniendo diferentes muecas de pánico y miedo―. ¡Sacrilegio! ¡Bebe zumo! ¡A la hoguera! ―Exclamó Carlos señalando a Azucena.