Quiero Una Mamá

En busca de una niñera.

Richard y Jade se habían instalado en su nuevo hogar. Ahora, el siguiente paso era buscar una niñera para que cuidara de la pequeña mientras él trabajaba.

Buscó el servicio de una agencia y, aunque entrevistó a muchas candidatas, no se sentía a gusto.

La pequeña Jade se acercó a su padre y lo miró; se notaba que él estaba estresado.

—Papi, yo sé cuidarme sola, además está la señora Alejandra —le dijo la pequeña.

Su padre sonrió, la sentó en su regazo y acarició su cabello.

—Mi amor, quiero que alguien cuide de ti mientras estoy ocupado. La señora Alejandra no podrá —razonó con ella.

—Si me dieras una mami, no tendrías que buscar una niñera —la pequeña batió sus pestañas y sonrió con inocencia.

Sabía cómo manipular a su padre cuando le convenía.

—¡Jade! —su padre la miró.

—¡Papi! —le habló con el mismo tono.

—No puedo darte una mamá, mi amor; para eso se necesita mucho tiempo.

—Por eso debes empezar ya, papi. ¿Por qué no sales y conoces a alguna mujer y…?

—Así no funciona, Jade.

—¿Y cómo es?

—Cuando seas grande lo entenderás. ¿Por qué no vas a jugar mientras me contacto con otra agencia?

—Está bien, papi, te quiero —se acercó a su padre y le dio un beso.

Richard sonrió ante el gesto de su pequeña. Soltó un suspiro en cuanto ella salió.

—No es fácil, Jade. No sabes cuánto me gustaría que estuvieras aquí —dijo, mirando al techo de su oficina.

Se comunicó con otra de las agencias que prestaban el servicio de cuidado infantil.

—Buenas tardes, habla Richard Hill. Estoy buscando el servicio de una niñera...

Richard expuso sus exigencias y condiciones respecto a la niñera que buscaba para su hija. La mujer al otro lado de la línea le dijo que enviaría algunas colaboradoras para que él las entrevistara.

Al día siguiente, Richard entrevistó a las cinco mujeres que había enviado la agencia, pero aun así no se decidió por ninguna. Solo faltaban unos días para regresar al trabajo y aún no tenía niñera para su hija, ya que a la pequeña no le gustaba ninguna de las candidatas.

—Princesa, ¿en verdad no te gusta ninguna de las niñeras? Estamos buscando una niñera, Jade, no una mamá —dijo ya estresado.

—Lo sé, papi, pero ninguna de ellas me gusta.

—Está bien, princesa.

—Señor, lo llaman de la agencia —le comunicó Alejandra.

—Gracias —tomó el teléfono y contestó—. Bueno —dijo al contestar.

—Señor Hill, tenemos disponible a una de nuestras mejores niñeras. No sé si desea darle una oportunidad —el hombre soltó un suspiro.

—Está bien, que venga mañana a primera hora —respondió, y cerró la llamada en cuanto la mujer le dio las gracias.

Su hija lo miró y sonrió, gesto que él le devolvió.

A primera hora, Jade ya estaba despierta, esperando a su padre, quien no tardó en aparecer frente a ella.

—¿Estás emocionada? —preguntó su padre.

—¡Sí!

—¿Por qué?

—Me prometiste que iríamos a pasear hoy —Richard se quedó paralizado, tomó su teléfono y revisó la fecha; luego miró a su hija, quien lo observaba detalladamente.

—Mi amor...

Richard se sentía apenado ante su hija; por estar entrevistando a las posibles niñeras, había olvidado sus planes con ella.

—¿Lo olvidaste? —preguntó la pequeña con una mirada triste.

—No, después de la entrevista vamos, ¿de acuerdo? —La pequeña asintió con emoción.

—Señor, la señorita Miller acaba de llegar —le comunicó Alejandra.

—Hazla pasar.

—Ya está en la sala —añadió.

Richard tomó la mano de la pequeña y bajó las escaleras hasta la planta baja. Se acercó a la mujer que estaba de pie observando una de las pinturas que colgaban en la pared.

—Buenos días —saludó Richard, seguido de su pequeña.

—Buenos días, soy Tiffany Miller —se presentó la chica.

Richard la miró, al igual que la pequeña que estaba a su lado.




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