Me quedé esperando a mi padre, pero por más que las horas pasaban el nunca aparecía; pensé que sería mejor ir a buscarlo el día estaba poco a poco llegando a su fin y como es normal que aparezca en aquel sitio mientras duerma quería pasar el mayor tiempo con el antes de irme y quizás ya nunca volver.
Me levanté y me fui de la entrada de la cueva, el agua me había masajeado lo suficiente y me sentía muy calmada, pero me inquietaba un poco que mi padre no hubiera vuelto y peor aún que no sabía dónde buscarlo. El cielo estaba parcialmente nublado pero no parecía que fuera a llover, en cambio se sentía un ambiente triste y desolado, minutos más tarde mientras avanzaba sin rumbo el cielo comenzó a gotear, “después de todo si está lloviendo”, pensé porque al inicio creí que no sucedería, por más que miraba a mis alrededores no lograba encontrar algo que me diera un indicio de donde pudiera estar el, intente concentrarme en mi propia magia para buscarlo pero me era imposible no sabía controlarla en absoluto e intentarlo simplemente no tenía caso.
De un momento a otro la poca luz del cielo se acabó, más no por las nubes oscuras que lo recubrían por completo sino porque la noche había llegado, mirando hacia arriba noté que en la parte superior de la escultura tallada en la roca de merlín había una luz que iluminaba una gran área, no lo dude un solo segundo tras verla, ese es mi padre… Avance por el sitio intentando buscar la manera de llegar hasta que encontré un pequeño en la montaña que parecía llevar a ese sitio, se veía muy oscuro y algo tenebroso pero armada de valor me metí, por fortuna en esta ocasión no me traslade entre las dimensiones y pude salir sin problemas de ese camino. Justo al salir yo me encontraba sobre la cabeza de esa escultura de Merlín y mi padre estaba sosteniendo su medallón con su mano izquierda y meneaba la mano derecha en círculos con la palma hacia arriba, él no se había dado cuenta de que yo estaba ahí, o quizás no le dio importancia e igual yo sentí que no debía molestarlo. Me senté detrás de el a observar que es lo que hacía al menos hasta que terminara y pudiéramos hablar, mi padre volteo hacia atrás y al verme sus ojos se llenaron de lágrimas las cuales no caían, al salir de sus ojos volaban lentamente hacia el cielo hasta que se perdían de vista y conforme el tiempo pasaba la lluvia ganaba fuerza, ella lluvia era causada por la magia de mi padre y más específicamente su tristeza, él ya sabía lo que iba a suceder, estoy segura que ya sabe que tengo que irme para tener probabilidades de volver algún día.
Esperé hasta que la lluvia mermó y una vez que lo hizo mi padre no dijo una sola palabra, en cambio se quitó su medallón y lo lanzo hacia atrás sin voltear a verme, no alcance a reaccionar a tiempo al no esperarlo y este me golpeo en el hombro, por fortuna no es muy pesado entonces no logro lastimarme, pero curiosamente al caer al suelo este no emitió un solo sonido, tome el medallón y antes de pensar regresárselo a mi padre el empezó a hablar.
- No. – Dijo el mirando al cielo volteado de frente y estando yo a sus espaldas, el parecía no querer mirarme. – No me lo des, llévatelo.
- Pero… - Intenté responder pero él me interrumpió.
- ¡Llévatelo! – Dijo con fuerza. – No puedo ir a donde tú vas, y al menos quiero que te lleves eso… Sé que es inútil, tu magia es incompatible con esa basura. – Escuchar ofender a su propio medallón era algo que me partía el corazón, denotaba con gran fuerza el resentimiento que se tenía a si mismo por no poder ayudarme… - pero también entiendo que si no te vas ahora eventualmente llegará el momento donde desaparezcas y ya no podrás volver… No estoy preparado para esto, tu madre se fue y no quiero que te vayas tú también, pero es algo que no puedo evitar. – Mi padre comenzó a enojarse y su magia se comenzó a descontrolar, la roca donde estábamos estaba temblando un poco y su cuerpo parecía que se prendía en un fuego tenue que aumentaba y disminuía su intensidad.
- Papá, tranquilo. – Intenté decirle pero eso solo empeoro la situación.
- ¿Tranquilo? – Dijo pisando fuertemente el suelo y creando espinas que salían de la planta de sus pies donde pisaba. – Yiori, ¿me estas pidiendo que esté tranquilo ante la posibilidad de perder lo único que me importa en este mundo?, No puedes hablar en serio, ¡No puedes!
La voz de mi padre variaba en tono y volumen con mucha constancia y cada palabra que decía aumentaba la intensidad de su propia molestia y esto a su vez aumentaba la lluvia y el temblor que se sentía en ese lugar, no supe que hacer para calmarlo y solo me levante y corrí hacia el para abrazarlo, él se negaba a que yo me acercara pero de igual forma lo hice, lo abrace con fuerza y aunque podía sentir el calor abrasador de esas llamas que tenía su cuerpo no me importó.
- No. – Dijo él una vez sin abrazarme de vuelta y moviéndose repetitivamente. - ¡No! – Gritó y la lluvia paso a ser una tormenta. - ¡No! – Volvió a gritar con mucha más fuerza y los temblores aumentaron de intensidad, su cuerpo temblaba más no por frio sino por coraje intentaba abrazarme pero podía ver como el mismo rechazaba sus propios brazos obligándolos a retroceder, la magia de su cuerpo comenzó a salir y a crear todo tipo de cosas extrañas, el suelo se prendió en fuego completamente aun y cuando la lluvia caía el fuego no se detenía, los rayos causados por la tormenta golpeaban en toda la montaña y la destruían poco a poco y el agua de la lluvia se acumulaba y rugía como si estuviera viva.
- Papá… Por favor, tranquilo. – Me aleje un poco y tome su cara y la acerque un poco a la mía. – Aquí estoy, no me he ido…
- ¡Pero lo harás! – Dijo el con fuerza aumentando la intensidad de los rugidos que se podían escuchar e incluso haciendo levitar algunas rocas que se soltaban por los golpes de los rayos… El poder oculto de mi padre, un clase 5, es algo aterrador…
- Papá, mírame a los ojos. – dije sosteniendo con fuerza su cabeza y acariciándole la mejilla con mis pulgares. - Mírame…
Mi padre me miraba pero desviaba los ojos cada ciertos segundos y con cada desvió pequeñas rocas volaban en todas las direcciones estrellándose contra las paredes y haciéndose añicos. Él parecía estar sufriendo mucho y que más prueba quería que la misma magia descontrolada que desbordaba su cuerpo, forcé su cabeza a bajar y puse juntas su frente y la mía, pero con esta acción la lluvia se convirtió en granizo que se escuchaba golpear con una fuerza increíble todo el sitio.
- Aquí estoy. – Empecé a repetir una y otra vez con nuestras frentes pegadas, mi padre sollozaba y su llanto ganaba fuerza. – Aquí estoy… - Continúe repitiendo. Poco a poco mi padre lograba tranquilizarse y la destrucción se reducía pero el granizo no cesaba.
- No sé qué hacer, pequeña… - Añadió mi padre ahora abrazándome con fuerza. – No quiero quedarme solo en este mundo, y a lo que más le temo es que mientras yo estoy aquí tu estés en otro lugar sufriendo, y no quiero… Me siento terrible porque aunque supero en poder a cualquier humano o mago de este reino, aun así no es suficiente para proteger a quien más quiero, desearía poder enseñarte todo lo que se y que con ello ya no necesites ir a ese lugar, pero no puedo. Me siento impotente, inútil, aun y cuando juré que nada te sucedería resulta que al final del día nunca dependió de mí que esa promesa se cumpliera, ¿Qué debo hacer?, ¿Cómo puedo protegerte?
Las palabras no podían salir de mi boca, no había algunas que pudieran darle tranquilidad pues incluso yo sabía que por más que le dijera que estaría bien, quizás no sería así.
- No lo sé… - Dije con tristeza. – Pero lo que sí sé, es que debo ir, no te lo he dicho pero en ese reino hay un ser que está dispuesto a ayudarme, y si logro llegar a él estoy segura que podré volver contigo, pero para ello tengo que encontrarlo y no puedo encontrarlo desde aquí, quisiera decirte que estaré bien, pero no puedo, las veces que he aparecido allí me he salvado por muy poco, y ahora estaré más tiempo, no puedo prometerte que volveré pero si puedo prometerte que lo intentaré, al menos eso sí puedo.
Era evidente que estas palabras no lograrían tranquilizarlo… el granizo se hizo aún más grande y golpeaba con mucha más fuerza los alrededores. Mi padre me dio un beso en la frente y después me abrazo, yo podía sentir todo su pesar en mi propio cuerpo, de alguna manera me lo transfería; después el dio unos pasos hacia atrás y toda la escena que estaba viendo desapareció sin más, el granizo se detuvo abruptamente, las rocas dejaron de levitar y cayeron al suelo. Posteriormente mi padre se sentó delante de mi colocando su mano hacia el frente cerro los ojos y empezó a imbuir el medallón que me había dado con toda la magia que poseía, el sabía que era inútil… No importa que el medallón tenga toda la magia del mundo, yo no podría usarla, pero no le quise decir, simplemente deje que hiciera lo que él consideraba correcto y le diera un poco de tranquilidad.
El problema es que se pasó… Le dio literalmente toda su magia al medallón haciendo que cayera desmayado por falta de maná y el medallón parecía estar incluso apunto de sobrecargarse por todo ese poder acumulado; esta fue nuestra despedida o intento de… Me acerque al cuerpo adormecido de mi padre y coloque mi mano sobre su mejilla: “Esto no es un adiós, sino un hasta pronto”.
- Estoy lista. – Dije en voz alta y apenas terminar de decirlo mi cuerpo se trasladó al primer infierno.