El portal me transportó a un sitio un poco extraño, era algo similar al limbo porque estaba repleto de “almas errantes” que caminaban sin interactuar entre sí o darse importancia, simplemente avanzaban.
La diferencia es que el terreno ya no parecía ser de una fina capa de arena, mi vista no estaba limitada a tonos grises, blancos y negros y aquella montaña que había visto antes había sido completamente reemplazada por un árbol, en todo el sitio por más lejos que intentara mirar lo único que veía era ese árbol que estaba a lo mucho, 2 kilómetros hacia delante. El suelo como dije antes, ya no era de arena fina, en cambio era ahora una capa quizás no mayor a los 2 cm de profundidad de agua, que reflejaba por completo todo el terreno, podía verme con mucha nitidez aunque mi reflejo parecía estar unos segundos con retraso… Si yo hacía un movimiento mi reflejo lo hacia uno o dos segundos después, no era muy atemorizante pero eso no significaba que no fuera extraño… Simplemente decidí ignorarlo.
Sin otro lugar al que ir, me dirigí hacia aquel árbol que se veía delante parecía estar completamente vacío, las apariciones lo rodeaban por completo y no parecían acercarse a él, estaba algo lejos por lo que quizás estaba equivocada, pero algo me decía que no. Conforme caminaba las apariciones y a diferencia de la vez pasada ya no me prestaban atención, me trataban como una de ellos, me ignoraban y no interactuaban conmigo, “¿estaré muerta?” me pregunté en voz alta, al hacerlo una de esas apariciones se detuvo en seco y se me quedó mirando, no se veía molesto…
- Mmm. – Murmuró un poco alto. – Parece que no, no estas muerta. – dio una pequeña reverencia y continuó su camino, sin decirme algo mas o pedirme justo como las anteriores que le sacara de aquí.
Me pareció extraño que estuviera tan calmado, pero no quise sacarle más plática, simplemente me quería concentrar en llegar al árbol.
- Hola, ¿has visto a maría? – Dijo de pronto una voz a mi izquierda.
- ¿María? – Respondí y voltee rápidamente sin ver a alguien.
- Si, María, chica alta de cabello ondulado y largo, nariz afilada y un poco caída, de hermosa sonrisa y con un rostro que parece molesto. – Escuche ahora por la derecha.
- No la conozco… - Respondí tranquilamente, volteando una vez más para ver nada.
- Oh, ¡Que lastima! – Escuche ahora a mi espalda y al voltear como han de suponer nuevamente no vi una sola alma cerca…
Llámalo coincidencia, o simple alucinación pero al continuar caminando delante de mí, adivinen a quien encontré... Así es, a María, la descripción era exactamente como la había dicho esa voz que escuché antes (y si, sé que era una descripción muy vaga que no relevaba detalles específicos, pero algo me hacía saber que esa persona era María.)
- ¿María? – Pregunté a lo lejos mientras me acercaba trotando.
- Sí, pero. ¿Tú eres? – Respondió esa aparición de una forma que me hacía pensar que era una persona de la nobleza por su acento un poco fingido y exagerado.
- Hay alguien en esa dirección preguntando por usted… - Respondí evadiendo completamente su pregunta.
- ¿Ah, sí? – Dijo sin mirarme para después dirigirse hacia allá.
Que extraño sitio… Me quedé pensando. Cuando llegué al árbol había un portal “abierto” que emitía una extraña luz entre amarilla y azul, como todo el sitio estaba vacío simplemente me dirigí hacia ahí para meterme, pero antes de entrar escuche como alguien masticaba algo crocante, voltee y sentado al lado del árbol por el otro lado por donde había yo llegado estaba un ser pequeño, tenía la forma de un humano pero su cuerpo se veía como una especie de maniquí completamente de color negro, comía unas pequeñas bellotas que crujían repetidamente y tras unos segundos que permanecí mirándolo volteo y me ofreció, me negué con la cabeza y el encogió los hombros: “De acuerdo, como desees” dijo con una voz infantil.
- ¿Quién eres? – Pregunté alejándome del portal antes de que me absorbiera como el anterior.
- ¿yo? – Respondió pensativo. – La gente normalmente me dice “nada” y algunos otros me llaman “todo” lo que no saben es que somos lo mismo, jeje
- Ok, vale… - Agregué. - ¿Dónde estamos?
- El Limbo. – Dijo muy tranquilamente sin dejar de comer.
- ¿Limbo?, esto no es el limbo… ya he estado allí y esto no se parece en absoluto a ese sitio.
- Y, ¿Qué te hace pensar que solo existe un limbo?, ¡Te sorprendería saber la cantidad de estos sitios que existen! Este es el último de ellos y no me sorprende que hayas podido aparecer aquí Yiori, jeje. – Su voz era muy inocente y aunque me negaba a creer lo que decía, tampoco me daba la impresión de que estuviera mintiendo…
- ¿Cómo es que sabes mi nombre? – le cuestioné con mucha intriga.
- Yo lo sé todo. – Al terminar de decirlo me sonrió, se levantó y extendió su mano para intentar tomar más de esas bellotas del árbol, al ver que no alcanzaba se me quedo mirando…
- Bien, bien… - Dije agitando los brazos y me subí al árbol para sacudir las ramas y hacer que varias bellotas más, cayeran.
- ¡Excelente! – Gritó lleno de júbilo y las recogió todas para después volver a sentarse. - ¿Qué es lo que quieres saber? – Preguntó quitándoles la cascara a las bellotas.
- ¿Saber?
- No habrías venido aquí de no ser porque quisieras saber algo… es esa falta de aprender a controlar tu poder lo que te trajo hasta aquí, de no ser el caso jamás habrías llegado porque ni siquiera sabias que existía.
Me quedé pensando y luego recordé las preguntas que quería hacerle a la mujer que vi antes, y suponiendo que este niño en verdad lo supiera todo, quizás me podría responder…
- ¿Quién soy? – Dije con determinación.
- … - El no respondió y en cambio se echó a reír. - ¿Venir hasta aquí para preguntar algo que ya sabes?, tiene que ser una broma – replicó un poco decepcionado. – Pero está bien, eres Yiori, hija de Kiurem y de Kiri, ángel poseedor de magia tipo 6 y bla bla bla…
- ¿Kiurem si es mi padre? – Fue la segunda pregunta que hice y algo que me dio muchísima felicidad.
- ¿eh?, Claro que es tu padre, pero que cosas dices… Que él sea humano y tu un ángel no significa que no sea tu padre… Después de todo la sangre divina es más fuerte que la humana por eso toda tu parte humana fue completamente erradicada… Pero bueno, ¿algo más?
- Si, como llego al mundo de los ángeles… Quiero aprender a controlar mi poder.
- No puedes. – Respondió el niño con una voz un poco triste. – Tanto ángeles como demonios usan magia etérea, pero cada uno tiene una afinidad inicial específica y hasta que controlan esa, la otra se despierta, los ángeles tienen una afinidad con curar, los demonios como has de suponer con herir, tú tienes afinidad con herir por lo que solo un demonio puede enseñarte si un ángel lo intenta irremediablemente terminarás matándolo, pues no eres compatible, es por ello que debes buscar a alguien que te enseñe, la buena noticia es que parece que ya lo has encontrado, tienes una última pregunta y después deberás irte. ¿Qué quieres saber?
- Donde encuentro a ese ser que puede enseñarme…
- Eso no te lo diré… - Respondió haciendo un pequeño berrinche.
- ¿Pues qué no se supone que lo sabes todo? – Dije un poco molesta.
- ¿Y quién dijo que no lo sé? – Simplemente no quiero decírtelo, eso es algo que debes encontrar tú, lo único que te diré es que la respuesta estará frente a tus ojos pero estos se negaran a verla, y hasta que no entiendas que esa es la respuesta tu maestro no se presentará, ahora vete tu compañía termino siendo muy aburrida.
Quise hacerle más preguntas pero no tuve opción más que irme, porque ese ser desapareció y ya no pude llamarle de ninguna forma, solo me quedaba entrar al portal y ver qué es lo que me deparaba el futuro, tras no entender a que se refería el niño…