CAPÍTULO IV
—Luce como una muñeca.
—Sí, es increíble lo bonita que se ve estando dormida. Todo lo contrario a ti, que pareces un mono cuando duermes… ¡Auch! Era una broma.
El pobre chico se sobó la parte afectada. Otra vez se tenía que recordar que su hermana pegaba de una manera que te dejaba una marca hasta por una semana.
—Pues cuidado con tus bromas —volvió su atención a la quimera. No podía negarlo –excepto la parte en donde ella parecía un mono–, la maldita era bonita tanto podría ser la causa entre la ruptura de alguna amistad o relación. También que si la ponían a concursar en Miss Mundo o Miss Universo ella se llevaría la corona y por goleada; bueno tal vez si fuera contra otra quimera podría ser difícil la elección.
Se sorprendió cuando Jared la llamó para contarle sobre un pequeño problema. Algo insignificante le había dicho. Bueno, la hermosa criatura en su cama no era un “algo insignificante”, era un problema mayor para su amigo. Quiso reírse al igual que la primera vez que el idiota de Jared les habló sobre ella. Su munayi. Vaya suerte suya. Lo único que en realidad le preocupada era la reacción de Natalia cuando se enterase. Apostaba por la que estaba dormida para llevarse el premio mayor, y no tenía nada que ver que Natalia le caía algo pesada.
Tal vez un poco.
—Por cierto, ¿en dónde está Jared? — preguntó Joseph.
—Supongo que tratando de no enloquecer. Oh Dios, esto es increíble. El idiota sí que está en una grande — se burló.
Su hermano negó con la cabeza divertido. Se rio al recordar la forma en que se comportó a la hora de mostrarles a su munayi.
—Jereeeeedddd… Imbeeeeeeeciiiiiiiiillllll… —gritó Isabela.
— ¿Crees que llamándolo de esa manera te va a respon…
— ¡Aquí arribaaaaaaaaaaaa! —ella sonrió triunfante.
Claro la hermana mayor siempre teniendo la razón.
—Hermana, su relación es extraña.
—Así es como te trato, y aun así me amas.
—No lo puedo negar.
La primera pregunta que se les ocurrió al ver a una adolescente en la cama de su amigo, con ropa suya y en un estado inerte fue si este la había secuestrado. Conocían a Jared, era impulsivo y varias veces ellos tenían que involucrarse para salvarlo de sus propias idioteces.
— ¡No la secuestré! Ella… no sé cómo explicarlo… —se agarró la cabeza en desesperación.
—Sin duda sí que es un problema, ¿a esto es a lo que te referías cuando me llamaste sobre tener un problema? Ya te aviso de antemano que no voy a participar en cualquier plan ridículo para mantenerla oculta.
— ¡No hay opción!
— ¿A qué te refieres con que no hay opción? —Cuestionó Joseph—. Claro que lo hay, la devolverás de dónde sea que la hayas sacado y listo. No sé en que estabas pensando para hacer algo así, secuestrar a una humana…
— ¡Ella no es una humana! ¡Mírenla! ¿No notan algo inusual en ella?
—Que lleva tu ropa y eso nos dice que la cambiaste, eres un pervertido — Isabela fingió indignación—. Jamás creí que terminarías de esta manera, secuestrando a pobres jovencitas y traerlas a tu cueva para hacer con ellas que sabe que… ¡Me decepcionas Jared Josué Eslava Ricaldi!
Puso los ojos en blanco.
—Tú… Solo mírenla un momento.
Ambos hermanos se acercaron curiosos, que tanto quería mostrarles su migo.
—Wooojojo. De lejos se veía… vaya pero de cerca es más… —Joseph no encontraba palabras para describirla. Que belleza es la que había traído Jared, era como una quime… — ¡Un momento! —su gritó sobresaltó a su hermano que ahora lo miraba interrogativa. Miro a Jared y el solo asintió—. Ella… es… ¿Acaso ella es?
— ¡Habla maldita sea! Ella es que —le gritó su hermana.
— ¡Es una quimera!
Isabela volvió la vista hacia ella y lo que su hermano dijo era cierto. Claro, por eso ella lucía como un ángel. Un maldito ángel sin imperfecciones y que a cualquier mujer la hacía sentir como la suela del zapato.
—Y no solo es eso —ambos esperaron a que Jared terminara la oración—, ella es mi munayi.
El estruendo de ambos hermanos riendo fastidio a Jared. Claro, sabia como eran ellos, no había sorpresa alguna. Espero a que terminaran de reírse de su confesión antes de que empezaran a bombardearlo con preguntas.
—Tú… Jajaja… Tú… —lo señaló Isabel—. ¡Estas jodido!
—Una quimera es todo lo que quieres evitar y resulta que una termina siendo tu compañera.
—Idiotas.
— ¡No tanto como tú! Ay Dios, cuando se lo cuente a Samuel se partirá de la risa. ¿Cómo es que esto sucedió?
—Fue gracias a ti. Si no me hubieras dejado el trabajo que era tuyo, nada de esto hubiera pasado.
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Editado: 05.01.2021