Ethan Evans.
—¿Por qué estamos en la cocina? —pregunto observando a Taylor.
Después de la tarde en caballos de ayer, Emma no paraba de quejarse y maldecir a ese pobre caballo, pero no lo negaré, es algo típico que alguien odie a Emma, su carácter y su forma de ser es muy … peculiar. Hay personas que no entienden a la rubia, piensan que solo por ser de ojos claros ya es toda una fácil, un estúpido estereotipo creado por películas ficticias, aunque sí se dan el tiempo de conocerla, comprobarás que es todo lo contrario.
Es paciente … bien, eso es pura mentira.
Ella es muy diferente a todas las chicas que he conocido.
—¿Qué te parece, Ethan? —dejo mis pensamientos y me concentro en la conversación que llevaban los chicos.
Emma y Alice, la rubia estaba en su habitación mientras que la castaña estaba concentrada en sus videojuegos. Ellas, son familia, pero no tienen nada en común, sus gustos y su forma de ser es muy distinta.
Emma es distante y cautelosa, cuándo está molesta sólo evita la mirada para contenerse y no matarte, cuándo está nerviosa se sonroja y baja la mirada.
Es increíble ver a esa chica sonreír, porque es como ver a una estrella fugaz, no sabes cuándo aparecerá.
En cambio, la castaña es muy extrovertida, se alegra por cualquier cosa y ama estar rodeada de sus amigos.
Soy muy observador, lo sé.
—¡Joder, Ethan! —parpadeo repetidas veces al escuchar el grito de Luke, este mismo me mira esperando una respuesta o reacción de mi parte.
—¿Eh? —fue lo único que salió de mi boca. —¿Qué sucede?
Suspiran.
—¿Qué te tiene tan alejado de la tierra? —comenta irónico Taylor. —Bien, supongo que será una estupidez sin importancia. —gruño.
Este tipo me cae de lo peor.
—Como decía. —empezó a hablar Luke. —Ya me cansé de los gritos y quejas de Emma, esa chica solo está molesta porque ese estúpido caballo la tiró al lodo. En conclusión, Alice me dijo que ama el chocolate, por eso decidí, por el bien de mis tímpanos, hacerle un pastel.
¿Hacerle un pastel?
—Te apoyo, hermano. —dice Taylor apoyándose al hombro de Luke. —Hace varios años no la veía así, la última vez que se encerró en su habitación a renegar fue cuándo un día accidentalmente le tiré un zumo de naranja a su sudadera favorita. —se rio mientras contaba sus anécdotas con Emma.
Apreté los puños.
Odio cuándo habla así, habla de hechos que ocurrieron hace dos años, eso ya pasó. Pero odio que Taylor la conozca mejor que yo.
Esa rubia es difícil de entender, y el que lo haga es un genio, Emma es muy diferente a las demás, a ella no la enamoras con flores o regalos, a ella se la trata como una joya, ella suele ser sensible, por mínima cosa que sea, hay veces que a ella le afectan.
Y ahora este sujeto, este teñido que en su momento fue la persona más preciada de Emma, pero este no supo aprovechar lo que tenía y por imbécil se alejó. Odio que venga y aparente saber todo de la rubia, odio la vez que ella me dijo que amó como nunca a ese tipo, odio que no se de cuenta de lo que pasa a su alrededor con las demás personas.
No la culpo, ella aún está enamorada de ese tipo, algo normal, nadie olvida a ese primer amor, el cuál consigo quedan buenos y malos recuerdos.
—Maldición. —escuché gruñir a Luke. —Esto ya es estresante. —y sin que pudiera verlo venir, esta persona la cual se hace llamar mi primo, me tira harina en toda la cabeza.
—¡Diablos! ¿Qué te ocurre, idiota? —intento quitarme el polvo que ya comenzaba a manchar mi cabello.
—Estás muy distraído. —me regaña Taylor. —Bien, empecemos con ese pastel.
Luke nos entregó un mandil, el cual Taylor y yo quedamos viendo extraño, este solo enarca una ceja y entendemos que no podemos negarnos a usarlo. Luke empieza poniendo huevos en un recipiente, después siguió Taylor colocando la harina, y así consecutivamente fuimos preparando la masa.
Todos teníamos manchas de harina en nuestro rostro, toda la cocina estaba peor que nosotros.
—¡Mi hermosa cara está sucia! —exclama Taylor viendo su rostro.
—Pues es normal que esté así. —me acerco con un pañuelo y limpio detrás de su oreja la harina que tenía.
—¡Chicos! —se escucharon los pasos de Alice acercándose a la cocina. —¿Qué ha …? —se queda a mitad de la frase al verme a mí … con Taylor … en una posición no muy adecuada.
—¿Poliamor? —me separo inmediatamente del teñido.
—¿Poliamor? —Preguntan estos sin entender.
—¡Claro que no! —niego repetidas veces esa loca idea de su cabeza.
Los chicos seguían confusos por lo dicho de Alice, mientras que yo, con cara asqueada intentaba convencerla que no es lo que pensaba. Seguía en lo mío, explicándole detalladamente lo que ocurría, cuándo esta comienza a reírse.
—Ethan. —logra decir tomando un poco de aire. —¡Eres tan tierno! —Exclama para después volver a reír.