—¿Apostaron? Eso nunca acaba bien. —se escucha el sermón de Alice.
La castaña se encontraba en mi habitación, sentada en la cama al igual que yo, mientras le contaba lo ocurrido con Ethan ayer. Ahora que reflexiono un poco las cosas, me comporté como una pervertida anoche. ¿Quién demonios crea una apuesta para ver quién se enamora primero? Eso es algo estúpido.
—No me regañes. —me quejo tapándome el rostro con una almohada—. No sé en que estaba pensando en ese momento. ¿Crees que él lo recuerde? —inquiero esperando que mienta.
—No estaba borracho, probablemente lo recuerde.
Maldición.
¿En qué rayos me metí?
Es como comprar pizzas y esperar que alguien más venga y te rete a ver quién come más. Suena genial, pero la realidad es otra.
Y si, soy pésima en las comparaciones.
—Joder, ¿Y qué debo hacer ahora?
—¡Comportarte como una puta ama! —exclama dramáticamente. En conclusión, fue un error pedirle un consejo a Alice.
—¿Qué dices? —resoplo—. Muchas películas están afectando tu cerebro.
—Cuándo me veas en mi inmensa mansión, llega de objetos de diamantes, con un jardín gigante y una piscina para que toda la nación entre, no dirás lo mismo. —musita decidida y con el ego por las nubes.
—Ya veo, entonces estaré yo ahí como la vieja loca de los gatos, ¿No es así?
—Por supuesto.
Suspiré.
—Para la próxima traigo a Lily. —amenacé. La castaña se removió en la cama y se acurrucó en esta mientras mostraba su dedo medio.
—Ella no te dará buenos consejos como los míos. —canturreó.
—Eres de lo peor. —resoplo—¿Cuándo vuelves a Nueva York?
Ya habían pasado dos semanas desde que Alice vino a Washington, la castaño no dio un motivo de su venida a la capital, pero no creo que le hayan dado unas cortas vacaciones en la Universidad, ya que estamos a fin de mes, lo que significa que nos esperan unos jodidos exámenes.
—No lo sé —hundió su cabeza en la fina y transparente sábana blanca—. Aún no quiero volver a Nueva York.
Aún no quiere volver a Nueva York.
—Ya veo, ¿Tienes algún problema? —indago apoyando mis manos sobre mi mentón. Alice ha escuchado millones de veces mis quejas y maldiciones contra Ethan, sería justo escucharla a ella también.
—¿Algún problema? No lo creo, aparte de tener una madre culpándote del asesinato de tu hermana. No, no creo tener algún otro problema. —dice con cierta molestia.
—¿Aún tienes problemas con tu madre?
Hace algunos años murió mi prima Heather, ella sufrió un accidente automovilístico dónde perdió la vida. Alice iba en ese auto con su hermana melliza, los doctores cuándo llamaron a mi tía en ese entonces desde la clínica, dieron la información que lamentablemente Heather no había sobrevivido, y Alice se encontraba con graves lesiones. Afortunadamente ella se recuperó gracias a la atención de los doctores y enfermeras. Sin embargo, Alice me había comentado que su madre entró en una depresión, intentó llevarla a un centro de ayuda, pero señora Parker se negó. Fue doloroso la muerte de mi prima, ya que las mellizas con Lily y yo éramos como hermanas, y saber el estado de mi tía es aún peor, ya que ella siempre nos cuidaba y venía a visitarnos.
Suspiró.
—Lo normal —hizo una pausa—, La verdad no creo que volvamos a estar bien. Es mi madre y la adoro y la respeto, pero ya no aguanto. Murió Heather, ¿bien? A mí también me dolió, era mi hermana, Emma. Pero mi madre, al menos podrían dar de su parte para salir adelante, la vida aún no ha acabado, aún le queda una hija. —balbuceaba mirando hacía el blanco techo de la habitación —. Ya me cansé de repetir mil veces eso, Emma. Ella no me entiende.
—No se que decirte, Alice. Lo tuyo es algo de lo cual no puedo opinar. —suspiro— Lo lamento por no poder ayudarte.
—Descuida, eso es algo que por el momento no tiene solución.
—Ya veo.
Alice cambió de tema y me contaba acerca de su Universidad, me reía mientras arrugaba su cara quejándose de su compañera de cuarto, la cual también era su amiga. Me dijo que tenía un acosador, algo loco ¿no es así? Aunque a ciencia cierta, acosador tampoco sería la palabra para describirlo, sólo es un chico que está enamorado de ella, y según ella dice que la persigue hasta asfixiarla. Al menos tiene una vida más interesante que la mía.
Alice salió de mi habitación después de llenarme de puras quejas de ese tipo acosador.
En conclusión, sin saber que hacer, bajo a la sala y no encuentro a nadie, de seguro estarán en su habitación.
Salgo de la casa y me dirijo hacía la parte trasera, ahí dónde un parque me esperaba.
Me siento en una de las sillas ubicadas en las esquinas del parque y coloco música de mi playlits .
Miraba a la nada, mientras mis oídos son bendecidos al ritmo de Green Day.
—¿Qué haces? —pregunta alguien a mi lado.