Llegó la hora.
¿Dónde estoy? En este momento me encuentro alistándome para ir al cementerio a visitar a mis padres después de tres años de no haber ido.
Vaya, mis padres me han de odiar. No los he visitado bastante tiempo, ¿no? En esos tiempos en lo que lo único que me importaba era llevarme bien con un par de idiotas sin cerebro, la más idiota resulté ser yo. Genial
Acomodaba mi falda roja mientras sacudía las pelusas que se traslucían en mi camiseta negra. Lily y Alice habían entrado anteriormente en mi habitación, estaban preocupadas y siempre me decían si estaba segura, sus preguntas me invadían a cada momento en el que ellas encontraban tiempo para preguntármelas. ¿Estaba segura de ir?, esa era la pregunta que siempre andaban canturreando.
¡Vamos, son mis padres!
Lily también debería ir.
Aunque después de todo este tiempo, me siento un poco triste, culpable y furiosa por no haberlos visitado. Solamente porque me encontraba pasando esa etapa de la rebeldía. Joder, que patética soy.
—Bien, Emma Parker. Es hora. —me di ánimos mientras suspiraba profundamente.
Abandono mi habitación y salgo a paso ligero hacia la sala, ahí choco miradas con Luke, el de ojos verdes estaba tirado en el piso y sin camiseta, dando una buena vista de sus abdominales bien trabajados.
—Si te quedas así, cualquier persona podría comerte, Luke. —bromeo mordiéndome el labio inferior, el primo de Ethan solo emite una de esas coquetas sonrisas. Vaya, si que sabe seducir ese chico.
—¿Mi primo ya te cautivó con sus encantos? —giro los ojos al sentir la presencia de Ethan junto a mí, el pelinegro pasa por mi lado mientras sentía como las puntas de su cabello volaban por el aire que entraba desde la ventana. Ethan tiene un hermoso cabello negro, unos hermosos ojos oscuros y una sexy voz gruesa.
—No sé si te habrás dado cuenta, pero tu primo ya lo hizo hace tiempo.
—¿Así? —asiento— ¿Entonces porque no son pareja?
—No me gustan los menores. —me sincero mirando al de ojos verdes, el cual se acomodó en el sillón.
—Lamento ser muy joven. —pongo los ojos en blanco.
—¿Me estás diciendo anciana?
—Quizá.
—Jódete.
Ingreso a la cocina y saco de la heladera mi cajita de leche, agarro una silla y me subo arriba de ella para poder alcanzar mi caja de cereal. Desayuno como acostumbro hacerlo y vuelvo a mi habitación a lavarme os dientes. Alice sale de su cuarto y sonríe al verme, la castaña se dirige a la bañera y se mete en esta.
Suspiré.
—Lily. —inhalo profundo para después botar el aire— Me alegra verte, hermana.
—¿A que hora irás a visitarlos? Quisiera ir contigo.
Una inmensa sonrisa comenzó a aparecer en mi rostro, la cual fue acompañada por la sonrisa de Lily. Estoy contenta, sumamente feliz de poder ir con mi hermana, después de tantos años, debemos ir a disculparnos con nuestros padres.
Mi hermana corrió a toda prisa a su habitación y yo caminé hasta la sala a sentarme en mi gran sillón, arrugué el rostro al ver al pelinegro justo en mi asiento, este solo sonríe descaradamente y me hace un espacio.
—¿Sabes que estas en mi asiento? —pregunto tirándolo al suelo para después reír como loca descerebrada.
—Joder, eres irritante. —gruñe.
—Lo sé.
—¿Estás segura de ir?
—Claro que sí, son mis padres.
—Eso me parece perfecto. —sonreí.
Lily salió lista de su cuarto y se despidió de todos al igual que yo, salimos de casa y subimos a mi coche, hice un comentario acerca de que mi hermana ya debería aprender a conducir un auto, pensé que esta diría algo como apoyando mi hipótesis y por fin aprendería a manejar un auto. Pero esto obviamente no fue así, lo único que conseguí fue que esta me mirara extraño y se colocara los audífonos para no poder escucharme. Genial.
Conducía por el camino mas corto para poder llegar temprano, mientras el aire de la ventana abierta de mi asiento me invadía y me relajaba, el sol de la tarde comenzaba a aparecer de la mejor manera posible, giré y vi a mi queridísima hermana viendo por la ventana las personas que pasaban por lugar, reí. Lily siempre ha disfrutado ver a las personas, niños, padres, abuelos, todo tipo de ser humano, ella era feliz viendo como otros eran felices. Eso es bueno, ¿cierto? Lo es, pero a la vez es tan frustrante para mí. Ella puede ser tan feliz solamente viendo a personas sonriendo, y yo soy tan fría al ver personas fingiendo una sonrisa que no la tienen de verdad.
—¿En qué tanto piensas, Emma? —suspiro al escuchar las palabras de Lily.
—Creo que es hora de que empieces a conducir. —escucho el gruñido que dejó escapar.
—No empieces con el mismo tema.
—¡Dios! Ya tienes veintitantos de años, Lily. ¿No crees que es hora?
—Púdrete.
Bien, mi hermana siguió en lo suyo mientras que yo manejaba, llegamos al cementerio, y en este compramos unas de las mejores flores favoritas de mamá, en las afueras del lugar se encontraban personas las cuales vendían lo que buscábamos, por suerte encontramos lo adecuado.