Química Irresistible #1

Capitulo 25

 

Ethan Evans.

—¿Sabes que día fue ayer? —digo conteniendo las lágrimas al recordar el pequeño cuerpo de mi madre. Un cabello castaño oscuro tirando para el negro, hermosos y pequeños ojos oscuros, piel pálida, estatura pequeña. Ella era un ángel, un ángel que el señor necesitaba allá en los cielos.

—Hijo, sé muy bien que día fue ayer ... Annie, ella ... —lo detuve antes de que prosiguiera.

—No te atrevas a ensuciar su nombre. —mascullo apretando los puños. —¿Sabes por qué ella hizo eso? ¡Ella hizo tal cosa porque tú la maltratabas y la tratabas como un trapo viejo que no servia de nada! —grité arrodillándome, el cuerpo me temblaba y quedarme de pie se me era imposible. —T-Tu ... tú la hacías sentir la peor persona en este mundo, le gritabas, le pegabas. ¿Qué ganabas con todo eso? Dándole lujos, joyas e inmensas mansiones, ¿con eso ya creíste que sería feliz? Eres un miserable.

—¡Hijo! —me regañó. —No toleraré me hables con ese tono. —unas cuantas lagrimas corrían por sus mejillas mientras intentaba hablar, lo que sea que estaba a punto de decir, le afectaba tanto que se le hacía difícil decirlo. —H-hijo ... lo siento. ¡Lamento tanto todo esto! —abrí mis ojos al escuchar esas palabras que hace mucho deseé haber escuchado. Un lo siento, un lo lamento, nada de esas palabras traerán de vuelta a mi madre ella ya se fue, para nunca más volver.

—Esas palabras me ayudarían si las hubieras dicho aquel día.

Flashback:

—Madre, descansa en paz. —lloriqueé colocando un ramo de flores blancas en su tumba.

Mi traje blanco comenzaba a mojarse debido a la lluvia que comenzaba a aparecer, ignoré a la lluvia y seguí hablando con mi madre. Un cuadro de ella decoraba su tumba, flores blancas y amarillas la acompañaban. Cierto día ella dijo que el día que ella muera, nadie llorara, no quiere ver lágrimas en nuestros ojos y no quiere ver esos aburridos atuendos negros en nosotros, recuerdo muy bien eso. Lo siento tanto madre, no pude cumplir mi promesa acerca de no llorar, ya que en estos momentos estoy derramando lágrimas como nunca y posiblemente se convierta en un charco de lodo.

—Regresemos. —escuché la fría voz de mi padre. —La lluvia está aumentando, te resfriarás y yo tengo una junta pendiente.

Bufé, apreté mis ojos fuertemente y hablé:

—¿Eso es todo? —escupí, mi padre dio media vuelta.

—¿A qué te refieres, Neal? —No, no, no. No me llames así, así no por favor.

Mi madre solía llamarme por mi segundo nombre, ella dijo que me lo había puesto porque este nombre llevaba un hermoso significado. Valiente, fuerte y autentico, repetía ella con una sonrisa.

—¿No dirás nada?

—¿Qué tendría que decir? —y sin más, terminó de dar la vuelta y subió a su auto, volviendo a casa. Me tiré en el lodo y comencé a llorar como tal niño pequeño.

—Madre, ¿por qué me dejaste? —sollocé.

¿Por qué?

Fin del Flashback.

—Esas palabras solamente son aire en estos momentos. —susurré con la vista en el suelo. No estoy preparado para perdonar a mi padre, quizá si lo hubiera dicho en ese momento, la actualidad de mi vida sería otra cosa completamente diferente. Pero las cosas ya están.

Lo hecho, hecho está.

—Neal, de verdad lo siento, hijo. —lloriqueó impidiéndome salir de su mansión. Mansión que lo único que guarda son malos recuerdos.

Neal.

—No me digas así. —digo cortante.

—Neal. —repitió, apreté los dientes. —Valiente, fuerte y autentico. ¿Lo recuerdas? —las lágrimas comenzaron a amenazar en salir. —Es un hermoso nombre, al igual que Ethan. ¿Sabes? Yo elegí ese nombre, Leal, fiel, con gran sentido del honor. Es un perfecto nombre.

—Lo es, ambos los son.

—Hijo —se acercó a mí, quedando enfrente mío. —Lo lamento. —pronunció en un legible susurro. —Lo lamento —repitió.

—¿Tanto lo lamentas? ¡Si tanto lo lamentas, déjame ser feliz por una maldita vez en mi vida! —Ya no puedo, ya no puedo contenerme. Necesito decirle todo lo que me está ocurriendo, todo lo que odio que decida por mí, todo acerca de la chica que hace acelerar a mi corazón. Todo ...

—¡Rompe ese compromiso con Annabel! Yo no la quiero a ella. —dije observándolo a los ojos —No me vas a obligar a elegir al amor con el que quiero estar por el resto de mi vida.

—N-Neal ... 

—Por favor, te lo ruego, padre. Rompe ese compromiso con Annabel.

—Eso no será posible. —dice de golpe. Esa frialdad volvió a su ser, esa voz cortante que te pone la piel de gallina. Nada ha cambiado, todo sigue como era.

—Ya veo. —agacho la cabeza —Gracias.

Salgo corriendo de esa mansión por la puerta más cercana que mi vista encontró. Quiero despejarme de todo esto, quiero que las lágrimas cesen. Tal vez debería ir a un bar por unas bebidas, mejor no, no quisiera volver a emborracharme y que Emma me vea en tal estado de ebriedad. Caminé hasta la cafetería más cercana y tomé asiento en una de las ultimas mesas, al acercarse la mesera, pedí un café caliente con unas galletas de chocolate.




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