Química Irresistible #1

Capitulo 26

 

—Me besó, lo besé y eso es todo. —le contaba acerca del beso a Taylor, estaba sonrojada, muy sonrojada, hablar de esto es muy incómodo.

Sonreí, me alegra que las cosas hayan terminado así. Taylor, el chico que odiaba con todo mi ser por haberme roto el corazón, ahora es mi mejor amigo, este apestoso idiota es el único aparte de Ethan y mi familia que me entiende y me aguantan tal y como soy, una perezosa gruñona sarcástica. 

Todo terminó bien, o eso creía yo ¡Aún ese idiota no es mi maldito novio! Llevo semanas esperando que este se me confesara y aún no lo hace, ¿Ya no le gustaré? Espera, ¿yo antes le gustaba? Mierda, mi cabeza va a explotar.

—¿Y bien, como se sintió?

—¿Qué cómo se sintió? ¡De lo mejor, hermano! —grité feliz con una radiante sonrisa en mi rostro.

—Maldición, Emma. toma asiento, llamas mucho la atención. —balbuceó avergonzado.

—¿Llamo la atención? ¿Por qué será? —le resté importancia, ¿por qué me estarán observando? ¿Acaso tengo algo en la cara? ¿o en la nariz? ¿será en el ojo?

—Es por tu pijama. ¡Saliste en pijama, joder! —exclama frustrado mientras señalaba mi pijama.

¿Qué tiene de malo? Es cómoda.

—¿Enserio? Tanto drama para eso. —le resté importancia mientras que tomaba un sorbo de mi café con leche. Ambos habíamos salido a una cafetería, la más cercana de casa. El frío congelaba mi cuerpo, el maldito frío me estaba matando, obligué a Taylor a que me llevara a comer algo, entonces este me trajo aquí.

—Qué vergüenza. —gruñó el teñido ocultando su rostro.

—Eres patético.

—¿Patético? Al menos no soy una idiota incompetente.

Oh, el oxigenado se molestó.

—Pequeño Taylor ... por cierto. ¿Cuál es tu apellido? —pregunté con la vista en la nada.

Desde hace dos años, él siempre me decía que solamente lo llame por su nombre, no sabía la razón, pero tampoco me negué. Sin embargo, llegó la hora en la cual la curiosidad me invadió y deseo saber cuál es su apellido, quiero saberlo. Un nombre siempre es acompañado por un apellido, ¿verdad?

—¿Qué tratas de decir, Parker?

—Parker. —repetí. —Emma Parker, bonito nombre ¿no crees? Mi madre me puso Emma, mi padre me puso Aitana. Emma Aitana Parker Vólkov. —finalicé.

Nunca fui fan de mi nombre completo, más bien es algo que al decirlo me causa risa, ya que mi madre me contaba como discutía con mi padre por mi nombre, recién a los seis meses ya tenía un nombre.

—¿Tu madre es de descendencia rusa? —pregunta, ladea la cabeza como un cachorro y da una media sonrisa. Asentí.

—Mi madre era hija de unos famosos empresarios en Moscú, conoció a mi padre en un viaje a España, se casaron, tuvieron dos hijas y vivieron felices. La felicidad no duró mucho, ambos crecieron en sus empresas, lastimosamente por eso fue precisamente la causa de su muerte.

—Espera, tengo muchas preguntas. —reí ante su reacción.

—Soy toda oídos. 

Asintió.

—Dices que tus padres se conocieron en España, ¿eso significa que eres nacida de allá? —Me di un golpe mental por la estupidez que acaba de decir. ¿Tan lento para entender es este tipo?

Suspiré.

—No, idiota. Mis padres se conocieron ahí, pero Lily y yo nacimos aquí. ¿Captas? —se quedó pensando unos momentos para luego abrir la boca y volver a cerrarla. Resoplé, el teñido a veces se pasa de tonto.

—Oh, ¡entendí! —expulsé el aire que había contenido, aliviada. —Eso es todo lo que te puedo decir, no me gusta hablar mucho de mí.

—Por eso es que no conseguías amigos, no entiendo cómo es que Ethan se te acercó y te habló —volteo la cabeza y mi mirada se conecta con la del oxigenado. 

Sonreí.

Esa pregunta muchas veces ha pasado por mi cabeza. ¿Cuál es la verdadera razón por la que el pelinegro se acercó a mí? Él estaba enterado de mi mal carácter, toda la universidad me conocía como un germen, mi mirada que te mataba en segundos y mi voz tensa y fría. De esa manera, con esas descripciones, nadie se me acercaría, todo lo contario, me tendrían miedo. 

Pero a pesar de todas esas descripciones que les daban a todos los estudiantes de la universidad, a pesar de todos esos malos comentarios, a pesar de todo ... Él se acercó. De todas esas personas él se acercó, con su ego por las nubes, su típico movimiento de cabello, su cabellera negra, sus ojos oscuros, él fue el único que se acercó. En esos momentos por dentro me sentía como una dulce pequeña niña, feliz porque le compraron el dulce que ella tanto quería.

—Lo mismo me pregunto yo. —susurré. 

.

.

.

Resoplé.

—Maldito teñido, ¿más importante es una cita en el spa que dejar a tu amiga en la puerta de su casa?

Jadeaba mientras me arrastraba a duras penas, el idiota de Taylor se fue y me dejó a mi sola, como suele hacerlo, me abandonó y se fue al spa, la cafetería no quedaba lejos de mi casa, pero caminar cinco largas cuadras con mis pequeñas piernas, es agotador.




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