—¿Ahora que prosigue? —pregunta Ethan viendo el techo de la sala. Todos estábamos tirados en el suelo, viendo el blanco techo, pensando que hacer con nuestras vidas.
—Mañana me voy. —soltó Luke, todos giramos a verlo con una cara muy mala, el de ojos verdes dijo que se iría en tres días, pero ahora se retracta y dice que mañana es su vuelo. ¿Por qué ya tiene que irse?
—¿Qué, por qué? —indaga Ethan confuso. Luke, el cual sonríe como un ángel, baja la cabeza y unas pequeñas lagrimas resbalan por sus mejillas, iba a acercarme a darle un fuerte abrazo, pero antes de que pudiera hacerlo, este vuelve alzar su cabecita y emite una grande sonrisa seguida de sollozos.
—El vuelo se adelantó y partiré mañana por la tarde. —explica sollozando, el pelinegro corre a sus brazos mientras que Alice soba su cabeza. Tanto como para Luke como a nosotros, nos duele que se vaya tan lejos, en estos últimos meses que ha estado viviendo con nosotras, él ha sido como un hermano para todos, siempre ha estado ahí defendiéndonos, diciéndonos los fuertes que somos y no debemos rendirnos. Luke siempre ha sido nuestro psicólogo, con su fría, muerta y tímida voz, él siempre nos ha cuidado.
—Maldita cabeza de algas, ¿no pudiste esperar irte después de mi cumpleaños? —gruñe Alice como una pequeña. El de ojos verdes al escucharla hablar, suelta una fuerte carcajada, sonreí, esos dos siempre han tenido química, solamente no saben cómo resolverla.
—Alice, para tu cumpleaños aún faltan tres meses. —le recuerda el pequeño Evans. —En todo caso podríamos hacer una fiesta vía Skype. —estallo en carcajadas a lo que Alice resopla.
—¡Te extrañaré, pequeñín! —Lily grita saltando a sus brazos.
Reí, el de ojos verdes sonreía como nunca, ver esa sonrisa en su rostro me hacía muy feliz, él no admitía sus emociones y siempre guardaba sus ideas, y rara vez hablaba, y cuando lo hacía ... lo hacía de una manera muy linda.
—Rayos, mujer. ¿Me engañas con mi primo? —Ethan pregunta con una sonrisa de burla.
—Por supuesto. —le seguí el juego a lo que Luke gruñó.
—Por dios, Ethan. ¿Recién te das cuenta de eso? —solté una carcajada como nunca.
Seguimos parloteando, hasta que Luke tuvo que salir, a lo que Alice lo acompañó. Lily se fue de compras, entonces Ethan y yo nos quedamos solos en casa.
—¿Qué hacemos? —pregunto un tanto nerviosa.
No era la primera vez que me quedaba a solas con el pelinegro, pero si era la primera vez que me quedaba a solas con él, ambos sabiendo nuestros sentimientos. Es algo complicado.
—Creo- ... —estaba hablando, pero fue interrumpida por el sonido de la puerta, avisando que alguien estaba entrando.
—¡Levántense, lagartos! —gritó Taylor entrando a la sala. El teñido estaba sonriente, una inmensa sonrisa decoraba su rostro, lo único que había cambiado era su cabello, el cual pasó de verde a azul. Dejé el hecho de su nuevo color de cabello atrás, y me puse a pensar ¿cómo es que Taylor entró a mi casa? Diablos, este chico me da miedo.
—¡Rayos! —exclamó Ethan —¿Te pintaste el cabello? —indagó mientras que tocaba su cabello, suave y liso.
—Claro, mi vida. El verde ya pasó de moda. —rodé los ojos. Estos chicos desde hace algunas semanas, han sido inseparables, al punto de hablarse como esposos.
—Oh no, cariño. Ahora estoy con Emma. —Ethan se separa del nuevo teñido y me abraza por detrás.
—Ya veo, ¿así que ya están juntos?
El pelinegro asiente sonriendo como un pequeño niño de cinco años.
—Vale, entonces, me engañas con Emma. —Taylor da media vuelta indignado. ¿Qué rayos ocurre aquí?
—Taylor, no sabía que eras gay. —digo llamando su atención.
—¡No lo soy, Emma! —negó.
—Entonces déjate de pendejadas y consíguete una vida, joder. —dicho esto, me doy la vuelta, decidida a ir a mi habitación a leer un libro.
—Venía a invitarlos por una pizza, pero como Emma no quiere, tendré que ir- ... —y antes de que pudiera terminar de decir aquello, giro como la niña del exorcista y corro hasta quedar a su lado derecho.
—¡Deja de hablar y vamos por esas pizzas!
—¡Como usted ordene!
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—Diablos, ¿enserio? —gruño. La pizzería, donde preparan las mejores pizzas de toda la ciudad, está cerrada. ¡Cerrada!
—Bien, me quedaré con las ganas de una buena pizza. —dice Evans marchándose hasta el auto de Taylor.
Oh no, yo aun no quiero irme a casa.
—¿Saben? estoy aburrida. —caminé hasta la casa más cercana y toqué el timbre. Ethan y Taylor me observaban como si me hubiese vuelto loca, volví a tocar el timbre a lo que escuché pasos y a una señora preguntándose quien era. Cuando la señora se encontraba a punto de abrir, salí corriendo.
—¡Corre, Evans! —le grité a Ethan. Taylor salió corriendo como bala, pero Ethan se quedó quieto.
Al escuchar mi grito, Ethan hace lo que dije y corre.