Capítulo 2: Orgullo Y Prejuicio.
ROSIE.
El destino debe odiarme. Me he ido al otro extremo del mundo para tropezarme con la persona más irritante que en algún momento llegué a conocer. No podía predecirlo, pero sospecho que este año va a terminar siendo una catástrofe con la presencia de los hermanos Janssen en la universidad.
Termino de ordenar mi ropa perfectamente doblada en el interior del armario. Mis compañeras de habitación no se han aparecido todavía. Comienzo a sospechar que, aun sin conocerme, no desean compartir la habitación conmigo. Organizo mis libros de lectura sobre el estante adherido a la pared. Solo espero a que a mis compañeras no les enfade que me encargue de poner un poco de orden en la habitación.
Una vez que he terminado de asegurarme de que la habitación se encuentre en orden total, decido tomar un descanso para ir a comer en la cafetería y tal vez rondar por los alrededores del establecimiento rogando en mi interior para no tropezarme a ninguno de los dos hermanos Janssen en el camino.
Tomo mi chaqueta y me la paso por los hombros. El clima en Inglaterra es más fresco que el de Estados Unidos, por lo que siendo precavida, he comprado abrigos antes de venir. Cierro la puerta con llave antes de encaminarme en búsqueda de la cafetería. No paro de intentar memorizar el camino de regreso al edificio, lo menos que deseo ahora es terminar perdida en otro país.
Varios minutos más tarde, me encuentro frente a lo que parece ser una especie de cafetería en medio del campus. Decido entrar, encontrándome con distintos cuadros abstractos decorando las paredes. Una enorme fuente se encuentra en medio del sitio, me parece acogedor el lugar. Me dirijo hasta la caja registradora para realizar mi pedido. Dedicándole una sonrisa amable a la chica de tatuajes que se encarga de atender el sitio, procedo a repasar los menús disponibles en la vidriera. Hay un par de pizzas, ensaladas y lo que parece ser una especie de tarta.
Por un instante, considero pedir un trozo de pizza pero enseguida la voz de mi madre sale en mi encuentro, recordándome las calorías que puedo consumir en el día.
Oprimo los labios antes de señalar la bandejita de ensalada que se encuentra la vidriera. Ella me indica el precio, le tiendo los billetes antes buscar una mesa sosteniendo la bandeja entre mis manos.
Todas las mesas parecen estar abarrotadas hasta que localizo una mesa desocupada en una de las aristas del sitio. Colocando la bandeja sobre la mesa, procedo a deslizar mi cuerpo sobre el banquillo. Mi estomago se retuerce debido al hambre, por lo que, procedo a deleitar mi ensalada.
Admito que me siento sola en este momento, si tan solo los Janssen y yo pudiésemos llevárnosla bien...pero eso no es factible.
Entonces, como si pensar en ello, pudiese alterar las leyes de la naturaleza, dos chicas exactamente idénticas se deslizan en el banquillo frente a mí.
—¿Esperas por alguien? —pronuncian ambas al mismo tiempo. Subo una ceja, apartando la bandeja frente a mí.
—No lo creo —respondo.
Una de ellas se apresura en tenderme su mano, —Hola, soy Claire —se presenta, sacudiendo su mano frente a mi rostro.
Con los modales por delante, procedo a estrechar su mano. Enseguida, su hermana gemela, lo cual es sencillo de deducir, procede a tenderme su mano.
—Y yo soy Blair.
Estrecho su mano mientras ambas me sonríen con amabilidad. Sacando conjeturas en mi cerebro, me apresuro en deducir que, por su acento, ambas son británicas.
¡Diles cómo te llamas, genio!
Sacudiendo la cabeza, concuerdo con esa voz en medio de mis pensamientos.
—Yo soy Rosie —me muerdo los labios durante varios segundos.
Blair sonríe dándole un codazo a su hermana en las costillas y ampliando la sonrisa en sus labios.
—¿Vienes de América? —pregunta Claire. Muevo mi cabeza como asentimiento ocasionando que ambas chillen de la emoción—. ¡Nosotras amamos América y a los americanos! ¡Ustedes, los americanos, tienen las mejores películas del universo! —canturrea la rubia.
—Y ustedes, los británicos, tienen a One Direction —bromeo, y ellas se ríen también.
—¿Por qué has decidido venir a estudiar en Cambridge teniendo a Harvard en su país? —pregunta Blair, pestañeando repetidas veces.
Me sorprende su enorme parecido. Creo que jamás había visto a unas gemelas tan idénticas como ellas. Sus ojos son abiertos y despiertos de una linda tonalidad celeste. Pareciera que tuviesen la misma altura además de la misma contextura.
Buena pregunta, Blair.
Debería decir que he venido porque no imaginaba cómo hubiese sido la universidad cerca de mis padres. Cuando entré a la secundaria casi me obligan a cursarla en un convento.
Básicamente, solo estoy huyendo de mis padres impolutos.
Por supuesto no lo menciono, apenas las conozco. —Creo que me agrada el clima de Inglaterra —miento, y ellas alzan las cejas como si les costara comprender lo que he dicho.
Eres una tonta mintiendo.
¿Rompiendo las normas, Rosarie?, escucho la voz de mi madre punzándome en la frente.