Epílogo.
MICAH.
—¡Feliz cumpleaños!
Un pastel de cumpleaños junto a un par de rostros conocidos es lo primero que veo al despertarme. Mikhail, Kathleen, Mickey, e incluso, mamá se encuentran frente a mí con enormes sonrisas en sus labios.
No puedo evitar sonreír, con mis ojos dormidos y expresión somnolienta.
—No tenían que hacer esto... —murmuro entre balbuceos.
Mikhail posa la torta sobre mi regazo.
—Cállate, y pide un deseo —dice.
Miro la vela, y solamente un deseo se cruza en mi cabeza acompañado de un par de ojos marrones. Hace un mes que no nos vemos, y aunque intentamos llamarnos a diario y hacer espontáneos facetime, no hay nada que añore más que poder tenerla entre mis brazos.
Soplo la vela, y todos aplauden.
—¡Felices 20, hermanito! —Mickey se sube sobre mi regazo, y empieza a esparcir purpurina y confeti sobre mi cabeza.
—¡Mickey! ¡Me vas a hacer tragar brillitos! —me quejo, y alboroto su cabello rubio como el de Mikhail. Sus ojos azules me miran, y alza una ceja.
—Agradéceme, ahora tendrás un corazón brillante. —dice.
Ruedo los ojos, y le hago cosquillas. Kathleen me ofrece un abrazo, y tiende una cajita rosada frente a mi rostro.
Me mira, alzando una ceja.
—¿Qué esperas, Janssen? ¡Ábrelo!
La miro con una sonrisa, y procedo a abrir la caja. Pronto me encuentro con una colección de libros vampíricos.
—¿Qué demonios?
—Oh, vamos. Son de tus preferidos... —sonríe, orgullosa.
El siguiente en entregarme su regalo es Mikhail. Él me tiende la bolsita negra, y procede a mirarme mientras lo abro. Enseguida, una pulserita con las siglas Brothers Before Everything, aparece frente a mí. Le miro extendiendo una sonrisa en los labios, y palmeo su hombro como agradecimiento.
Luego Mickey me entrega su regalo, el cual es una gorra con su nombre. Le miro con curiosidad.
—¿Por qué tiene tu nombre, Mickey?
Él se encoge de hombros, y sus mejillas lucen tiernas al colorearse de rojo.
—Para que me recuerdes a dondequiera que vayas.
Todos los presentes ahogamos un jadeo, y lo abrazo con fuerza, depositando suaves besos sobre su cabeza.
—Yo siempre voy a recordarte, pequeño troll.
Pronto, mi madre se abre espacio y me tiende su regalo. Miro el objeto cuadrado forrado con papel de regalo, y alzo las cejas, extrañado. Los regalos de mamá suelen ser demasiado extravagantes. Este año me ha sorprendido.
—¿No vas abrirlo? —me pregunta, esbozando una tímida sonrisa.
No respondo, y me limito a desgarrar el papel. Una portarretrato con la fotografía de la ultima navidad que pasamos toda la familia juntos con papá. El corazón se me encoge, y solo puedo limitarme a abrazarle con fuerza.
—Muchas gracias, mamá.
Mamá besa mi mejilla, y acaricia mi cabello.
Cuando se marchan de la habitación, reviso los mensajes en mi teléfono. Tengo mensajes de felicitaciones de los gemelos, de Des y Lana, incluso de Nox. Mi corazón late con fuerza al ver el audio de Rosie. Me llevo el teléfono a la oreja, y lo escucho.
—¡Feliz cumpleaños, Lobo! Moriría por estar junto a ti este día, y celebrarlo juntos, pero... no quiero echarte a perder el día con mis tonterías, solo no me hagas mucho caso. Confieso que antes de empezar a grabar tenía planeado todo lo iba a decirte pero como cada cosa que te involucra, siempre cambias mis planes, y estoy muy feliz por eso. No planeé enamorarme de ti, o besarte, o extrañarte de la forma en la que lo hago, pero ya sabes lo que dicen, Janssen; no hay nada mejor que lo no ha sido planeado... así que te deseo un hermoso día lleno de cosas "inplaneadas", y aunque sé que esa no es una palabra que podrías conseguir en un diccionario... solo feliz cumpleaños, alma gemela. Te amo.
Una enorme sonrisa se forma en mis labios al terminar de escuchar su audio.
En resumen, Rosie se quedó en Inglaterra, y yo regresé a Estados Unidos. Ella comprendió lo de Kiara, y aunque Rosie significa el mundo entero para mí, Kiara es mi amiga, y yo solo haría lo que fuese por verla recuperarse. La buena noticia es que lo está logrando, y pronto estará mejor. Lo que significa, que cuando menos lo espere podré regresar a Inglaterra junto a Caperucita.
Ha sido una decisión difícil. Y si me preguntan, sí, tal vez ha sido la decisión más difícil que me ha correspondido tomar en la vida.
Elegir entre el amor, y la amistad nunca es fácil; pero como ha dicho Caperucita en su audio, le he cerrado la puerta a lo planeado, y ahora lo "implaneado" forma parte de mi vida.
No. Lo que siento por ella tampoco ha cambiado. De hecho, ha sido al contrario. La distancia y el tiempo solo ha hecho que lo que sentimos crezca como la mismísima espuma. Porque así funciona el amor. Cuando verdaderamente es amor no existe barrera alguna que lo apague.
Decido regresarle el audio.