Química perfecta

Cap. 2

Luisa me había obligado a ir a comprar algo de ropa para mi, nunca me a gustado estar dando vueltas tienda por tienda, está es la tercera a la que vamos y no e comprado absolutamente nada, mi cabeza solo está en despistarla para luego huir.
- chica, ven a medirte este vestido - ¡Dios como odio su voz chillona! me había comenzado a caer bien, pero es toda un plástica, me dijo que se hizo los cenos, se arregló la nariz y se puso más trasero.
El vestido es rosa con un escote demasiado largo para mi gusto.
- ya te dije que prefiero usar sudadera y camisetas largas - le digo cortante.
- nada de eso, tienes al bombón de Eros bajo techo ¡como puedes querer usar sudaderas en vez de vestidos escotados.
- por que lo único que quiero ahora mismo es que Eros se harté de mi y me saque de su casa - estoy harta de repetirle lo mismo.
- ¿como puedes resistirte al encanto de Eros?
- ¿sera porque tengo novio?
- ¡estas mal! ¿que persona en su sano juicio no quiere a Eros en su cama?
- ¡yo! A mi no me interesa tener lo en mi cama, pero a ti ¿cierto? Aún con novio te quieres meter en su cama, como la zorra que eres - su mano termina en mi mejilla y no desaprovecho la oportunidad de devolverle el golpe la tiro al suelo y corro.
Esta fue la oportunidad perfecta para largarme y dejar atrás a Eros, su amigo y la plástica.
No se donde demonios estoy corriendo pero me duelen los pies las calles ya no son de gente rica como en la que está hace unos minutos, las casas están en muy mal condiciones el olor a hierba, alcohol, la gente me miraba como bicho raro, tres hombres se me acercan y no puedo evitar ponerme nerviosa.
- mamasita, ¿que haces por aquí tan solita? -  pregunta uno de ellos mientras le da una calada a su porro.
- y-yo - los nervios no me dejaban hablar con claridad.
- ¿no puedes hablar bien? - no digo nada, no me muevo ni siquiera puedo respirar con normalidad - bien, chicos... Traiganla, mis alertas se encienden y le soy una patada en las entrepiernas a ambos para luego correr, no se donde voy tampoco me interesa solo quiero salir del peligro.
Para mi bonita suerte comienza a llover y no una simple lluvia es como si se quisiera romper el cielo.
No puedo respirar bien, hace frio, me duele la cabeza, tengo hambre, ni siquiera se  cuantas horas llevo corriendo, pero esta ya de noche.
Recuerdo a lian, me gustaría llamarlo pero no tengo su número de teléfono como se supone que soy tan despistada, sigo buscando la forma de encontrar algo conocido pero no encuentro nada maldigo el día en que mi padre pago su deuda conmigo, maldigo conocer a Eros, maldigo mi vida de mierda.
- ¡ haya está! - escucho a alguien gritar, cuando volteó a ver de dónde proviene esa voz es el chico que me trajo donde Eros ¡maldición! No espero un segundo más y comienzo a correr, necesito escapar de ellos, no quiero volver a ver a Eros ni mucho menos a la plástica de Luisa.
Los pies me dolían, los hombres de Eros no dejaban de perseguirme y no podía dejarme atrapar, a lo lejos vi un callejón oscuro, y decidí entrar hay.
Los recuerdos de mi padre tirado en un callejón casi igual a este me invaden, mi padre disculpándose, yo gritándole que lo odio, el chico agarrándome los brazos, mis ojos se llenan de lágrimas, no puedo evitar sentirme mal odiar mi vida, siempre le lleve buenas calificaciones a mi padre, lo ayudaba cuando estaba ebrio, cuando perdía el empleo conseguía uno de medio tiempo para ayudar con los gastos, y me pagó de la peor manera, fingir que le importas para luego usar te para pagar sus deudas.
Siento una mano que toca mi hombro, mi primer instituto es correr, antes de que pueda moverme, me toma del cabello y tira de mi, siento como algo se clava en mi pie asiendo que chille de dolor.
- callate perra - dice mi agresor.
- ¡sueltame! - me duele la herida, la cabeza, tengo frío y tengo miedo de lo me valla hacer.
Escucho un disparo haciendo aumente mi forcejeo para huir, pero lo único que consigo es lastimarme, el hombre sale corriendo, yo solo me acurruco en el suelo a llorar me rindo, que me maten mis fuerzas sean agotado.
- ¿estas bien? - dice una voz masculina.
- n-no m-me hagas d-daño - no puedo ni siquiera hablar el frío y el dolor.
- no te haré nada solo déjame ayudarte - su voz suena tan sincera que decido confiar en el.
- ¿eres uno de los hombres de Eros? - el solo me mira - pues entonces prefiero morir de frío y por la futura infección de mi herida.
- tienes que venir, haya estarás más segura, si no hubiera venido el te hubiera... - el no dice nada solo suspira y baja la mirada como si le costará decir esa palabra - solo ven conmigo, te curare la herida y te daré algo de comer, pero debes volver con el señor Eros.
- solo soy una simple persona, no entiendo cuanto es su afán de tenerme aya.
- desde que tu padre pago su deuda contigo fuiste de Eros y el no deja que lo suyo se valla así por así.
- ¿como sabes lo de mi padre?
- ese es el tema central - bajo la cabeza ya que la vergüenza no me cabe ya me imagino como se han estado burlando de mi.
Siento como pone su chaqueta para luego cargarme en forma de princesa, acomodo mi cabeza en su hombro y me dejó caer en brazos de Morfeo.

Pov. Eros.

Hace más de cuatro horas que andan buscando a Rosie, me jode que se haya escapado, no puedo quedarme un día más en Londres todos mis planes se retrasaron gracias a esa niña, creo que se cogió muy enserio de que es una mariposa, sea como sea ella me pertenece, no importa si es dinero, un objeto o una persona, su padre me la dio, lo mio es mío y yo decido si se va o se queda y en este caso la mariposa, se queda conmigo.
- ¿puedes sentarte Por favor? - dice Luisa - ella no sobrevivirá mucho en las calles con esta lluvia, dejara que le encuentren.
- te diré algo, Luisa me vale un pepino lo que hables ahora mismo por tu culpa, ella se escapó.
- ¿que te traes con ella? No tiene ni un día completo y está apunto de darte un infarto.
No podía explicarlo, desde que la vi me recordó la paz que tenía antes de que mataran a mi madre y a mi hermana, ella hace que sienta como si no paso nada y eso me está volviendo loco, como dice Luisa no tiene ni un día aquí.
Los recuerdos de la noche en la que perdí a las dos mujeres más importantes de mi vida llega a mi mente, un nudo se  instala en mi garganta, ellas eran todo para mí, desde que las perdí me volví frío, rencoroso, juré y sigo jurando que Álvaro pagará sus muertes de eso me encargaré cueste lo que cueste.




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