Quince noches en París

5. En marcha

Cuando pienso en mi casa, en mi tío Joe, en su gentil sonrisa…

Cuando pienso en mamá, en lo dolida que debe estar…

Siento algo de mi retorcerse y no es mi estomago por el hambre. Aunque honestamente debería serlo, no soy el tipo de mujer que tiene remordimientos. Soy más bien el tipo de persona que toma lo que quiere cuando quiere sin importarle lo más mínimo las consecuencias.

Soy así, siempre ha sido así…

Tal vez he sido imprudente, tal vez ha sido una tontería esto de venir, buscar a Sebastien, tal vez nada bueno saldrá de este cuchitril que tengo en frente, ni aun menos de los mendigos prácticamente que me rodean, pero…

Y eso es lo más importante, podría fácilmente contactar con mis amigos periodistas, colarles la exclusiva, que vinieran a por mi, y qué sorpresa…

Se encontraran con una Rain dulce, amable, buena samaritana, tanto que se ha pasado sus quince días perdida en un hostal rodeada de pobres como si fuera una simple mortal.

Ese es mi plan.

Y no lo pienso cambiar.

No puedo volver a casa sabiendo que la opinión pública está en mi contra.

No puedo vivir sabiendo que ahora todos me odian porque piensan que yo fui la bruja mala de la película que no dejó que la princesa y el príncipe fueran felices y comieran perdices.

No señor…

Me amo demasiado como para luchar con uñas y dientes por lo que es mío.

Por lo que debe ser mío.

Sinceramente en este punto ya no se que siento por Pierce, no se si mi corazón sigue latiendo con la misma frecuencia por él, lo que si se es que quiero vengarme. Quiero destrozarle de tal manera que no pueda amar a nadie, que no pueda sentir la felicidad que él me arrebató.

Todos mis sueños, todas y cada una de mis aspiraciones junto a él, se habían ido al infierno. Ya no podríamos ser. Ya no podrían ser.

No puedo evitar sentir una punzada de dolor.

En parte todo esto es por su culpa, si él no hubiera comprado estos dos billetes y si él no hubiera escuchado a Rebeca no habría escogido París.

Y sobre Becky, Rebeca…

Qué tan equivocada estaba.

No fue uno Becky, cero yo. Siempre fue Becky gana a pesar de que Rain es la legítima ganadora. Siempre fue, Rain es la mala para que Becky pueda ser la heroína que todos necesitan.

Pero yo no.

Tomo aire con fuerza asintiendo para mis adentros.

Quince días no puede estar tan mal, haré lo que deba hacer, volveré siendo la reina iconica que siempre fui.

Todos me volverán a adorar cuando sepan que en mis vacaciones he decidido hospedarme en un sitio apartado en el culo de París practicamente, destrozado y sin ni una estrella, después de que el idiota de Pierce me hubiera roto el corazón.

Debo centrarme en eso.

En el poder y la fama.

Esa es la escencia de Rain Evans, la mala de la película.

Si quiero la corona de nuevo, debo ganarmela.

—Bueno, chicos ya podéis salir…

De la nada aparecieron tres niños detrás de Jean.

—¡Vosotros!—grité—Sois los de antes—añado con falsa sorpresa.

Ese viejo los había escondido para que el peso de la justicia no pudiera caer encima de ellos. Maldito miserable.

Jean niega con diversión.

—Devolvedle a la señora sus cosas—pronunció finalmente.

Los tres niños niegan al mismo tiempo con contundencia.

—Es una bruja—niega el moreno.

—¿No ves que es pelirroja?—le sigue el enano con el pelo rubio.

—Eso, eso—contesta el tercero de ojos verdes y sonrisa desdentada.

—¿A quién llamas bruja?—pregunto con rabia—Soy claramente rubia…¿No deberían estar en la escuela?—añado mirando a Jean.

—Adrien, Cristine, Bruno, por favor, parad—declaro Jean.

—Eso, parad—repito yo con burla.

Ellos me sacan la lengua al mismo tiempo de mala manera y por eso mismo siempre seré abortista.

Pronto aparece una señora mayor, una chica joven y un hombre.

Los miro de abajo arriba, Sebastien hace lo mismo.

—¿Y estos son?—preguntamos al unisono.

—La señora Camille, no oye asi que hay que gritar mucho—suelta él, ella mueve la mano saludando con todas sus fuerzas—Bastián y Blanche, nuestros artistas, él escritor y ella actriz—añade.

—Él no vende un libro asi que el único lugar donde puede hospedarse es aquí—respondió entre dientes la peli azul, su apariencia cantaba a leguas que no le importaba ni lo más mínimo, parecía la tipíca persona que encontrarías cogiendo ropa de la basura.

—Y ella no ha ido ni a un casting en el último mes—se defendió el castaño colocándose bien las gafas que poco después volvieron a estar al borde. Su aspecto en conjunto es el de alguien ordenado y adinerado pero de los de marca blanca. Los que pretender ser ricos no teniendo ni un duro.

—Basta de peleas, somos un equipo, a famille—aclara de mala manera Jean mirándolos.

Poco después empiezan a pelear entre ellos, los niños contra Blanche, Camille contra Bastián, Bastián contra Jean y asi sucesivamente.

—Vaya desastre, no me extraña que este sitio este en la ruina—niega Sebastien—¿Segura que quieres quedarte aquí?—añade burlón.

Frunzo las cejas y los labios asintiendo.

—¡Orden!—grito yo ignorándolo mirando al resto.

Si algo se me daba bien era ser la mandona.

Todos paran de pelear y me miran con sorpresa.

—Para hacer más interesante los quince días de margen que tenemos—declaro—Dividamos, hagamos dos equ…

—Sí, hagamoslo por sexos—afirma Bruno a lo que Christin le da una colleja de mala manera.

—No—afirma Sebastien—Ya que soy yo el buen samaritano que está detrás de todo esto, voy a dividir yo, en mi equipo van a estar los guays, Blanche, Christie, Bruno.

—Está bien, las ganadoras innatas no tenemos miedos irracionales—afirmo con superioridad—Camille, Adrien y Bastián reformaremos esta parte como los ganadores que somos—añado.

Adrien frunce el ceño negando y se marcha hacia Christie y Bruno poco después de sacarme el dedo de en medio.




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