Habían pasado unos días desde la llegada de Dylan. Fuimos a muchos lugares; la feria, el cine, el parque, a patinar sobre hielo y otros tantos en donde nos divertimos en gran medida.
Un sábado decidimos ir a comer a una cafetería que había visto hace algunos meses cerca de mí escuela.
-¿A dónde iremos Renata? - Me preguntó él, mientras cerraba la puerta del departamento.
-Ya verás
Caminamos unos tres minutos para tomar el camión que nos llevaría a unas calles cerca de la cafetería. Al llegar a la parada del camión, este tardó poco tiempo, pero esos minutos me bastaron para notar que Dylan se veía muy serio. No dijo ni una palabra en casi todo el camino, se notaba muy pensativo, hasta que decidió sacarme de mi órbita con una pregunta.
-Renata... ¿No has conocido a ningún chico en la escuela?
-¿Cómo que a un chico? - Lo miré extrañada.
-Sí, hablo de que si no te ha gustado alguien.
-Pues ahora que lo dices, creo que no. La verdad ni siquiera había pensado en algo así. Tengo muchos amigos y me la paso muy bien con ellos, no creo tener el interés de estar con alguien ahora mismo, ¿Por qué?
-No lo sé, supongo que eso influiría en nuestra amistad - no despegaba la mirada de la ventana, como si ver el pavimento dependiera de su vida.
-¿Por qué? - No quería pensar que yo le gustaba a Dylan, de solo imaginarmelo se me quitaban las ganas de comer.
-No, no vayas a pensar que tú me… que tú me… tú me entiendes. De sólo pensarlo me dan ganas de desmayarme - Se echó a reír.
-¡Ay por favor! - lo empuje con mi hombro mientras soltaba una risa - Pero tienes razón - continúe riendo con él -Bueno pero ¿A qué viene tu pregunta?
-Pues eso, arruinaría nuestra amistad de tantos años. Imagínate, si tuvieras un enamorado, ¿con quién saldrías al cine? ¿Con quién irías a escupir al puente mientras pasan los autos? ¡CON ÉL! - Me gritó al oído.
-¿Te das cuenta de lo ridículo que te escuchas? - Me reí - si yo tuviera un novio, definitivamente no iría a escupirle a los autos con él.
-¡Renata! - empezaba a desesperarse.
-Digo la verdad - Volví a reír y después suspiré - Mira, no tienes porqué preocuparte por esas cosas. Tú siempre serás mi mejor amigo- le di un golpecito en su brazo.
-¡Espero que cumplas con eso! - me revolvió el cabello con sus manos.
Continuamos caminando sin decir mucho, de vez en cuando bromeando. Llegamos a la cafetería y entramos. El lugar no era muy grande, colores claros invadían las paredes, y la gente sonreía como si no existiera nada malo allá afuera. Inspiraba un ambiente de tranquilidad y alegría. Me hacía sentir que si en algún momento llegaba a tener algún problema, podría venir a este sitio y encontrar la solución.
Decidimos sentarnos en una mesa junto a la ventana.
-¡Vaya! Sí que sabes escoger lugares para comer - Dijo él.
-Pues ya ves. Sabía que te gustaría - Dije orgullosa - ¿Estás listo para comer sin control?
-No tienes que preguntarmelo. Que me traigan su mejor platillo - Bromeó.
La mesera se acercó a nosotros para darnos la carta.
-¿Qué pedirás? -Le pregunté mientras leía el menú.
-No lo sé, todo suena delicioso, ¿y tú?
-No tengo idea.
Al fin de un rato, decidimos pedir pizza, pasta y unas enchiladas para cada uno. Una de las cosas que mejor sabíamos hacer era comer. Y cuando al fin llegó la comida, saciamos nuestra hambre. Quedamos muy llenos como para continuar respirando, o viviendo. No recordaba la última vez que había comido con tal magnitud.
Salimos de la cafetería para irnos a mi departamento. Estaba lloviendo muy fuerte y casi no había transporte. En lo personal me asustaban un poco los días así, toda la gente enloquecía y no sabías que loco iba a salir de una calle para aventarte a la avenida con tal de no mojarse.
De camino a casa note que no recordaba que solo faltaba un día para que Dylan regresara a su hogar. Habían pasado muy rápido los días con él y junto a eso también las vacaciones. Faltaban tres semanas para regresar. Sé que suena mucho pero para una chica que le gusta dormir y ver películas todo el tiempo, resultaba ser muy poco tiempo para disfrutarlo.
Llegando a casa nos secamos y nos dimos cuenta de que mi mamá no estaba. No recordaba que me dijera que iba a salir e intenté llamarle al celular varias veces pero jamás contestó. Dylan estaba sentado en el sillón mirando la televisión mientras yo buscaba algún recado de mi mamá, pero no encontré nada. Diez minutos después, ella llegó.
-¿A dónde fuiste mamá? -Le pregunté enseguida.
-Salí con tu padre -Se sentó en la mesa.
Casi me ahogaba con el agua que tomaba.
-¿Cómo que viste a mi papá? ¿Dijo que vendría o algo así?
-No, solamente llegó. Dijo que quería verte o algo así. Me moleste mucho y como no estabas le dije que se fuera, él insistió en que lo dejara pasar pero le dije que fuéramos a otro lado para hablar y él accedió.