Bien dicen que cuando menos te lo esperas es cuando las cosas pasan, y así fue. Esa mañana vi un mensaje en mi celular, un mensaje que hubiera deseado no recibir jamás.
Renata, perdón si te mando mensaje pero es una emergencia y no puedo llamarte, Dylan y su familia tuvieron un accidente hace rato. No se si puedas venir en cuanto puedas.
El mensaje lo vi alrededor de las 8 de la mañana, pero había llegado desde las 2 de la madrugada. Enviado por la prima de Dylan. Desde que lo vi la desesperación se apoderó de mí, empecé a pensar lo peor, no sabía qué hacer, ni a dónde ir. Al parecer a su prima se le había olvidado decirme en qué hospital se encontraban. Le mande un mensaje pidiéndole la dirección y mientras esperaba la respuesta me apresure a organizar todo para viajar. Le dije a mi madre la situación y no tuvo ningún problema en salir en ese instante.
Me puse lo primero que encontré en el armario y salimos muy deprisa. Deseaba vivir a la vuelta del hospital y poder estar ya con mi amigo. Todo el camino estuve pensando en la situación que se encontraba Dylan, de momentos pensaba y luego lloraba, pensaba y lloraba, ni las palabras de mi madre me hacían tranquilizarme. El viaje se me hizo eterno, fueron las tres peores horas que he tenido hasta ese entonces.
Llegamos al hospital alrededor de las 11:45 de la mañana y cuando mis pies tocaron el blanco azulejo, yo corrí con toda la fuerza que mis pies me permitieron. Entre a la sala principal y me dirigí hacía la recepción. Una enfermera me miró y con una sonrisa en el rostro me preguntó qué era lo que se me ofrecía. Inmediatamente pregunté por la familia de Dylan y ella tecleó unas cuantas letras en la computadora.
-Se encuentran graves – sus ojos de la enfermera se estremecieron – al parecer uno de ellos no ha despertado, los otros dos están delicados.
-¿Me puede decir quién es el que no ha despertado? –soné desesperada y mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
-No lo sé, esta es la única información que tengo aquí, pero... ¡Ah, mira! ahí viene la Doctora que está a cargo de ese caso, ella te podrá informar mejor – señaló y me soltó otra sonrisa.
Me apresure para poder hablar con la Doctora y preguntarle exactamente qué era lo que había pasado.
-Buenos días Doctora, quiero preguntarle sobre la familia Linares, sólo sé que tuvieron un accidente.
-Buenos días, sí, ese caso lo tengo yo, pero tú eres... -me miró fijamente.
-Solo soy una amiga de la familia pero quisiera saber.
-Claro, tuvieron un accidente automovilístico ayer en la noche. El señor tuvo una fractura en la pierna y golpes a los costados. La señora solo recibió algunos golpes y tuvo una herida grande en la frente. El muchacho... fue el más lastimado, se fracturó una costilla y un golpe muy fuerte en la cabeza el cual lo dejó inconsciente y desde ayer no ha despertado. Sus familiares se encuentran al final del pasillo, estaré llevando noticias, puedes esperar ahí pequeña – tomó mi hombro, tratando de aliviar mi tristeza.
-Muchas gracias.
Me dirigí junto con mi mamá a la sala de espera. Efectivamente, ahí estaba casi toda la familia de Dylan, sus primos, abuelos, tíos. Desde que conocí a Dylan me lleve muy bien con su familia, siempre se habían portado de lo mejor conmigo, no podía dejarlos solos en ese momento.
-¿Qué fue lo que pasó? – le pregunté a su prima después de saludar a todos.
-Pues no sabemos exactamente, sólo que iban en el auto y una camioneta los arrolló.
-¡Qué horror! – quería llorar.
Después de sus palabras, mis piernas se quedaron sin fuerzas. Me senté en una silla a lado de mi mamá y lo único que hice fue rogar para que todos estuvieran bien. Estuve esperando a que alguien me dijera que podía pasar a ver a Dylan, pero pasaban las horas y nadie salía a decirnos nada. Llegó un punto en el que ni yo misma supe de mí, me quedé dormida.
Soñé que Dylan salía de su habitación y corría a abrazarme, corría a decirme que no tenía de que preocuparme, él estaría bien. Se veía tan guapo y feliz, sus ojos brillaban como nunca. Después de eso, él se iba caminando tranquilamente, como si no le importara dejarme.
Desperté al instante y casi de inmediato la doctora se acercó a todos nosotros para decirnos que podíamos pasar a verlos. Los familiares de Dylan se turnaron y por alguna razón me dijeron que yo pasara primero a verlo a él. No podía aguantar ni un minuto más para estar a su lado. Me colocaron una ropa especial para pasar a verlo y la enfermera me guió hasta su cuarto.
Cuando entré, él se veía tan frágil, no parecía que había tenido un accidente, parecía que sólo dormía profundamente después de un día muy largo. Me acerqué lentamente a su cama y me senté en una silla que se encontraba a un lado. Lo miré y le acaricié lentamente su rostro, yo no podía dejar de llorar, quería darle mis fuerzas para que despertara.
-Tienes que despertar, no me puedes dejar más tiempo sola, te necesito aquí conmigo. Sé que cuando estés bien iremos a pasear como siempre y nos divertiremos tanto o más que antes.
Yo le hablaba como si estuviera en sus cinco sentidos. Note que en el mueble de a un lado de la cama, estaba el dije de Dylan. Fui por él y lo tomé, lloré aún más.